jueves, 30 de diciembre de 2010

Una mirada al 2010

Como última entrada del año, seguiré con la tradicional lista de las diez películas que más me han llamado la atención en este 2010. Parece que no, pero esto de las listas luego suele ser animado para todos. El resumen del año pasado ha sido hasta el momento, la entrada en este blog con mayor número de comentarios.

Este año hay un buen número de películas que por falta de tiempo no he podido ver, por lo que la lista va a ser más subjetiva que nunca. Algunas de ellas se encuentran entre las más aclamadas del año: Machete, Scott Pilgrim, Neds, Fantastic Mister Fox, Two Lovers, Baaria, Canino, Caracho o Un tipo serio son algunas de las que tengo pendientes, y que si puedo veré en el próximo 2011. Nombro estas, porque probablemente aparezcan en muchas de las listas de este 2010 que ronden por internet. Así que, vaya por adelantado, que esta lista es tan reducida como el cine que he podido ver a lo largo de este año, que por otros menesteres, no ha sido tanto como en ocasiones anteriores.

Como siempre, no tomo el año en el que se estrenó la película, sino la fecha en la que lo hizo en cartelera española. A priori, y echando un vistazo rápido, este 2010 ha sido un año bastante pobretón, mucho menos interesante que el 2008 y el 2009, en el que cuesta sacar una lista de diez películas que verdaderamente me hayan llamado la atención. Realmente las cinco últimas son por completar una lista que cerraría a partir de la quinta. Pero por seguir con la tradición ya abierta de otros años...ahí va mi lista con las diez películas más implacables de este año.

1. UN PROFETA (A Prophet, Jacques Audiard, Francia)

MEJOR PELÍCULA EUROPEA DEL AÑO


Para mí la mejor película estrenada durante este 2010. Si bien es del 2009, llegó a la cartelera española en febrero del 2010. Soberbia historia de uno de los directores más interesantes del panorama cinematográfico actual. Un profeta tiene todo lo que debe tener una gran película. Además, la película da una nueva vuelta de tuerca sobre el cine carcelario. Magnífica concepción, con una puesta en escena apabullante, un ritmo vertiginoso y un tratamiento temático interesantísimo. Imprescindible y magistral. Sin duda, la única película estrenada en este 2010 a por la que merece la pena utilizar el calificativo de "obra maestra". Algo más de crítica aquí.

2. LA RED SOCIAL (The Social Network, David Fincher, EEUU)

MEJOR PELÍCULA ESTADOUNIDENSE DEL AÑO

Para muchos un timo de película. A mí me parece que la película contiene los mejores diálogos del año (Sorkin), la puesta en escena más sobria (e interesante) que ha realizado Fincher, y una trama judicial de rivalidad que no le deja al espectador ni un minuto de respiro. Por no decir, que el buen cine es el que sabe reflejar el tiempo en el que vive, y esta película refleja con mucha maestría, la sociedad occidental actual. Una película adaptada a nuestro tiempo, que no te deja ni un respiro.

3. TOY STORY 3 (Lee Unkrich, EEUU)

En años anteriores fueron Wall-E y Up. Este año, le toca el turno a la película que rompe la estadística de que terceras partes nunca fueron buenas. El guión más sólido del año, el broche final a una trilogía que no desmerece a ninguna de sus partes, una verdadera reflexión sobre el paso de la infancia a la madurez, y por supuesto, una película de aventuras cargada de guiños al resto de géneros cinematográficos. Desde su vibrante primera escena hasta su emotiva escena final, Toy Story 3 es una delicia que demuestra (una vez más) que en Pixar, cada año, se gesta una obra maestra. La mejor guinda para cerrar un ciclo abierto hace quince años. El que crea que el cine de animación de Pixar es cosa de niños, es porque todavía no ha visto esta película.

4. BIUTIFUL (Alejandro González Iñarritu, España – Mexico)

Una tragedia contemporánea en toda regla, con el personaje más complejo y mejor creado del año: Uxbal. Javier Bardem vuelve a sorprendernos con una interpretación muy por encima de la media. La película tiene tantas capas, y el personaje principal está tan bien moldeado, que la agonía del drama que narra Biutiful se hace casi insoportable para el espectador. La combinación Bovaira, Cuarón e Iñarritu, sin la presencia de Arriaga nos ha dejado una de las mejores películas del año, mucho más interesante que sus anteriores 21 gramos y Babel. Pese a que roza lo tremendista en algún momento, una cinta sincera y desgarradora sobre los misterios de la vida, y de la muerte.

5. BURIED (Rodrigo Cortés, España)

MEJOR PELÍCULA ESPAÑOLA DEL AÑO

Porque confirma que Rodrigo Cortés es uno de los directores más talentosos que tiene el cine español. Porque es apabullante de inicio a fin. Porque hay que tener muchas narices para rodar una película entera dentro de un cajón sin aburrir al espectador, y porque, vista con distancia, es un ejercicio de realización que no todo el mundo podría llevar a cabo. En definitiva, la mejor película española del pasado año, y probablemente la experiencia más agobiante que se ha podido tener este año en el cine.

6. ORIGEN (Inception, Christopher Nolan, EEUU)

La película que más polémica ha despertado este año. La puesta en escena de origen aprovecha al máximo las nuevas tecnologías, y nos fascina con algunas secuencias que a buen seguro serán imitadas por otros cineastas en el futuro. Al igual que Avatar, se podría discutir si la historia es interesante o no (nada original desde mi punto de vista), pero ha sido verdadero disfrute admirar el despliegue visual que Nolan utiliza para marcar el ritmo de su película. Sólo por eso, se me cuela entre las diez más destacadas del año. Al César, lo que es del César.

7. EL ESCRITOR (The Writer, Roman Polanski, EEUU)

Polanski con poco hace mucho. No es una de las mejores películas del director polaco, pero aún así, es de lo más destacado que este año ha pasado por cartelera. Sobria y elegante, contiene la mejor secuencia final del año. Polanski es solvente una vez más. Su película, poliédrica, más parecida a un rompecabezas que una obra cinematográfica es formalmente refinada y nos fascina con su punto de vista casi voyeur de un mundo lleno de ambiciones y poderes. Visualmente fascinante.

8. INVICTUS (Clint Eastwood, EEUU)

A Eastwood le sucede igual que a Polanki. A poco interesante que sea la historia que decide dirigir, ofrece siempre una película solvente. Algunas le salen mejor y otras peor, pero incluso éstas, están muy por encima de la media. Invictus no es redonda, ni mucho menos, pero ofrece momentos de buen cine, así como una realización (la del partido de rugby final) que a uno se sobrecogen en la butaca. Igualmente, como biopic, será difícil que Eastwood supere el retrato de Charly Parker en Bird.

9. SPLICE. EXPERIMENTO MORTAL. (Splice, Vicenzo Natali, EEUU, Canadá, Francia)

Aquí ya empieza lo subjetivo. Probablemente el tercer acto de esta película sea lo más nefasto que se ha visto en una película de ciencia ficción. Pero las dos primeras partes, así como una tensa y sobrecogedora historia familiar con engendro incluido, bien merecen rescatar esta película. Tiene momentos de verdadero terror y algunos de los efectos visuales más logrados del año aplicados a Dren, el engendro científico. El director de Cube ofrece una película tan irregular como su propia filmografía. Pero la valentía de determinadas escenas, en una producción de ciencia ficción de carácter casi independiente, meten para mí a esta película entre las diez más destacas del año.

10. GRU, MI VILLANO FAVORITO (Desplicable Me, Chris Renaud, Sergio Pablos, Pierre Coffin, EEUU)

Y cierro la lista con una nueva película de animación. Mucho más infantil que Toy Store 3, pero no por ello menos interesante. Lo cual me hace pensar, que quizá lo más incesante de este año lo haya encontrado en el cine de animación. Gru es la primera producción de Illumination Entertaiment, y se abre paso entre los gigantes Pixar y Dreamworks. El personaje principal es encantador, y los minions (subordindos del villano) son los que más me han hecho reír este año en la sala de cine. Como la risa, es algo que valoro mucho, rescatada queda de este pobre año 2010.

Y haciendo memoria, quizá cueste sacar diez películas interesantes, pero no sacar unas cuantas decepciones de películas que prometían mucho, y que sin embargo, sólo me han provocado urticaria al salir del cine. Ahí van mis cinco grandes decepciones, con cinco grandes directores detrás que este año han regalado cinco grandes bodrios inconmensurables. Los cinco comparten algo en común: parecen tan estancados que es mejor no ver sus últimas películas.

  1. Alicia en el país de las maravillas de Tim Burton.
  2. Shutter Island de Martin Scorsesse.
  3. Robin Hood de Ridley Scott.
  4. Airbender, el último guerrero de M. Night Shyamalan.
  5. Balada triste de trompeta de Alex de la Iglesia.

Y la que es sin lugar a dudas, la película más sobrevolarada del año, y quizá una de las que más me han aburrido en mucho tiempo: En tierra hostil (The hurt Locker, Katherin Biguelow). No entiendo nada de los oscar del pasado año. Pero esa ya es harina de otro costal.

Definitivamente no ha sido un buen año para ir a ver películas al cine. Suerte que entre tanta película mediocre, Iniesta nos regaló la mejor imagen del 2010. Ánimo con vuestros proyectos para el próximo año y ¡feliz año nuevo!

viernes, 17 de diciembre de 2010

jueves, 9 de diciembre de 2010

POSTPRODUCCIÓN I. LA GRANJA. Sound desing and music.


Cuando se escribe un guión cinematográfico resulta imprescindible no olvidar que el sonido es un elemento más dentro de cualquier narración. Sobre todo el sonido diegético que procede de la propio relato.

El sonido, y por tanto, la música que ya se tenga clara desde la escritura de guión, determinará en buena medida, no sólo el tono de la historia, sino también el estilo final y buena parte de la puesta en escena.

En este momento nos encontramos en plena post-producción de sonido de La Granja. Por un lado, Sergio López - Eraña, se encarga de realizar el diseño sonoro (también grabó el sonido directo). Por otro, Sergio Lasuén, está componiendo la banda sonora que grabaremos por Navidad en Zaragoza. Ambos trabajan en la misma dirección, y es necesario que ambos sepan del trabajo del otro. Por eso, lo primero que hemos hecho, ha sido reunirnos los tres para tratar el sonido del corto. De esta forma, quizá logremos una unidad sonora, en la que música y diseño sonoro no se entorpezcan mutuamente, sino que más bien se complementen.

Por supuesto el lenguaje en este proceso cambia. Uno deja de lado los frames, el ritmo de montaje, y los movimientos de cámara, para empezar a hablar de arcos sonoros, tonadillas, distorsiones, octavas o fluctuaciones musicales. Resulta interesantísimo escuchar las conversaciones entre diseñador de sonido y músico. Ambos hablan el mismo lenguaje. Y entre medio, servidor, intenta explicar qué se necesita para cada secuencia, cuál es la idea genera que se pretende transmitir, cómo deberían asociarse determinados sonidos a determinados personajes, y en qué momento cobra más vida la música, el diseño sonoro, o incluso la ausencia total de ambos. A pesar de que el objetivo de los tres es el mismo, contar de la mejor manera la historia que hay montada, el lenguaje entre los Sergios no siempre resulta fácil de seguir. A veces es complicado decidir si hace falta una cuerda sostenida, o por el contrario un efecto ambiental, si es necesario un viento de flauta, de fagot, o mejor, un viento natural, si conviene acompañar una secuencia determinada, o por el contrario trabajarla sólo en diseño sonoro, si es mejor que la música entre antes o después de determinada frase, etc. La verdad que los tres nos estamos llevando algunas sorpresas en este proceso. Pese a que se mantienen las ideas originales que ya estaban en el proyecto inicial –antes de rodaje- nos encontramos con determinadas secuencias que funcionan mejor a partir de sonidos tan extraños como inimaginables para el ambiente dónde suceden. Sin embargo, todo pasa desapercibido. Cuesta imaginar qué suena detrás de un ladrido de perro, o a partir de qué sonidos está generado el ambiente de una granja. Ni que hablar de todo aquello que sencillamente no sabemos cómo suena, porque nunca lo hemos escuchado más allá de una película. Esos son, sin lugar a dudas, los grandes retos de este cortometraje.

La capacidad de abstracción es máxima en este proceso, y por supuesto, la capacidad de entendimiento mutuo. Uno tiene que abandonar ideas preconcebidas y abrir bien su mente para lo que pueda surgir en el proceso. Sabemos que en este corto de género, nos jugamos buena parte de su funcionamiento con el sonido del mismo, y por eso lo intentamos mimar, tanto o más que a la imagen. Vamos a ver dónde nos lleva todo esto. De momento, el proceso, es ya todo un aprendizaje.

viernes, 3 de diciembre de 2010

La siempre presente duda razonable


Ser miembro de un jurado para otorgar un premio no es tarea fácil. Cualquiera que haya atravesado esa situación lo sabe. Si bien es cierto que tiene cierto punto divertido, incluso reconfortante, la mayoría de las veces resulta complicado discernir qué obra merece ser premiada, y todavía más complicado discernir por qué.

He tenido la oportunidad de asistir como jurado varias veces en festivales, certámenes, etc. Recientemente, decliné una nueva invitación a participar como jurado en un festival de cortometrajes. Tenía que leer casi sesenta guiones de cortometrajes durante todo este tiempo y decidí no mezclar churras con merinas. Al final, pese a que el objeto que valoras siempre es diferente según el certamen o festival, la sensación como jurado resulta siempre parecida. Ser jurado de algo me parece que es una tarea de una gran responsabilidad, que exige mucho compromiso hacia uno mismo, y por supuesto hacia el resto de los miembros que componen el jurado. También es una tarea de un gran compromiso ético respecto a tus ideas, tus juicios, tus gustos, y por supuesto respecto a la confrontación de estos con los del resto de los miembros del jurado. Es por eso que quizá tenga predilección por películas en las que alguien debe defender sus ideas, ya sea en 12 hombres sin piedad o Caballero sin espada. Estoy pensando que igual por eso, también me atrae tanto La red social. Aunque ese es otro tema.

La responsabilidad de un jurado se demuestra en la seriedad con la que este se plantea lo que está valorando. No quiero ni imaginar lo que debe ser pertenecer a un jurado popular, en el que en vez de premiar a alguien, se debate qué castigo va a recibir el acusado. Por supuesto, la peor pesadilla posible es pertenecer a un jurado popular que decide sobre la vida o la muerte de otra persona. Estoy pensando que por eso me impactó tanto el final de M, el vampiro de Dusseldorf o que por eso sufro cada vez que veo cómo finaliza Frankestein. De hecho, cuando se trata de valorar obras ajenas, uno siempre espera encontrarse unos compañeros que se tomen con responsabilidad su cometido. Desgraciadamente no siempre es así, y en alguna ocasión me he cruzado con personas que se toman muy a la "ligera" sus decisiones.

Ayer participe en la mesa de jurado que emitía el fallo (¿por qué se le llama así? , ¿vendrá todo de un error constante por parte de los jurados?) al V Certamen de Guiones de la Delegación del Gobierno en Aragón. Quizá de las experiencias que he tenido, ha sido la más comprometida y reconfortante al saber que el sistema no sólo es suficientemente justo (varias votaciones, diversas cribas, y diferentes sistemas de puntuación para otorgar el premio, además de un tiempo razonable para leer todos los guiones presentados) sino que el debate entre los miembros del jurado se convierte en un factor fundamental para seleccionar a quién otorgar el premio. De hecho, el marco para la valoración era el adecuado. Una biblioteca con una gran mesa rectangular de madera, donde todos los miembros podíamos vernos la cara, presidida en este caso por el Delegado de Gobierno en Aragón, tres personas con voz pero sin voto y los nueve miembros del jurado con voz y voto.

Al estar valorando obras que van firmadas con seudónimo, la igualdad en ese sentido es máxima. Sin embargo, y pese a que los fallos del jurado siempre son inapelables (de no ser así jamás habría un jurado que fuera definitivo), uno siempre se plantea si al final la obra seleccionada como ganadora es realmente la mejor de todas. Probablemente sí lo sea, puesto que cuando tantas personas valoran, puntúan, conversan y argumentan por qué sí o por qué no merece ser el ganador, se supone que la decisión no está tomada a la ligera y que es lo suficientemente ecuánime como para ser justa. En ese sentido, una decisión salomónica. Y se supone que tras el debate y el consenso del jurado, uno debe pensar que por supuesto la mejor obra es la que ha ganado. Pero…¿qué pasa cuando de repente nos ataca la duda razonable? Es inevitable que al final uno piense sobre cómo se ha tomado la decisión. Y por supuesto, también sirve para replantearse lo fortuito que puede ser en muchos casos, el hecho de que un jurado te otorgue un premio. Entiendo a Paul Newman cuando explicaba por qué corría en carreras de coches. Decía que era la única manera de saber si eras realmente el mejor, porque si llegabas el primero, significaba que realmente lo eras. Cuestión de segundos, sólo eso. En el caso de festivales, certámenes, o distinciones en forma de premio, soy cada vez más consciente del poco peso (que no ilusión y apoyo, eso es otra cosa) que debería tener para considerar que tu trabajo es bueno, o sencillamente, mejor que el de los demás. Y cuando uno empieza a comprender de verdad eso, es cuando creo que disfruta de otra manera en el momento que un jurado le otorga un premio. La de ayer fue una grata experiencia, en la que el arte de la dialéctica fue realmente importante para la valoración final. Después me acerqué hasta el FNAC y cayó en mis manos “El arte de tener razón” de Arthur Schopenhauer. En un día así no pude evitar comprarlo. Por suerte no tuvimos que hacer uso de lo que Schopenhauer explica en su última estratagema: “cuando se advierte que el adversario es superior y que uno no conseguirá llevar razón, personalícese, séase ofensivo, grosero”. Lo de ayer fue mucho más agradable y finalizó con un fuerte de apretón de manos, y la sensación de haber sido lo más justos posibles dentro de la siempre complicada labor de ser jurado. Aunque existan, como siempre, comprensibles dudas razonables. Al fin y al cabo ¿qué seríamos si no las tuviéramos? No es fácil ser jurado, y creo que nadie, por mucho tiempo que lleve haciéndolo, puede terminar de acostumbrarse a serlo. Quizá Risto Mejide...pero ese también es otro tema.

El fallo del jurado aquí. Mi enhorabuena a los ganadores.