viernes, 27 de mayo de 2011

Man on Wire: piel de documental, cuerpo de ficción.

Llego algo tarde a ver Man on Wire (James Marsh, 2008), pero no me arrepiento. Mucha gente me había hablado maravillas del documental y tenía que encontrar el momento adecuado para verlo. Cualquier adjetivo se va a quedar corto, pero de entre todos los que me insistieron para que viera el documental, me quedo con alguien que me dijo “es que no parece un documental”. Precisamente en eso quiero reparar aquí. Porque Man on Wire es un documental con una perfecta estructura de película de ficción. Y entre todas sus virtudes (que son muchas) esa ayuda e influye de forma determinante, para que el espectador esté intrigado durante su transcurso y se quede con la boca abierta cuando llega el final de la película.

Los mimbres narrativos que sostienen la historia del funambulista Phillipe Petit, son propios del paradigma clásico en tres actos al que habitualmente estamos acostumbrados en la ficción, y que no suele ser tan habitual en documentales. Menos aún, en documentales que se nutren de entrevistas. Sin embargo, este documental tiene abundantes partes recreadas, mucho material videográfico de lo que sucedió, y las clásicas entrevistas de los protagonistas explicando lo que pasó. Por resumir su argumento, para quienes no la hayan visto, Man on Wire narra cómo el excéntrico francés logró cruzar con un alambre entre las cúpulas de las dos torres del World Trade Center de Nueva York en 1974. ¡A 450 metros de altura! Casi ná, que dirían algunos. Pues bien, la historia, está tan bien delimitada, que tenemos un primer acto que sirve de planteamiento y presentación del personaje (con breves pasajes de infancia incluidos), un segundo acto cargado de enormes problemas, y un tercer acto que resuelve una situación que parecía prácticamente imposible al comienzo de la película. Por supuesto, el espectador goza de la ventaja de que ya conoce cómo va a terminar la historia, porque su protagonista es precisamente quien la cuenta. Atendamos por partes, a su estructura y sus personajes, para desmenuzar un poco este brillante documental.

La estructura está centrada en entrevistas que recuerdan lo que sucedió a modo de flashbacks. Es decir, los protagonistas de la gesta, nos ofrecen sus testimonios para que sepamos cómo se fraguó esta aventura- Entre ellos, el propio Phillipe Petit, nuestro personaje protagonista, quien recuerda con máximo detalle, cada uno de los días que pasó hasta que logró el éxito cruzando las dos torres. El planteamiento es sencillo, y está contando son solvencia. Un pasaje de la infancia nos muestra a un Phillipe en Francia, su país natal, robando un recorte de una revista en la consulta del dentista. El recorte pertenece a la noticia del inicio de la construcción de las dos torres del World Trade Center, y entre otras cosas sirve también para lanzar la temática de la película (otro de los puntos fuertes del documental), en la cual no quiero entrar, por su más que evidente simbología tras el 11-S. Y es el propio Phillipe quien se encarga de explicarnos como los objetivos suelen tener forma concreta. En palabras del mismo Phillipe escuchamos “el mío todavía estaba por construir, ¿entiendes?, era un objetivo sin forma, un objetivo abstracto”. ¡Bingo! Primer gran acierto de este documental, qu

e nos muestra al personaje planteando su super – objetivo nada más comenzar la película. Es tan grande su objetivo que no podemos llamarlo simplemente así y que entra dentro de la categoría de super – objetivos. Phillipe, no sólo tiene que entrenarse duramente para ello, sino esperar a que se construya el lugar donde realizarlo. Como si Frodo tuviera que esperar a que se construyese La Torre Oscura para destruir el anillo o Luke Skywalker a que se terminara la Estrella de la Muerte para destruirla. Por si fuera poco, el objetivo queda planteado cuando Phillipe era todavía un niño, así que tendrán pasar unas tres décadas hasta que logre materializarlo. El posicionamiento del espectador es contradictorio, porque pese a saber que el super – objetivo se culmina con éxito, ya está más que intrigado en saber cómo lo ha conseguido. Pero lo importante, es que sabemos pronto, y sabemos con claridad, qué es lo que más desea en el mundo el personaje: cruzar los cielos del World Trade Center. Y es necesario que entendamos la intensidad de su deseo, y la motivación del mismo, para comprender todo lo que es capaz de hacer el personaje por conseguirlo.

Pasamos al nudo, el segundo acto. Donde normalmente, como bien saben los guionistas, suelen naufragar las malas historias. Pues bien, lejos de aburrir, o de no tener suficientes detalles que contar, la historia casi se hace corta. Porque en este acto, asistimos a la superación de los pequeños objetivos, necesarios para alcanzar el gran super – objetivo. Phillipe se enfrenta a numerosos obstáculos y complicaciones, como para que el espectador incluso dude de si realmente logró su gesta, o está ante un falso documental. Si bien, no hay un antagonista concreto, tampoco se requiere. Sin embargo, a lo largo del nudo, vemos como Phillipe tiene que planear el asalto a las dos torres, como si de un ladrón se tratara. Con un montón de viajes a Nueva York, Phillipe diseña cientos de planos para colocar su alambre, saca cientos de fotos de las azoteas, analiza cualquier detalle que pueda entorpecer su super –objetivo, e idea varios mecanismos para colocar el alambre entre las dos azoteas de las torres hasta que da con el correcto. En varios momentos vemos al propio Phillipe creyendo que es imposible lograr su sueño. Una amiga, en un momento determinado explica “los días previos, Phillipe no hacía más que ver películas de ladrones y policías, como si eso le prepara para el gran día”. Efectivamente, pronto comprendemos, que debajo de ese sueño imposible, es necesaria una trama en la que se nos tiene que contar la planificación del golpe. Por lo tanto, estamos más cerca de una película al estilo Misión imposible, que ante el típico documental. Por eso muchos tacharon en su momento a este suceso como “el crimen artístico del siglo”. Los obstáculos son también innumerables. Incluso llega un punto que Phillipe se agujerea un pie con un clavo, y le vemos caminando en muletas. Lejos de que esto sirva para alejarle de su super-objetivo, el propio Phillipe explica cómo aprovechó la ocasión de estar inválido, para recabar información en el World Trade Center sin que nadie le pidiera explicaciones. De nuevo, el super-objetivo motiva cada una de las acciones del personaje principal.

Junto a esta planificación, adquiere mucha importancia el entrenamiento de Phillipe en Francia y la búsqueda de cómplices. Y ahí, es donde el documental se acerca a estructura de de cintas como Rocky o Karate Kid. En varias ocasiones vemos, con imágenes grabadas por sus amigos, cómo Phillipe coloca el alambre entre dos árboles a la misma distancia que lo colocará entre las dos torres, no sólo para entrenar duramente, sino también para convencer a los descreídos que no confían en su gesta. Y además, se nos explica, como antes de llegar a este super – objetivo, Phillipe tuvo que ganar otras batallas, como cruzar las torres de Notre Dame, o pasear por encima del puente del Puerto de Sidney. Por último, para que este segundo acto no se haga nada aburrido, escuchamos los testimonios de sus cómplices, y vemos cómo algunos le abandonaron, cómo otros les siguieron hasta el último momento, y cómo otros todavía seguían incrédulos incluso en las propias entrevistas. Todos ellos, sin embargo, sabían que habían hecho historia. De todos, me quedo en particular, con el de la chica que compartía, además del sueño del protagonista, una relación amorosa con él. ¿Y qué se necesita en toda buena historia para que la conexión ya sea total con el espectador? Al menos, una subtrama de amor. Lejos de parecer una casualidad, creo que cumple su función en todo este engranaje. Sabemos que el segundo acto llega a su fin, cuando vemos cómo en su primer intento de conseguir su super – objetivo, Phillipe sufre un revés tremendo, tiene que abandonar su plan y vuelve a Francia desolado. El propio Phillipe y sus amigos, nos explican que el golpe fue muy duro para Phillipe. Perfecto. Tenemos al personaje principal en el abismo, y necesitamos que se rehaga por completo para alcanzar su super-objetivo.

Y así llegamos al tercer acto. El momento en el que se aproxima el clímax. El lugar exacto, donde todo tiene que cobrar sentido, donde la tensión tiene que ser máxima. Y se nos cuenta con una intensidad tal, que es difícil no quedarse con la boca abierta. Tras burlar a la seguridad del World Trade Center, Phillipe y sus cómplices pasan la noche en la cima de las torres, colocando todo para que Phillipe pueda desafiar a la gravedad caminando sobre un alambre en el cielo de Nueva York. Llega la mañana, y tras burlar por última vez al último guardia de seguridad, Phillipe se lanza al alambre. El miedo se apodera de todos sus amigos, porque saben todo está en juego. La concentración de Phillipe es máxima…hasta que de repente, los testimonios nos explican que Phillipe sonrío desde mitad del alambre. Y se nos muestra esa sonrisa a través de una foto. ¡Super –objetivo alcanzado! La policía mira perpleja al funambulista, y los amigos se emocionan al contar ese momento. El propio Phillipe explica con detalle que había logrado el sueño por el que luchó durante toda su vida, y que quien persiste lo consigue. El sueño americano se ve realizado, y la constancia ha obtenido su recompensa. El espectador se emociona y siente alivio, a la vez que disfruta de una imagen tan poética como singular: un hombre cruzando entre dos de los edificios más grandes del mundo. Y por último, tras ese gran momento, un desenlace muy emotivo, en el que se nos explica cómo a partir de ahí Phillipe cambió, como la fama llegó a él y algo cambió en él también. Phillipe logra su objetivo, pero algo se rompe dentro del personaje, y eso es más que necesario para que no todo sea felicidad máxima al final de la gesta. El personaje pierde su relación en la subtrama de amor, y también algún que otro amigo/cómplice importante en la subtrama de amistad que se había desarrollado durante la película. Una subtrama de amistad, turbulenta y complicada, sugerida a través de los testimonios de un amigo, que entre sollozos reconoce que algo cambió después de lograr el éxito.

Fundido a negro, entran los créditos con la música de Michael Nyman (fantástica por cierto), y por un momento, todo se detiene. Finaliza esta extraordinaria y poética historia, dejando en el espectador la sensación que en el fondo lo que ha visto es una película de ficción, con la piel de un documental. Viendo el trailer y sin saber nada sobre la película, pocos pensarían que se trata de un documental. - Gracias por llegar hasta el final -

jueves, 26 de mayo de 2011

Ayudas a la producción audiovisual de la DGA 2011

Ya está disponible la resolución de las ayudas a la producción audiovisual del Gobierno de Aragón del año 2011. Este año no pienso indignarme (bastantes indignados hay ya por causas más importantes), pero sí hacer un recordatorio del mal estado de salud que tiene nuestra Comunidad Autónoma en la producción de cortometrajes. En su momento ya intente realizar un breve análisis sobre la situación de las ayudas a los cortometrajes en Aragón, con entradas dedicadas a la claridad y coherencia de las concesiones, a las comisiones, criterios y desarrollo del audiovisual y cómo la crisis terminó por afectar a estas ayudas. Pocos manifestaron su descontento al respecto cuando hubo recortes, casi nadie protestó las decisiones y todo pasó de forma bastante desapercibida como si la situación no fuera con nosotros.

Pero por aportar algunas cifras objetivas, quiero recordar que este año el Gobierno de Aragón apoya a tan sólo 7 cortometrajes (5 de ficción y 2 documentales) a los 24 que recibieron subvención el año pasado. Este año se han quedado sin trozo del pastel 39 proyectos frente a los 69 que se quedaron fuera el año pasado. De lo cual, me gustaría extraer una última conclusión: en el año 2010 se presentaron 93 proyectos, mientras que este año la cifra ha disminuido hasta 46 proyectos. ¿Falta de iniciativa? ¿Descontento generalizado por los realizadores aragoneses? ¿La crisis también afecta a la creatividad? Sea lo que sea, parece que hay mucha gente que ha perdido la fe en sacar adelante un proyecto, o sencillamente, que ha preferido hacerlo al margen de cualquier subvención.

Además, podrán comprobar, que como siempre se siguen mezclando documentales y ficción en el mismo saco, se quedan fuera varios realizadores conocidos por nuestra tierra, y también jóvenes realizadores a los que una vez más se les niega una primera oportunidad de realizar un cortometraje con algo de apoyo económico. Y por si fuera poco ya está circulando por ahí el DVD colectivo de los "mejores" cortometrajes aragoneses del 2010 (los seleccionados en la SCIFE 2010) que el Gobierno de Aragón se encarga de ¿difundir? para que se vean estos trabajos. No me tiren de la lengua con este tema...Desde aquí, mi enhorabuena a los que han conseguido un trozo de la raquítica tarta de este año, y mis ánimos para los que se han quedado sin probarla. Si nos descuidamos, en uno o dos años, nos quedamos sin tarta de cumpleaños.

martes, 24 de mayo de 2011

lunes, 23 de mayo de 2011

The Tree of life

Por si alguien todavía no lo ha visto, el sugerente trailer de la película de Terrence Malick, ganadora de la Palma de Oro en Cannes.

miércoles, 18 de mayo de 2011

Sobre el punto de vista y "No tengas miedo"


¿Qué es el punto de vista? ¿Cómo se logra mantener la coherencia del mismo a lo largo de una película? ¿Está bien saltarse el punto de vista elegido a lo largo de una película? ¿Por qué un punto de vista y no otro?

Estos son sólo algunos de los interrogantes que cualquier guionista/director se cuestiona cuando escribe/dirige su película Las discusiones sobre el punto de vista suelen ser eternas y en muchas ocasiones acaban por resultar aburridas y tediosas. Sin embargo, nadie niega que el punto de vista y su tratamiento suele ser esencial para cualquier película. El espectador, de forma inconsciente, suele recibir mucho mejor el mensaje cuando el punto de vista elegido por el emisor suele ser claro. Y en esa elección del director, no sólo reside todo el poder que este posee para transmitir un mensaje determinado, sino que también suele determinar cualquier aspecto técnico y estético de la película.

Si hay algo que sobresalga por encima de todo en la última película de Montxo Armendáriz, es la coherencia y solidez que ofrece el punto de vista elegido por su director. No tengas miedo es una excelente lección de cómo mantener el punto de vista desde el inicio hasta el final de la película. Por supuesto, esto no es una novedad ni el paradigma de la originalidad, pero sí que es algo que cuesta mucho mantener, sobre todo porque lo sencillo suele ser saltárselo a la primera de cambio. Hace poco, hubo otro claro ejemplo en cines con el Cisne negro de Arofnosky. Recuerdo que después de verla, intenté explicarle a mis alumnos la dificultad que conlleva sostener una película con el punto de vista que Arofnosky elige para Cisne negro, más allá del tratamiento visual que tiene la película. Sin que tengan nada que ver en su trama, ni tampoco en su fondo, Montxo Armendáriz trabaja su película y su punto de vista de forma muy similar a cómo lo hace Arofnosky en la suya. Sometiéndonos en todo momento a lo que la protagonista de la película vive. Es por eso que la cámara no se aleja ni un solo momento de la altura de los ojos de Silvia (Michelle Jenner). Por eso, encontramos también en multitud de planos ópticas medias, para no posicionarnos ni más cerca, ni más lejos del personaje principal de la película. Y la cámara siempre respira según los nervios de la protagonista. Y casi siempre lo hace en silencio, como la protagonista. De forma invisible. Nada forzada. Y se mueve, según las motivaciones que ella tiene (atención al plano entre la protagonista y la cámara cuando Silvia adulta sigue a su padre por la calle y cómo termina ese plano). La cámara siempre nos revela lo que los ojos de Silvia ven y sienten sin olvidar mostrarnos su rostro. Y de esta forma, obligado a prescindir de muchos momentos en lo que lo fácil sería mostrarnos algo más que el entorno que rodea a Silvia, Montxo Armendáriz construye a través de dos de los recursos más cinematográficos que hay: la elipsis y el fuera de campo. Y se olvida de voces en off, y de recursos estilísticos baratos, para realizar saltos bruscos en el tiempo y para no mostrar partes muy relevantes (como el divorcio de los padres) en sencillas elipsis. Porque un punto de vista tan férreo como el que sostiene Armendáriz, obliga a su director a prescindir de todo aquello que está fuera del alcance de los ojos de su protagonista, de los ojos de una niña (cuando Silvia tiene menos de 10 años), y de todo aquello que está más allá de la depresión y el trauma que Silvia sufre en su adolescencia. Un personaje con la mirada agachada y que da la espalda a la cámara en multitud de ocasiones es un personaje que no puede contemplar mucho de lo que le rodea. Y ahí entran los grandes desenfoques y los planos nocturnos con Silvia aplastada sobre la imagen. De esta forma, el encuadre del primer y el último plano de la película cobran sentido. Con ópticas muy parecidas, y un encuadre similar. Cuando Silvia todavía era una niña inocente, y cuando Silvia logra su objetivo. En ambos, con Silvia andando hacia la cámara, y con esta siguiéndole al hombro en su recorrido. Siempre al hombro, y siempre de frente a ella.

Pero…(ojo spoiler), ¿qué pasa cuando aparecen los testimonios del resto de personajes en los que Silvia no aparece? ¿Significa esto que el punto de vista se ha saltado? Ni mucho menos. Tan sólo que en esas partes, es el director quien decide hacer breves paréntesis en la historia que sufre Silvia. No sé si se habrán fijado, pero en todas las entrevistas los personajes tienen algún elemento desenfocado de por medio que no permite ver la totalidad de su rostro con normalidad. Como si de esa forma, fuera más complicado hablar hacia el psicólogo/espectador.

Con esta sobriedad y con la elección del plano secuencia como norma, Montxo Armendáriz obliga a que sea el espectador quien deba decodificar qué le pasa a Silvia y cómo está viviendo esa situación. Algo que desemboca con fuerza hacia el final de la película cuando el personaje comienza a verbalizarlo hacia sus seres queridos. - A partir de aquí si no se ha visto la película mejor no seguir leyendo esta parte- Esto nos lleva a hablar del objetivo que persigue la protagonista (que lo persigue durante todo el film), otra de las insistencias más fervientes hacia mis alumnos, y que entronca directamente con el punto de vista elegido. Durante toda la película, el objetivo está muy bien oculto, pero siempre presente para el espectador desde que (ojo spoiler) el padre de Silvia abusa de ella por primera vez cuando es niña. Desde ese momento el personaje ansía entender por qué su padre ha abusado de ella durante toda su vida. Este, podríamos decir, que se trata del objetivo interno de la protagonista. Lo que la mueve en cada una de sus acciones. Curiosamente, el objetivo externo (que aunque mínimo también lo hay) se convierte en “verbalizar lo que me ha pasado”, para lo cual Silvia tendrá que superar una serie de dificultades concretas que poco a poco irá solucionando hacia el final de la película. Esas dificultades se traducen en "querer llevar una vida como el resto" para lo que Silvia tendrá que luchar por logar una relación sentimental estable, una relación de amistad sana, y donde además tendrá que lidiar con su adicción a las máquinas y con su incrédula madre a la que pretende convencer. Además, desde casi la mitad de la película, Silvia tendrá que luchar contra sí misma para entender por qué quiere tanto a quien le ha hecho tanto daño. Lo que externamente se traducirá en querer alejarse de su padre. Todo esto, se resume en que Silvia lo que quiere es verbalizar su trauma. Porque verbalizánzolo lo superará. Y porque ese es el primer paso para poder superar todos sus miedos (título de la película). Y es aquí, donde cobran sentido el resto de declaraciones a modo de falso documental, con las que Montxo Armendáriz trufa su película. Cobran sentido porque es importante ver cómo otros ya han logrado su objetivo verbalizando su trauma. Para que así, sea el espectador quien entienda que lo que persigue Silvia es verbalizar su trauma para salir de su particular infierno.

Puede que el punto de vista no lo sea todo en esta película, pero sin duda ayuda (y mucho), a que la coherencia en la historia, así como la sutilidad con la que está contada sean de una exquisitez máxima. Y si el objetivo del personaje está claro, mejor que mejor, sobre todo, tratándose de una película tan poco canónica. De esta forma, el mensaje llega con claridad al espectador. Y según el punto de vista que Armendáriz imprime a su película, somos nosotros quienes debemos sacar nuestras propias conclusiones respecto a los personajes.

Sobra decir que si a esto le añadimos las excelentes actuaciones de Lluis Homar y Michelle Jenner, la lúcida fotografía de Alex Catalán y una partitura que encaja a la perfección, la película es más que recomendable. Montxo Armendáriz se consolida, una vez más, como uno de los directores más coherentes de nuestra cinematografía. Larga vida a su cine. Ya me contarán su "punto de vista" al respecto.

jueves, 5 de mayo de 2011

La Granja. Primeras citas.


Pasado el proceso de creación, comenzamos ahora el proceso de distribución. Amigos y amantes del suspense, nuestro cortometraje comienza a circular por el circuito de festivales. A partir de ahora, si la ocasión lo requiere y la suerte nos acompaña un poco, informaré aquí de las proyecciones que surjan del cortometraje, así como de los festivales de cine donde se proyecte. ¡Espero que nos podamos ver en alguno de ellos! De momento, han llegado ya tres selecciones. El cortometraje se proyectará durante el mes de mayo en:

- XIV JORNADAS DE CINE VILLA DE LA ALMUNIA Martes 10 de mayo. 21:30. Salón blanco de La Almunia.

- IV FESTIVAL DE CINE CORTO EN VIDEO DE SALAMANCA. Jueves 19 de mayo. 22:30. Bar Granero de Salamanca.

Además también es finalista en la Selección oficial del Concurso de Cortometrajes Iberoamericanos del 39ª FESTIVAL DE CINE DE HUESCA entre los casi 2000 trabajos inscritos en el festival. Podéis consultar los seleccionados aquí. En junio, ya informaremos del día en el que se proyectará el corto, que además supondrá su primera proyección en 35 mm.

Como decía alguien que ahora no recuerdo...que la fuerza nos acompañe.

lunes, 2 de mayo de 2011

Fotogramas muy valiosos.


La ventajas de ver con ojos de adulto películas que adorabas en tu infancia es que te permiten disfrutarlas de otra forma y recordar las mismas sensaciones (o parecidas) que atravesabas cuando las visionabas de pequeño. La mayor desventaja es que uno siempre acaba relativizando su pasión por esas películas para comprender que en su conjunto quizá no son “tan tan tan buenas” como a uno le parecen de pequeño, sino que más bien se acercan a películas “normalillas” o incluso “muy malas” para la mayoría de la gente. No hablo aquí de Regreso al futuro, Tiburón o La guerra de las galaxias, obras reconocidas por las que es sencillo sentir devoción. Hablo de esas joyas que revisadas años después no pierden su encanto para quien se enamoró de ellas en la infancia, pero que a la vista de la gran mayoría pasarían como “las más feas del lugar”. Películas que uno vio en el cine de pequeño, y que influenciado por la magnitud de la pantalla (siempre parece mayor cuando eres un niño) , por la oscuridad de la sala o por el sonido envolvemente han quedado registradas para siempre en nuestra memoria. En este saco emocional de películas muy malas a las que profeso una extraña devoción entran para mí Hook. El capitán garfio (1991), Ángeles (Angels in the Outfield, 1994), Besos de vampiro (Vampire´s kiss, 1989) o Una pandilla de pillos (The little Rascals, 1994) por poner algunos de los ejemplos a los que más cariño les tengo.

Son algunas de las muchas películas (buenas) que vi en la infancia sentando en la última fila de las viejas butacas del cine en el que me crié. En la actualidad, si en algún momento las pillo por televisión, reconozco que sigo observándolas con cierta admiración. Sobre todo, intentando recordar cómo en su momento me impactaron tanto por tal o cual razón. Rememoro las imágenes que se me quedaron grabadas para el resto de mis días y las disfruto desde la perspectiva que te ofrece la madurez que no tienes cuando eres niño. Y aún así, todavía me río a carcajadas cuando Hook se queda sin su peluca, todavía me estremezco cuando veo a Nicolas Cage buscando una cucaracha por su cocina para desayunar y se me ponen los pelos de punta cuando toda la pista entera de Los Ángeles comienza a agitar los brazos para que su equipo gane. Son esos momentos de la infancia que vuelven cuando menos te lo esperas. Son esas películas “buenas/malas” que si las emiten en la tele las ves una y otra vez, como si de esa forma rescataras por un instante al pequeño que todos llevamos dentro. Todo el mundo tiene una o dos películas de este tipo, y no todos confiesan su devoción por ellas. Para que negarlo. Mucho antes de Bergman, Godard o Wong Kar Wai se cuelan en nuestras vidas esos momentos que valen tanto o más como los que el cine nos ofrece en nuestra madurez. Son instantes imborrables. Con el tiempo uno también se da cuenta, que de alguna forma ha estado tan influenciado por esos fotogramas que de forma inconsciente ha rodado algunos muy parecidos. ¿Rescata uno los recuerdos de su infancia cuando rueda? Quién sabe...Sólo sé que son fotogramas muy valiosos según los ojos que miren.

¿Alguna obra más a rescatar?