martes, 18 de diciembre de 2012

José Luis Borau: el cine rodado, el cine escrito, el cine vivido.

 
 El 23 de noviembre falleció José Luis Borau. Este mes, en Cine para leer, se le ha dedicado el punto de vista, el cual firmo gustosamente. Mi recuerdo para Borau.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Elige tu propia aventura (versión kindle para críticos de cine)

 

¿Tienes un hueco para elegir tu propia aventura? Te invito a vivir una en el Dragón Digital, donde por un rato, te puedes convertir en crítico de cine. Ah sí, tú eliges el final que más te conviene. 




lunes, 12 de noviembre de 2012

Mención especial en Peligros

 IV Festival de cine de Terror y Fantástico de Peligros


Nos ha llegado la grata noticia de que hemos recibido una mención especial del jurado en el IV Festival de Cine de Terror y Fantástico de Peligros (Granada).  Aquí la noticia completa, con el resto del palmarés. 


jueves, 1 de noviembre de 2012

Best short film en 13ª RI International Horror Film Fest


¡Una gran noticia para celebrar Halloween!

La Granja recibe el premio a Mejor cortometraje en el 13º Rhode Island International Horror Film Fest de EEUU. El RIHFF es uno de los festivales destacados en el circuito internacional de festivales de terror. Este año han participado 63 producciones de más de 20 países distintos. Este premio es el primero a nivel internacional para el cortometraje y el decimoquinto que recibe desde que empezara su distribución en festivales. Aquí el palmarés completo del festival. 

Por otra parte, el corto se proyectó ayer en la IV Muestra de Cortos de Terror para Institutos de Molins de Rei y han entrado en la sección oficial de los siguientes festivales para el mes de noviembre:  


lunes, 29 de octubre de 2012

IV MARATÓN CINEMATOGRÁFICO DE HALLOWEEN


Un curso más, disfrutaremos del ya tradicional Maratón cinematográfico de Halloween en la Facultad de Comunicación de la Universidad San Jorge. Este año, cumplimos nuestra curta edición dentro de la programación del Cineclub Overlook.  

Este año, como novedad, el evento terminará de madrugada y vendrá acompañado del I Certamen de disfraces de terror. 

El programa, como siempre, suculento, variado y para todos los gustos dentro del género.  Clásicos, alienígenas, psicokillers, y traca final con Sam Raimi. Como siempre, todas las películas en V.O.S.E y en HD (720p). La velada promete. 

Toda la información del evento, horarios y películas aquí. 

-El diseño del cartel, es del alumno ganador del Concurso de carteles: Rafael Parra-

sábado, 29 de septiembre de 2012

Nueva cita La Granja: Pamplona.


Tras una semana agitada, donde el corto ha recorrido buena parte de la península  (I Festival de Cine Joven de Loja -Granada-, en el Freakemacine2012, Festival de Scifi y Cine Fantástico de A Coruña y en III Mediu Güeyu de Villaviciosa -Asturias-), tenemos una nueva proyección muy cerca de nuestra tierra.

El próximo jueves se proyecta La Granja en un festival al que le guardamos mucho cariño desde que proyectáramos allí Salomón: el Festival de Cine de Pamplona. En aquella ocasión, el corto se proyectó en la sección "Educatif". Fue tan grata la experiencia en el festival, en la que proyectamos el cortometraje en distintos institutos de pueblos de Navarra, que estamos encantados de volver a participar. En esta ocasión, a través de la sección "Alternatif" de cortometrajes nacionales a concurso. Junto a un nutrido programa de cortometrajes finalistas, el corto se proyectará el jueves 3 de octubre a las 20.00 horas en los Cines Saide Carlos III, en su formato original (35 mm). Ya saben...si están por Pamplona, ¡pasen a verlo! 




domingo, 16 de septiembre de 2012

5 años de blog implacable


El primer lustro de blog, bien merece que sea Marylin quien sople las velas. De un soplido han pasado ya cinco años desde que se inauguró este pequeño espacio en internet un 11 de septiembre. Casi sin enterarme, el grupo de fieles que visitan con asiudad esta página ha ido creciendo. Algunos, incondicionales desde su inicio, siguen soportando las embestidas del tiempo y ya casi deberían tener un carné de socios de este espacio. En su rutina, pasa entrar por aquí de vez en cuando y en algunos casos, hasta comentar. Otros muchos se han incorporado a lo largo de todo este tiempo.  Algunos, simplemente han aterrizado aquí de forma casual y esporádica, por equivocación o desconocimiento. A todos ellos, parroquianos de mundo implacable, muchas gracias por seguir leyendo, seguir comentando, seguir navegando de vez en cuando por aquí, haciendo de este lugar un sitio más acogedor. El año pasado comentaba que el blog había soportado la fuerte oleada de las redes sociales y que todavía seguía en pie. En estos cinco años muchos blogueros han cerrado sus espacios, o sencillamente han sustituido estos por alguna red social. Un mundo implacable, desde hace un tiempo, ha optado por adaptarse a las nuevas tecnologías con una extensión en twitter.  (donde tiene cabida todo aquello a lo que no da tiempo dedicar un entrada más elaborada).

Bien es sabido, que cuando uno cumple años siempre se marca propósitos. Por lo pronto, deade aquí, seguiremos comentando, viendo, relatando, visionando, analizando, filosofando, criticando (cuando sea necesario), en definitiva,  compartiendo. Cinco años, parecen mucho y probablemente no sean nada. Lo cierto  es que 2007 queda muy muy atrás y que en este tiempo ha dado tiempo a compartir un total de 370 entradas. Si las cuentas no me fallan, sale a seis entradas de media al mes. Algo más de una cada semana. Mi propósito sigue en mantener una entrada semanal de media, aunque a veces uno no pueda dedicar tanto tiempo como querría a estas lindes. No puedo asegurar que lleguemos a nuestro sexto consecutivo juntos (aún está por ver el tema de los mayas y todo eso), pero tampoco puedo asegurar que no vaya a ser así. De momento, día a día, entrada a entrada, tengo que decir que escribiendo aquí disfruto tanto como el  primer día. Quizá sea por eso, que un lustro se haya pasado tan rápido. El mundo me sigue pareciendo implacable y mientras así sea, siempre habrá algo que comentar y compartir al respecto. Nos seguremos viendo y leyendo por aquí si ustedes quieren. Como decía aquel italiano de la nariz taponada...gracias por insistir.

martes, 4 de septiembre de 2012

Agenda La Granja. Septiembre

Cartel 2012

Tras el premio otorgado a Fran Fernández a Mejor Fotografía en el V SFEC. Festival Europeo de Cortometrajes de Villamayor (Cuenca), seguimos con la agenda de proyecciones del corto para este mes de septiembre. En esta ocasión, con dos nuevas oportunidades para verlo en Zaragoza: 

3º Fantástic Gore Festival de Amposta.

17 Certamen Audiovisual de Cabra (Córdoba).

X Muestra de Cortometrajes Aragoneses. (Viernes 7 a las 19:00 horas en las instalaciones del Consejo de la Juventud, en la calle Franco y López nº 4 Zaragoza).

I Concurso Cortometrajes Sala López "La mirada tabú". (Miércoles 12 septiembre en la sección fuera de concurso "Miradas de Aragón", a las 20.00 horas en la Sala López). 






domingo, 2 de septiembre de 2012

Que la fuerza te acompañe


Les adjunto una fotografía que tomé hace unos días. Por no ser, ni demasiado morboso, ni demasiado macabro, dejo a la libertad de su imaginación el titular de la misma. Como diría Yoda: "ten muy presente, que tu enfoque determina la realidad". Feliz regreso vacacional.

lunes, 20 de agosto de 2012

Tony Scott. 1944-2012

Secuencias de acción imposibles rodadas a mil cámaras, montaje para el análisis fotograma a fotograma, explosiones de infarto, persecuciones sin final...cine de acción en estado puro. Supo revolucionar la forma de hacerlo,  actualizó el género y lo mejoró. Todos le imitamos sin saberlo. Todos hemos visto varias veces alguna de sus películas. Todos recordamos algún momento de su filmografía. Quizá no pase a los libros de historia del cine ni se haya escrito tanto de su cine como del de su hermano. Poco importa. Ayer nos  dejó un gran director, y aunque no es su mejor película, para mí se va el artífice de uno de los films a los que más visionados he dedicado. Tony Scott nos ha proporcionado horas de entretenimiento sin límite. Gracias  por amenizarnos tantos sábados muertos y tantas tardes de domingo. Aquí el making of de Enemigo público (1998), de la que me confieso fan absoluto a pesar de no ser su mejor película. Tony Scott se fue de forma llamativa y emocionante. Como sus películas. Descanse en paz.


miércoles, 8 de agosto de 2012

La Granja. Agenda agosto.


En diez días hará dos años que dimos el primer claquetazo para un plano de La Granja. Lejos del grato recuerdo que siempre produce mirar atrás a un rodaje en el que has trabajado con un gran equipo, lo cierto es que la nostalgia no se puede evitar en estos días. Dos años parece poco tiempo, pero es un mundo. Sobre todo cuando hablamos de una película que sabíamos iba a ser costosa de parir, pero en la que todos confiábamos a ciegas.

Se me va pasando actualizar la agenda de proyecciones del cortometraje, pero si las cuentas no fallan, llevaremos más de una treintena de selecciones como finalista a lo largo del país. Así, que ahora que el blog entrará en unos días de letargo vacacional, dejo aquí la agenda de este mes por si alguien se anima a ir a alguno de estos festivales. De momento, que sepamos, se proyecta en: 

Donde el cortometraje está entre los 15 finalistas con una programación de cortos de lujo. Del 12 al 14 de agosto.  

Dionde el corto está entre los 12 finalistas y suma nominaciones a mejor fotografía, montaje, actor (Juanma Lara) y dirección. 


Y aprovecho para dejar un abrazo escrito para EL GRAN EQUIPO de La Granja. Dos años después el olor a cerdo sigue presente en la memoria y las ganas de un reencuentro en set de rodaje también. 

Actualización del mes de agosto:



Cortmate 12 de Buñol. 
El corto está entre los 5 seleccionados en la sección de 35 mm.  

3º Fantástic Gore Festival de Amposta. 

jueves, 2 de agosto de 2012

La maleta al fondo del armario



Las maletas son los cajones olvidados de nuestra memoria. Álbumes cargados de fotografías reveladas, que sin remedio, han envejecido en el fondo del armario. Cuando sacamos nuestra maleta del ropero, nos sentimos como ese bibliotecario que rescata un viejo ejemplar de la estantería, olvidado por el paso del tiempo y lleno de polvo en sus solapas. De un fuerte soplido, el bibliotecario sacude las motas que durante años se han postrado plácidas sobre el título y sonríe como quien se encuentra con un amigo al que hace años que no ve. Quien abre de nuevo su maleta, sacude de un plumazo un montón de recuerdos que se desparraman alborotados por el suelo. 

Mientras se descorcha con mimo la cremallera para abrirla de nuevo, aquella música exótica vuelve a nuestros oídos. El susurro de aquellos versos vuelve a acariciarnos la oreja. El punteado suave de la guitarra y el sonido de los timbales tribales se cuelan con disimulo como una voz lejana. Sin darnos cuenta, los rayos del sol se vuelven a filtrar en su interior sometido durante una eternidad a la oscuridad más profunda. Cada rayo ilumina un recuerdo colgado con imperdibles de la pared. Y así, volvemos a vivir en cuestión de segundos todo lo que habíamos guardado con recelo en ese rincón tan especial la última vez que la cerramos. El aroma a salitre y a hierba fresca, guardado en el interior como el frasco más preciado de un  druida, invade nuestra habitación y nos traslada hasta las olas del mar enterrando nuestros pies en la arena, hasta aquella siesta en medio de la campiña, hasta aquella noche transitada entre las mejores viandas, hasta el eco de las risas de aquellos desconocidos encontrados en el camino a los que ahora llamamos amigos,  hasta la lágrima derramada en el  instante en el que volvimos a colocar la maleta en el fondo del armario. Ahí la hemos arrinconado durante semanas, meses, puede que años. Escondida, silenciosa e impertérrita. Ella ha aguardado con paciencia la hora de volver a desempolvar todos aquellos momentos que ahora parecen tan lejanos y que, sin embargo, siguen tan vivos entre sus paredes.

Quizá eso sea lo mejor de tener una maleta en el fondo del armario. Que uno sabe que tarde o temprano volverá a empuñar con fuerza su asa para dejarse embriagar por todo lo que vivió y por todo lo que le queda por vivir. Y en cada nueva aventura, uno viaja mucho más ligero de equipaje, sabedor que el último viaje le recordó que la maleta no se llena cuando uno parte, sino cuando uno regresa. Sabedor que en sus paredes todavía hay hueco para nuevos recuerdos. El viaje continúa y la maleta, fiel compañera, está ahí dispuesta a almacenar de nuevo todo lo que guardamos en nuestra memoria. Justo al fondo del armario.

martes, 17 de julio de 2012

¿Crowdfunding o Crowdfácil?



Aquí nos hallamos. Ante el peor panorama que se recuerda en años para la creación cinematográfica española. Sin apenas apoyo estatal para películas, con una subida del IVA que afecta directamente al consumo cinematográfico (del 8% al 21% para los más rezagados), con el inminente cierre de productoras, distribuidoras y salas por toda España y con unos profundos cambios en la forma de concepción de cualquier producto, tanto en su creación, como en su posterior distribución y exhibición. Internet parece que se está convirtiendo en el aliado de los más arriesgados. Aquellos que se lanzan a producir una película o un cortometraje a través del apoyo del crowdfunding, esa palabra importada del inglés a la que todavía no le hemos encontrado traducción propia y que después de la también manida “transmedia”, está sirviendo para llenar la boca de todos, tanto los que saben lo que hacen, como los que ni siquiera saben lo que significa.

El panorama está cambiando. Eso nos afecta a todos. Cuando hay un cambio, solo sobreviven los más fuertes. Al parecer, Darwin lo tenía bastante claro. Sin embargo, no dejo de preguntarme dónde reside esa fuerza para la supervivencia, si en la cantidad, en la cantidad, en la rapidez, o en una combinación de todas las anteriores (o ninguna). Ahora parece ser que si sigues los cauces que hasta la fecha han servido para hacer películas eres un dinosaurio. Alguien llamado a la extinción. No digamos si encima defiendes que los recortes en las ayudas al sector cinematográfico no ayudan a construir una industria sólida y estable (ayudas aplicadas en otros países como EEUU o Francia, con desgravaciones fiscales mucho mayores que las que se aplican en nuestras fronteras). Parece que rodar un cortometraje por encima de los 20.000 euros casi se ha convertido en un delito y que una película de más de un millón es algo para privilegiados. Ni qué hablar de todo aquello que conlleva un mínimo de producción que abarque rodar con grandes equipos o varios días/semanas de rodaje (dependiendo de si hablamos de cortometraje o largometraje). En ese caso, no eres un dinosaurio. Eres casi, casi, uno de esos gigantes marinos que desaparecieron antes que llegaran los reptiles terrestres. Si encima te planteas dedicar dos, tres, o cuatro años a un proyecto en el que crees (sobre todo en el cortometraje), directamente estás fuera del mercado. Eres una estrella fugaz y volátil. La respuesta de si el crowdfunding abre una nueva puerta ante la producción de películas es obvia y nadie duda de ello. Todavía es más contundente la afirmación de que el cine se va a consumir de forma masiva a través de internet y en el uso doméstico (descargas legales, blu-rays, etc.) y mucho menos en las salas, llamadas al cambio antes que cualquier otro sector cinematográfico. Ahí están los buenos datos de Carmina o revienta de Paco León o el éxito de Diamond Flash de Carlos Vermut como inicio de una nueva era que se abre hacia el futuro.

Y aún así, esta forma de concebir el “nuevo cine”, las “nuevas formas de creación”, las películas financiadas exclusivamente a través de plataformas de crowdfunding exigen rapidez, inmediatez, bajos costes, high concepts, ideas brillantes escritas en tiempos récord, llamativas para captar la atención del que vaya a financiar parte del proyecto y  que además se puedan exportar fácilmente al resto de países. Por si fuera poco, uno ya no tiene que conformarse con ser director de cine, productor o guionista. Ahora uno tiene que ser navaja multiusos para poder abarcar cuantas más fases mejor del proceso cinematográfico, incluidas las de relaciones públicas y comercial de ventas, necesarias para lograr los mínimos de financiación posibles para poder filmar (porque hablar de "rodar, asociado al celuloide, también resulta del cretácico). Dejen que por un momento les hable de todo lo contrario: la lentitud, la perseverencia, las producciones de alto coste (prefiero llamarlas elaboradas si se me permite la licencia), las ideas poco brillantes pero muy trabajadas y los productos autóctonos que no necesariamente se tienen que adaptar a lo que solicita un mercado internacional cada más amplio pero también más estandarizado. El cine propio, personal, concienzudo, premeditado y ajeno a los cambios externos que terminan por imponer una nueva forma de concebir el propio medio. El cine que le da la espalda a las nuevas vías de financiación, no porque no se pueda apoyar en ellas, sino porque allí no tiene cabida. El cine que pretende experimentar sin adaptarse a los corsés que impone un mercado tan competitivo. Dinosaurio a la vista. Estén tranquilos, en un par de párrafos más, quizás me alcance un meteorito. 

El crowdfunding tiene sus ventajas indudables. Pero choca directamente con algo, que hasta la fecha, ha servido para trazar algunas de las trayectorias cinematográficas más relevantes, esas que están cargadas de baches, pero sobre todo, de grandes obras maestras. La indagación (propia de este sistema), debe ir  unida a un profundo sentido del trabajo. No conozco ningún director al que admire cuya trayectoria no haya estado llena de indagación, pero sobre todo de paciencia, reflexión y horas de dedicación a su oficio. El cine, es y seguirá siendo (además de muchas otras cosas) un oficio. Un oficio que requiere un arduo conocimiento del medio y que siempre va unido a una gran carga de reflexión. ¿Y cuándo va a uno a reflexionar con los ritmos que impone el mercado actual?  La relación directa que, desgraciadamente, se establece entre muchas de las producciones que buscan financiación a través del crowdfunding y la falta de perseverancia, no solo hace que la calidad de muchas de las producciones sea prácticamente irrelevante, sino que anima a la búsqueda rápida de financiación con tal de rodar a toda costa, a establecer presupuestos que no siempre son acordes a la producción a la que uno se enfrenta (no todas las películas van a costar a partir de ahora 50.000 €, porque no todos los productores, directores y guionistas son capaces de escribir y rodar películas de 30.000 €, ni por capacidad, ni por oficio) a la elaboración casi superflua en el contenido de lo que se quiere contar en una película (cortometraje) y al consumo rápido, fugaz y etéreo del producto finalizado. Ahora, parece ser que todo el mundo es capaz de rodar una película, porque todo el mundo es capaz de financiarla. Olvidando que lo primero, antes de hablar de cualquier financiación, es saber qué se quiere contar, cómo se quiere contar, por qué se quiere contar y en todo caso, si el cine es el medio propio e idóneo para tal caso. 

Sigo profesando admiración a los que no le temen al tiempo de escritura de un proyecto, olvidando la rapidez que exige el mercado. A los que dedican horas y horas a tomar notas en sus cuadernos, reflexionando sobre el motivo de su película, a los que no tienen miedo a reconocer que su historia, por cara que sea a priori, merece la pena, a los que se arriesgan, pero sobre todo, a todos los que saben y entienden que una carrera cinematográfica se labra con un arado afilado de perseverancia y se riega con un sistema a goteo de paciencia.

Y ahí está la otra cara de la moneda. La que no sirve para establecer titulares atractivos que animen a los jóvenes a rodar cortometrajes como churros y películas como porras aceitosas. Ese es el reverso de la producción de bajos costes. Parece ser que ahora con 50.000 € se rueda una película y con 100 € un cortometraje (da igual el soporte y por supuesto de qué vaya la historia, lo importante es rodar a toda costa). Si no eres capaz de hacerlo, no solo es que seas un dinosaurio, es que además no sirves para este oficio, porque no resultas llamativo. Si así es, la de técnicos y profesionales que se van a ir a las ya largas listas del paro en los próximos años. Ahora hay que destacar a toda costa, sea como sea, al precio que sea, aunque eso implique ni saber lo que se está contando. No lo olvidemos, que el cine, además de ser una cuestión moral, es una cuestión de profunda responsabilidad, que exige compromiso  continuo con el medio . Siempre. Ya sea para rodar Amour de Haneke o Tengo ganas de ti. ¿Se pueden rodar películas de bajo coste, gran calidad narrativa y fílmica, innovadoras, responsables, reflexionadas, autóctonas y extensibles a un mercado internacional por igual? Sí, se puede. Hay cientos de ejemplos. A mí me gusta especialmente este: The man from Earth (Richard Schenkman, 2007), película que conocí gracias a un alumno y que me dejó impresionado, no solo por su narrativa y puesta en escena (económica a más no poder), sino por lo que significa el concepto low cost aplicado a una gran historia. Pero no nos engañemos. No todo el mundo puede escribir y rodar una película con esa brillantez y con tan poco dinero. Crowdfunding y calidad son dos términos que con el tiempo, veremos si tienen relaciones positivas o cargas peyorativas entre sí. Porque, a pesar de todo, esta “nueva forma de financiación” cinematográfica, no establece ningún filtro, permitiendo que cualquiera se ponga detrás de una cámara pretendiendo ser el nuevo descubrimiento en potencia. Por si fuera poco, todo el mundo es consciente que se ofrecen pocas oportunidades, que hay que triunfar a la primera porque no se permiten los fallos. Así que una vez reunida la financiación, más te vale filmar una obra maestra. De lo contrario, no habrá segunda oportunidad. Y rodar una obra maestra sin la reflexión necesaria en este medio tan exigente, me parece una quimera digna, no de un genio en potencia, sino de un verdadero dios. Desgraciadamente, el 99% suele ser transpiración (y ahí se tienen que invertir muchas horas lidiando con grandes quebraderos de cabeza) y el 1% inspiración, que decía Einstein. Por cierto, ¿saben cuánto tardó Jerome Bixby en escribir el guion The man from earth? 38 años. Lo terminó en su lecho póstumo. Ajeno a modas e intereses comerciales. ¿Saben cuánto costó la película? 56.000 dólares. Digna de un buen crowdfunding. Si vas a rodar una peli con un presupuesto que no llega a los 50.000 € creyendo que estás lanzando una obra maestra al mundo, échale un vistazo a esta película y dedícale una tarde a pensar en ella.  Será más útil para ti que cualquier campaña de financiación a tu proyecto. Y aquí es cuando el meteorito me alcanza…y…no…puedo…seguir…escribiendo……tonte…

sábado, 2 de junio de 2012

Luces y sombras



Ayer echó el cierre por quinto año consecutivo el Cineclub Overlook de la Facultad de Comunicación de la Universidad San Jorge. Los que por allí pasan de vez en cuando, saben de sobra qué significa el mismo: un espacio donde compartir y reflexionar. Principalmente. Y ya de paso, donde ver buen cine. De momento se han proyectado ya 265 películas, con procedencia de 22 países diferentes. Por el Aula Magna de la Facultad han pasado pelis de los cinco continentes, con un gran y lógico predominio de cine estadounidense (152 películas), seguido por Francia (52 películas). Este año se ha creado la sección “Un certain regard”, en la que los jueves solo se proyecta cine galo. De esta forma, Overlook se sigue reinventando y recompensando a los pocos fieles que forman su parroquia. 

Durante este curso ha habido, que yo recuerde, al menos tres maratones de cine. El ya habitual dedicado al cine de terror en Halloween (tres años consecutivos), uno dedicado a El Señor de los Anillos, con motivo de las Jornadas destinadas a los diez años de su estreno en los cines, y otro dedicado a la trilogía Regreso al futuro, que hizo las delicias de los pocos que lo disfrutamos. Además,  también se ha dedicado un ciclo a Antoine Doinel y se ha proyectado la película número 200 en HD (El bueno, el feo y el malo). En total han sido 75 películas. Durante este curso, por la pantalla del cineclub han pasado, entre otros muchos, Dreyer, Leone, Peckinpah, Hitchcock, Melville, Preminger, Griffith, Rhomer, Bresson, Anthony Mann, Resnais, Buster Keaton, Chaplin, Fritz Lang y Sjöström. También Spielberg, Sam Mendes, los Coen, Eastwood, Patrice Leconte, John Carpenter, Sorrentino, Paul Thomas Anderson, Cronemberg, Alexander Payne, Linklater, De Palma o Kaurismäki. Sin distinción de épocas, sin restricción de temáticas o directores. Un lujo. Un privilegio. Basta con volver a leer todos estos nombres. 

Lo cierto es que a lo largo del año, muchas veces, las butacas se ven solitarias, impasibles, impertérritas, iluminadas tan solo por el reflejo de la pantalla. Sin embargo, pesan mucho más los buenos momentos que se viven allí, para que J.B, principal responsable de Overlook, mantenga este espacio imprescindible y necesario. El cineclub vive de quienes los mantienen con vida. De los que siguen creyendo en él. Siempre he pensado (no sé si de forma equivocada o no) que  el cineclub, no son tanto sus películas, sino las selectas personas que deciden ingresar en él.  Sí, ingresar. Al fin y al cabo, es un club.  Y en el club se ingresa, cruzando el umbral que separa el exterior del interior del mismo. Los clubs exigen su propia selección, que a la postre, siempre termina siendo natural, voluntaria y por supuesto, muy selecta. 

Los asistentes al cineclub son (somos, si se me permite) una especie en peligro de extinción. Los que prefieren compartir las películas que de una u otra forma les han marcado, los que prefieren verlas envueltos en la oscuridad que rodea a la gran pantalla (que aunque en video, sigue existiendo), los que prefieren exponer sus ideas y contrastarlas con sus compañeros, los que prefieren presentar con rigor la película que quieren compartir, los que quieren seguir descubriendo, los que están dispuestos a asombrarse o a sorprenderse de nuevo, los que luchan contra la pereza, los que le plantan cara a los tiempos contrarreloj en los que nos ha tocado vivir...los que, en definitiva, son conocedores de su propia extinción. No hay que engañarse, ni alarmarse. Vivimos en el tiempo de la comodidad, los soportes digitales, el cine en casa, en el autobús, en el metro, en internet, en las  gafas de sol. Estamos a un paso de la imagen implantada mediante neurociencia en nuestro cerebro.  Quien quiere ver cine, puede ver cine. Y en la actualidad, puede verlo en infinidad de lugares. Quien quiere escribir sobre cine, puede escribir sobre cine. Sin embargo,  quien quiere conversar sobre cine (y hablar de cine, es en su esencia hablar sobre nuestra propia naturaleza, no lo olvidemos), necesita al menos un interlocutor.  De lo contrario, uno no dialoga, uno establece un monólogo. Y el monólogo, siempre lo he pensado, es el primer paso para alejarse de la verdad. 

Se pierde el arte de la dialéctica. Se pierde porque la sociedad nos invita a alejarnos de la verdad. Se pierde, porque el tiempo nos invita a consumir y a vomitar.  A regurgitar las imágenes devoradas con ansia para producirnos úlceras mentales. Nos invita a ser cinéfagos, que no cinéfilos. Nos invita a ver, que no a observar. Quizá esa sea la gran enfermedad de nuestro tiempo: el empacho. En el sentido más amplio de todas sus acepciones.  El cine se pierde. El cine, como lo hemos entendido hasta ahora, camina hacia un lugar desconocido, se diluye, como esas lágrimas que suelen perderse entre donde ustedes ya saben. Quizás, el cine, ya ni siquiera camine. Habrá incluso quien crea que el cine ha muerto. Cuando me invade el existencialismo más absoluto, ni siquiera puedo pensar en la muerte del cine. Me resulta demasiado fugaz. Más bien en su estado decrepito y putrefacto. Veo al cine como ese gran zombie, que sin ser consciente de su propia podredumbre, camina hacia una vida (muerte más bien) condenada a la infección eterna. 

Sin embargo, dejando el existencialismo a un lado, algo me sigue diciendo que hay luz en el cine. Porque el cine son sombras. Y la sombra es vida. El cine, en su esencia más pura, es una sombra. Y donde hay sombra, hay luz. Perpetua dualidad.  Y todo, absolutamente todo nuestro ser, es dual. Desde la más certera convicción de que nos regimos por dos hemisferios enfrentados y unidos para ser lo que somos. Una dualidad en la que vernos reflejados.  Una sombra que nos remite a la luz, una luz, que nos invita a buscar la verdad, como decía Platón. Pero la luz no es eterna. Está adscrita a sus propios límites. Está en peligro de extinción. Schopenhauer así nos lo advirtió: “Toda luz puede extinguirse. La inteligencia es luz. La inteligencia puede extinguirse”. Luchar para que eso no suceda y hacerlo siempre desde la sombra. Larga y próspera vida al Cineclub Overlook. 

Foto: “Les amants réguliers”. Última proyección de Cineclub Overlook este curso 2011/2012.

jueves, 10 de mayo de 2012

Nada personal, solo negocios.


En la última entrada comentaba que el cierre de los cines Renoir en Zaragoza, mal que nos pese a muchos, es completamente lícito y hasta comprensible. La razón es sencilla: dado que la empresa privada que hay detrás del mismo (Alta Films) considera que no le compensan las pérdidas económicas que las salas de Renoir Audiorama tienen, es lógica su clausura para concentrar su exhibición de películas en la otra docena de salas que todavía conservan abiertas. El otro gran perjudicado por las malas cifras es el cine Renoir de Mallorca, que desde ayer y a la espera de lo que hagan los espectadores del mismo, se encuentra también clausurado. 

Igual de lícito que cerrar un cine, lo es que no se deje entrar al mismo a grabar imágenes de ningún tipo en los días previos a su clausura. De forma, que mal que me pese (esto imagino que solo me pesa a mí), tengo que comprender y respetar la decisión de que Alta Films se haya negado a que servidor grabara el interior de los Renoir en Zaragoza los días previos a su cierre, realizando allí algunas entrevistas para un cortometraje documental. 

El motivo de acudir durante estos últimos cuatro días a grabar a los cines Renoir empezó siendo una idea tan descabellada como simple: registrar y dar testimonio de los últimos momentos en una de las últimas salas del centro de la ciudad. En este caso, de la última sala que proyecta un cierto tipo de cine (llámenle independiente si les motiva, aunque no lo sea) que no se proyecta en el resto de la ciudad (a excepción de festivales, muestras concretas y pases en la Filmoteca). Una idea, que tras un par de tardes, tomó forma de cortometraje documental, con la intención de testimoniar los últimos días de los Renoir en Zaragoza. A raíz del mismo no sólo se pretendía dar reflejo de una realidad cada vez más habitual (el cierre de salas), sino que también se quería hablar con todas aquellas personas que en mayor o menor medida tenían a los Renoir como un lugar donde sentirse “como en casa”. 

En este caso, tras 15 años de existencia y actividad, los cines Renoir eran ciertamente especiales para un pequeño sector cultural de la ciudad. Durante estos años, en estos cines se ha gestado una pequeña familia entre sus trabajadores (algunos con muchos años en su espalda trabajando para que otros veamos cine) y gran parte de sus espectadores, frecuentes de los Renoir y con cierta constancia en sus proyecciones (menos de la que Alta Films querría, eso está claro).  

Si mis cálculos no fallan, el último pase de los cines Renoir en Zaragoza está a punto de comenzar mientras escribo esta entrada. Por tanto y como decía aquel refrán de “a buen entendedor”...imaginarán que ni estoy allí grabando el último pase, ni se va a dar testimonio audiovisual sobre lo acontecido esta semana y esta noche en particular. Más allá de la pieza informativa que puedan realizar los medios de comunicación. ¿La razón? Muy sencilla: la negativa de Alta Films a que se grabe cualquier imagen en el interior de sus cines los días antes de su cierre. O lo que es lo mismo, un NO en toda regla cuando se le ha solicitado autorización para hacerlo. 

¿El motivo? Que Alta Films quiere que se hable lo menos posible de este tema. O ese es al menos, el único motivo que se me ha dado telefónicamente. Y ustedes se preguntarán… ¿pero por eso no dejan grabar unos planos y unas entrevistas en los cines? Pues sí señor, por eso mismo. Porque esto es un negocio, y en el negocio los tipos que quieren grabar cortos documentales en tu casa cuando esta se tambalea, son como un grano en el culo que no sabes muy bien por qué te ha salido, pero que cada vez que te sientas recuerdas su incómoda presencia.  

Porque el negocio es lo primero. Y eso no es de hoy. Eso es de siempre. Pero claro…para que a servidor le hayan dado un no por respuesta, ha tenido que hablar con el máximo responsable de la empresa en cuestión, porque allí la pelota se va pasando de un tejado a otro y nadie dice nada. Y no crean que ha sido fácil no. “Que si llame usted mañana”…”que si envíe usted un mail”…”que si ahora está comunicando”…”que si ya le dije que enviara un mail ayer” “que si reenvíe el mail a esta otra dirección” y la pobre secretaria atormentada por ese granito molesto que cada vez incomoda más. Pero claro…basta que digas que algo es ciertamente urgente, para que los días pasen del calendario y los mails no se contesten ni en 24 h. Y oiga, que no hay mal que por bien no venga, que la paciencia también hay que cultivarla. Mientras tanto, por supuesto, no se graba nada de nada. No vas a entrar en la casa del vecino si no te dan permiso. Y tampoco es cuestión de buscar problemas.

Hasta que finalmente a uno le dicen que tururú, que si quieres hacer un docu romántico sobre la clausura de un cine, lo haces sobre los cines del vecino. Que uno aún tiene salas abiertas en el resto de España y que no se quiere hablar mucho de este tema. Claro, normal. Que yo lo entiendo. Que el cine está cerrando, está echando a gente a la calle (a no ser que reubiquen a los trabajadores en otro cine) y eso significa que la cosa no está para tirar cohetes. Claro que lo entiendo. Pero mire usted, que la intención de este docu ni es reivindicativa, ni está ligada a ningún medio empresarial, de comunicación, político o social, ni por supuesto, va a salir en un corto plazo de tiempo. Por no hablar del mínimo impacto que puede tener un corto documental sobre la clausura de unos cines en Zaragoza. La intención del docu era precisamente la contraria: hablar de la relevancia de Renoir en Zaragoza (de la del cine, claro está), de la buena acogida que han tenido con ciertos sectores cinéfilos como la incansable Tertulia Perdiguer (si alguna vez se han fijado en los pasillos de los cines ondean/ondeaban orgullosos los diplomas que dicha Tertulia entrega anualmente a la mejor película europea), de los cambios que se están produciendo en la forma de consumo cinematográfico y claro está, de un hueco importante que se queda abierto para cierto sector de espectadores que todavía pagaban religiosamente su entrada. Y sí, se pretendía dar voz a los trabajadores de las salas, pero no para que me hablaran de su despido inmediato, sino para que me contaran sus mejores momentos entre metros de celuloide y olor a palomitas. Vamos, para sacar muchos aspectos positivos de una noticia triste.

Pues mire usted, entiendo su decisión, pero no la comparto. Y por eso mismo estoy en casa escribiendo esta entrada y no grabando totales de los espectadores que en este momento hacen cola para ver la última peli que se proyecta. Y aún a riesgo de que esto se pueda mal interpretar como una pataleta, uno todavía se rige por ciertos principios. Mejores o peores, pero principios.  Y sí, el documental se podría hacer igual grabando las entrevistas en otra parte y sin usar recursos de los Renoir. Pero si la propia empresa que gestiona los cines no pone ni un gramo de interés en el asunto, es cuando uno se pregunta  para qué narices va a destacar tantos aspectos positivos de unos cines que te ven no como un amigo, sino como un grano en el culo.

Pero así es el mundo donde nos movemos, lleno de incoherencias como esta, donde una empresa que se dedica al cine, no pone ni un poquito de su parte para que otros lo hagan. “Son solo negocios” que decía aquella película, “nada personal”. 

Pero no pretendan que me calle. Y no pretendan que no se hable de esto. Eso no, por favor. 

Todo depende desde donde se mire. Quería hacer un corto documental sobre los buenos momentos que muchos han vivido en los Renoir, sobre una gran pérdida cultural para la ciudad y sobre el romanticismo que envuelve a acontecimientos como este y  al final, me ha terminado saliendo una entrada que créanme, no hubiera hubiera querido escribir hace unos días.

Pero callarse no, eso nunca. Que como me decía hace poco Cinegoza, la libertad de expresión es por ahora, lo único que todavía no nos pueden quitar. Y añado: tampoco recortar.

Aprovecho desde aquí a mandar un saludo muy afectuoso a los 9 trabajadores que a partir de hoy se cogen unas vacaciones "obligadas". Y por supuesto a todos los que, de algún modo, sé que hubieran querido ver este documental y me han ayudado estos días previos para que todo estuviera a punto de grabarse. Gracias por vuestro interés y por vuestra paciencia. 

Y ya saben...vayan al cine, que la cosa está muy fea. 

martes, 1 de mayo de 2012

Un poquito de por favor



Muchas cosas han pasado de un tiempo para aquí. Ya lo dice el refrán que “en abril aguas mil”. Y así ha sido. Este mes de abril no ha dado tregua para el sector cinematográfico y no ha parado de llover. A la noticia del previsible recorte en materia presupuestaria de las ayudas cinematográficas (incluyendo, entre otras, la supresión de las ayudas al desarrollo de guión y a proyecto de cortometraje) se suma ahora la noticia del cierre de los cines Renoir en Zaragoza y Palma.

El cierre de los Renoir es una puntada más a la evidencia: las salas de cine son cada día menos rentables. Más allá de la propuesta de recogidas de firmas (que tampoco está de más aunque se me ocurren mil motivos mejores por los que organizar una), lo cierto es que la exhibición cinematográfica es un sector privado al que le está yendo bastante mal. Un sector privado que las está pasando canutas porque los espectadores acuden cada vez menos a las salas y porque cuando lo hacen aprovechan el día para ir de compras, comer una hamburguesa y jugar una partida de bolos. Y eso, desgraciadamente, ya no lo ofrece una mera sala de cine. Eso lo ofrece un centro comercial. Reducir los motivos de la ausencia de público en las salas a la falta de la calidad de las películas me parece reduccionista. Reducirlo a la llegada de internet y a la descarga ilegal (o legal, lo mismo me da) probablemente también lo sea. Reducir esa falta de asistencia a una apatía generalizada respecto al sector cinematográfico también lo es. Y por supuesto, cargar solo sobre el espectador también me parece bastante irresponsable. La competencia cinematográfica es cada vez mayor. El sector se recrudece con las noticias de los recortes presupuestarios y algunos exhibidores deciden cerrar sus salas. Las majors encuentran de esta forma, más facilidades para fagocitar por completo una cartelera cada vez más uniforme. Pero habría que plantearse seriamente y con rigor cuáles son los motivos de la falta de asistencia a los cines. ¿No tienen parte de responsabilidad también muchas salas con sus malas programaciones de películas, la mala calidad en sus proyecciones, la falta de oferta en VOSE, y por qué no decirlo, el excesivo precio que pueden alcanzar algunas entradas de cine para lo que finalmente ofrecen muchas de las películas? Con esto no quiero decir que los Renoir de Zaragoza cumplan estas características. Ni mucho menos. Si algo ha caracterizado a los Renoir de Audiorama ha sido el rigor en su cartelera, en el acondicionamiento de la salas, el buen trato de sus trabajadores y la calidad de sus proyecciones (incluyendo con estos, calidad de imagen y sonido) para que uno se sienta como en casa. Pero también le podríamos achacar una mayor oferta en VOSE en los últimos años y aquí nadie ha dicho nada al respecto. Imagino que por aquello de que cuando alguien muere todo son elogios.

Aún así, estos días me estoy empezando a cansar de leer por las redes sociales que “otro puñetazo a la cultura en Aragón”, que “en Zaragoza se están cargando la cultura” y que “qué pena de ciudad tenemos”. Pues no, mire usted. El cine es cultura, pero también es una industria y sobre todo un negocio. Especialmente un negocio. Y si en su restaurante usted lleva semanas sirviendo un solo menú por día cuando tiene veinte mesas, cinco camareros contratados y ocho proveedores a los que pagar, ya me dirá cuánto tarda en cerrar el garito. Los motivos reales los desconozco y probablemente sean un compendio de multitud de factores. Pero seamos serios con este tipo de noticias y no llevemos a nadie a engaños. Es una pena que los Renoir de Zaragoza cierren. Por supuesto que lo es. Pero habría que preguntarse cuántos de los que ahora se quejan de su cierre van semanalmente a ver una película a sus salas. O por ser generoso, quincenalmente. Pues bien, con esa entrada que usted paga una vez al mes o cada tres meses para ver una película, un cine no se mantiene. Que cierren los Renoir es responsabilidad de todos. Incluidos usted y yo también.  Echaremos de menos a los Renoir...mucho. Como a los Goya, los Aragón, el Mola y muchos otros que han desaparecido en los últimos años. La oferta va a ser menor y va a estar cada vez más concentrada, pero estoy seguro de una cosa: el cierre de los Renoir tampoco servirá para que a partir de ahora las cifras de la Filmoteca de Zaragoza suban sustancialmente. Así que seamos serios y como decía aquel portero tengamos todos "un poquito de por favor". Que ahí afuera están pasando muchas cosas serias como para agarrarse una pataleta por esto. 

sábado, 7 de abril de 2012

Agenda La Granja. Abril.


El corto sigue viajando y este mes de abril viene cargado de proyecciones, además de traernos nuestra primera selección en un festival internacional.

En sección paralela, el corto participará en el MECAL de Barcelona dentro de una sesión especial de terror.

También se proyectará en 35 mm. en los Cines Yelmo de Rivas Vaciamadrid el sábado 14 (22.00 h.) y el viernes 20 de abril, (20.00 h.) como finalista del XI Festival "Creatrivas" de Rivas Vaciamadrid.

Nuestro primer festival internacional nos lleva hasta los Emiratos Árabes. Allí participamos en la sección oficial a concurso en el Gulf Film Festival de Dubai. El corto se proyecta el 11 de abril. Ese mismo día, estaremos presentes en la entrega de los I Premios Simón del cine aragonés, donde "La granja" recoge dos nominaciones. A mejor cortometraje y Laura Contreras, nominada en la categoría de mejor interpretación. Seguiremos informando.

viernes, 30 de marzo de 2012

Un cigarro y me voy

Un cigarro y me voy. Es el último. Vamos, enciende el mechero…tengo que ir a los chinos a por un mechero nuevo. Mi aspecto debe ser patético. Lo sé porque otra vez llevo el cordón de la bota sin abrochar. Que se quede así. Si me tropiezo me hago un favor. La piedra del mechero está hecha una mierda. Tengo que ir a los chinos. Aunque esté de resaca. Joder. Se me ha caído el último cigarro al suelo. Cojonudo. Está empapado en mierda. Vaya asco de suelo. Podría vomitar en él y les haría un favor. No puedo fumarme eso ahora. Y paso de pedir tabaco. Paso de hablar con nadie. Me pregunto por qué este Four Roses se hace tan largo. Los hielos son como clavos. El borde del vaso es como una sierra. Se me están agrietando los labios. Ojalá fuera lo único. Si sigo así sólo voy a conseguir que me reviente el hígado. Y ganarme un par de puñetazos. O darlos. Eso todavía está por ver.

Es Four Roses, pero sabe a Dyc. Antes no era así. Antes disfrutaba con esto. Antes, el Jack Daniels era Jack Daniels. El Macallan era Macallan y era la hostia. Pero claro…eso era antes. Ahora todo me sabe igual. Y casi todo me suena igual. El gordo impertinente no deja de empujarme por la espalda. Por lo menos me ha dado ya dos veces. Y ha conseguido que me gire. El tío lleva un buen rato mirándole el culo a esa chiquilla. Baboseando. Se nota que ella no tiene novio. ¿Qué hora es…?, ¿las seis y media? Joder, casi las siete…No, no tiene novio. Y está buscando algo. Lo sé yo, lo sabe ella y lo sabe media ciudad. Pero no va hacer nada de nada. Ha salido a “pasárselo bien”. Tremenda hipocresía. A pasárselo bien. Por eso ha salido con sus amigas. Y por eso está ahí sola, bailando sobre tacones de coca y calentando a medio local. No me jodas. Nadie lo puede pasar bien en un lugar así. Es probable que no tenga ni dieciocho. Si su padre viera cómo este gordo mira a su hija, él mismo le partiría la cara. ¿Cuántos? ¿Trenta y tantos? ¿Cuarenta? Igual alguno más. Por mucho que meta barriga hacia dentro y se haya echado cinco kilos de gomina. Prefiero no mirar si lleva anillo de casado. ¿A quién pretende engañar? Y luego dirán que el amor no tiene edad. Y una mierda. Pues claro que tiene edad. Y si el amor no la tiene, el sexo seguro que sí. Quizá ella no tenga padre...Otra vez…Otro empujón…Como me vuelva a tocar, juro que le parto la boca aquí mismo.

La música cada vez más alta. Ha puesto todo el repertorio para punkarras, "so payaso" incluido. ¡Venga ya, cambia el puto cedé! No hay manera. Pobre tío. ¿Cuántos años perderás en ese pedestal creyendo que eres el que hace bailar a la gente? No eres tú…son todas estas ratas. Van puestos hasta las patas. Aprendiz de deejay. Te crees Jeff Mills y no pasas de mezclar bien dos temas de Platero. No me jodas. Esta música es una mierda para estar en un garito a las siete. El ambiente es una mierda. El whisky es una mierda. Y huele a mierda. A mierda y a sudor. Porque este antro es una mierda. Y eso...ya lo sabía antes de entrar.

No sé cómo se llama. El antro. No sé cómo se llama. Voy demasiado pedo para leer cualquier cosa. Aunque pudiera, no se ve una mierda. El Dyc parece sangre. No sé si al final he pedido un Dyc o un Four Roses. Me sabe a Dyc, da igual. Es esa luz roja. Igual es la única que hay en todo el bar. Pero los cabrones cobran entrada. “Vale por una cerveza”. Si ese orangután de la puerta no ha sido capaz de oler el pestazo que echo a whisky es que trabaja aquí por méritos propios. En bombillas no gastan, eso seguro. En el puti de antes se veía más. Qué gracioso…qué gracioso…En todas las ciudades hay un bar que se llama infierno. Es como el bar Manolo donde vas a echarte el carajillo de la tarde. El bar Manolo… El infierno…“¿No has estado en el infierno?”…oh, ¡pues es un bar de puta madre! Ponen unos temazos cojundos”. Cuántas veces he oído eso de niñatos de papá… No hay nada peor que escuchar a uno de esos pijos alardeando de que el infierno es su segunda casa. De que vive en el infierno. Que siempre cierra la noche allí, manchando sus converse Uno sabe que vive en el infierno porque se le quema el corazón. Y porque se le derrite el alma…Otro empujón… Van cuatro. Ella sigue bailando. El pantalón blanco ajustado le echa un par de años más…pero tiene cara de no haber roto un plato en su vida. Ni de haberlo roto, ni de que se lo hayan roto. Y va hasta las patas.

Whisky de mierda…me está dejando la hígado como un colador. Si al menos me reventara limpiaría esta pocilga con la bilis.

El tío se va a envalentonar y le va a decir algo. Como si lo viera. Está cantado porque va como Alfredo. A tan sólo unos segundos de hacer un ridículo tremendo. Da igual. Mañana no se acordará. Ni él, ni ella. Ni yo…Por suerte. Se la está buscando desde hace un rato. Él y la cogorza que lleva. ¡Vamos, déjalo! No eres John Travolta. ¡Ni siquiera John Travolta se parece ya a John Travolta! Todo sabe a rayos. Trago dos veces. No quiero vomitar aquí en medio. Traga y aguanta. Traga. No vomites aquí en medio. Y los hielos siguen sin derretirse. Es la eternidad. Concentrada en este vaso. Almacenada entre los hielos. En cada una de las gotas que se han quedado suspendidas del borde de cristal. Balanceo el vaso de izquierda a la derecha…miro el movimiento acompasado de la mezcla…de izquierda a derecha…de derecha a izquierda…de izquierda a derecha…una y otra vez. Suave, cada vez más suave. Sigo con mis ojos el balanceo de la bebida rebotando contra el cristal. Como las olas que rebotaban en tus tobillos en la playa de Mónsul cuando nos conocimos...Como aquel balanceo del columpio en el que empujábamos a nuestra pequeña...Como la cuna que mecías agarrándome con fuerza antes de irte...antes de que ella se fuera...de derecha a izquierda…de izquierda a derecha…de derecha a izquierda...Me estoy mareando... ¡Joder! Otro empujón por la espalda. Me giro. No es él. Es ella. Tengo su culo pegado a mi polla y la mano del gordo en medio. Le agarra el culo con fuerza. Ella le está metiendo la lengua hasta la garganta. Creo que ha llegado el momento de que alguien me parta la cara. O de que se la parta yo. Da lo mismo...Me fumo un cigarro y me voy…

miércoles, 28 de marzo de 2012

La granja en 35 mm en Zaragoza

Este viernes 30 de marzo a las 19:30 horas de la tarde, se proyectará el corto en 35 mm en el Colegio Mayor Pedro Cerbuna de Zaragoza junto a todos los finalistas a mejor cortometraje de los I Premios Simón del cine aragonés. Será la primera vez que el cortometraje se vea en su formato final en Zaragoza. Allí estaremos para presentarlo y para disfrutar del resto de trabajos.

Mientras, les recuerdo que si no han visto el corto y quieren llegar a él, siempre pueden comprar la película “Si no nosotros, ¿quién?”, donde lo encontrarán como extra.

viernes, 16 de marzo de 2012

Brújula sin manecilla


No se puede confiar en alguien que se compra una brújula sin manecilla. No se puede. Aunque bien mirado, tampoco resulte tan extraño en un mundo donde hay demasiadas incongruencias a nuestro alrededor como para no desconfiar del mismo. Según diversos estudios geológicos innecesarios para el caso, está comprobado que el mundo es más bien ovalado. Vaya obviedad. Es decir, está lejos de parecerse a una esfera. Sin embargo, cuando cualquiera de nosotros piensa en el globo terráqueo, a nadie se le ocurre hacerlo como si fuera un huevo de avestruz mastodóntico. A todos nos viene la imagen de una pelota redonda, perfecta en su circunferencia, más bien azul y con trozos de tierra afinadamente colocados, donde, por supuesto, Europa o Norteamérica (según la procedencia) siempre, siempre, siempre, estarán en el centro. Y partiendo de este recordatorio tan obvio como innecesario, pues ya sabemos que de nada, o de casi nada, nos podemos fiar. ¿Cómo vamos a confiar de un mundo fabricado por nosotros a nuestra medida? Y así, conforme van pasando los años, nos invade poco a poco el pensamiento de ese alumno sabelotodo, de ese meteréologo sin fallos en sus predicciones que, orgulloso, está a punto de jubilarse. O lo que es lo mismo, con el paso del tiempo, nos convertimos en ateos por vocación. En escépticos de oficio. Es una cuestión de confianza. Y de tiempo. O quizá de ambas, pero sobre todo de tiempo.

Hay muchas incongruencias en las que no podemos confiar. Cientos, miles, millones. Infinidad de ellas. No podemos confiar en todas esas personas que te giñan el ojo cada vez que te saludan. Eso a mí no me da confianza. Eso, más bien me indica un tic congénito de difícil curación. Porque sabemos que el movimiento ocular del párpado que provoca el guiño no es natural en el ser humano. Ya que este, casi siempre, tiende a guiñar los dos ojos a la vez, en lo que comunmente se conoce como pestañeo. Si el guiño siempre va a acompañado de una sonrisa provocada al caso, lo mejor que puede hacer uno es salir corriendo cuanto antes. Al igual que no se puede confiar en alguien que "se alegra de verte" pero no recuerda el nombre de tus hijos/novia/padres y te pregunta por “tus pequeños”/”chica”/”viejos”. A veces, incluso "se alegra de verte" y ni te pregunta. Que para el caso, casi mejor. No se puede confiar en los semáforos en ámbar que parpadean en los cruces. Se sabe que son el motivo de mayor causa de retenciones en la ciudad. Sólo después de las visitas del Rey y las huelgas generales. ¿Quién va a confiar en algo que provoca accidentes continuamente en vez de evitarlos? Al igual que tampoco podemos confiar en los taxistas que te preguntan por dónde quieres ir a tu destino, si por A, o por B. Hay algo raro en alguien que pasa diez horas al día pegando volantazos por ahí y no tiene claro qué camino tomar. Tampoco podemos fiarnos de alguien que siempre pide el café con sacarina pero olvida comentárselo al camarero para obligarle a andar el doble de lo estrictamente necesario. Eso sí, en cuanto ve el sobrecito de azúcar, inmediatamente después se activa su neurona "pide sacarina" y da la orden correcta. Como si las barras de los bares tuvierna una cinta mecánica en el suelo. Con este tipo de sujetos hay que tener especial cuidado. A mí, siempre me parecieron peligrosos. Porque su pensamiento se basa en que el camarero está ahí puesto para servir y la servidumbre, a lo largo de la historia ,siempre ha significado andar un montón. Andar para aquí y para allá. Andar hasta que machacar los pies. Aunque no siempre haya sido necesario, ni haya servido para llevar cafés. Valga la redundancia.

Y porque, en definitiva, no se puede confiar en alguien que ha comprado una brújula sin manecilla. Aunque eso ya lo he dicho al principio. De hecho, comprar una brújula, ya es un acto bien extraño en sí. ¿Para qué narices sirve una brújula sin manecilla? ¿Quién necesita una brújula en estos tiempos? ¿Qué es una brújula? ¿Existen realmente? ¿Alguien ha visto alguna vez una? Lo malo de comprar una brújula sin manecilla, es que no suelen vender manecillas sueltas de recambio. Pero claro…cómo le explicas a alguien que tiene una brújula sin manecilla, que si no encuentra una, pronto perderá el norte. Expresión que, por cierto, implica cierto grado de locura. ¿Vendrá de ahí? Aunque la relación entre el norte y los locos quizá sólo tenga explicación en Suecia, Noruega, Finlandia y quizá también en Seattle. Sobre todo en Frasier.

Si usted va a comprar una brújula, mejor hágalo con manecilla. Aun a riesgo de perderse en el trayecto. Porque si no, sólo le quedará coger un taxi para llegar a donde quiere. Y confiar en que el taxista no sea diabético... Y también en que conozca el camino hacia el destino... Y en que no se cruce con un semáforo ámbar... Ah, eso no, por favor. Y a ser posible, confiar en que se haya acordado de pedir el café con sacarina... Por lo de la diabetes, claro. Y en que no le guiñe el ojo cuando vaya a pagar la carrera... Y por favor, por favor...que no sonría mientras guiña el ojo. Y así no se puede… Así, de veras, que no se puede. Porque un taxista guiñando el ojo, eso sí que no. Eso implica siempre, que uno tiene delante a la persona de menos confianza sobre el redondo globo terráqueo. Que es muy redondo, claro está. Así que bien mirado, hacerse con una brújula que tenga al menos una manecilla resulta fundamental. Pero que tenga manecilla, si no nada, nos están timando. Porque puestos a confiar, siempre es mejor confiar en la manecilla para perderse en el trayecto que nunca haberlo encontrado, ¿no?