miércoles, 14 de septiembre de 2011

Cuatro años de blog implacable

Ni mucho menos pensaba que iba a durar tanto tiempo abierto este blog. De hecho, cuando empecé a escribir en él, fue principalmente para contar la experiencia que viví con el cortometraje “Salomón”. Con el tiempo, y como es inevitable, he terminado por escribir de todo aquello que "me gusta" (en tiempos de redes sociales corresponde usar esa expresión), y también de lo que no. Y así, se han ido colando entradas sobre guión, estrenos, documentales, películas, series de televisión, música, teatro, educación, crítica, videoclips, sobre los cortometrajes que ruedan otros y con bastante frecuencia sobre los que voy rodando yo también. Si la memoria no me falla, hasta sobre fútbol creo que hablamos por aquí…Y la verdad, que con el tiempo, encuentro difícil no escribir una entrada de vez en cuando.

El pasado domingo (11-S), el blog cumplió su cuarto aniversario, sobreviviendo a la implacable oleada de las redes sociales. Así que toca dedicar una entrada a los que están al otro lado. Muchas gracias a todos los asiduos que se pasan por este rincón, a los que lo hacen de forma esporádica, a los que lo han descubierto recientemente, a los que dejan comentarios, a los que no lo hacen nunca, y a los que de repente en mitad de una conversación te dicen: “por cierto, sigo tu blog”, dejándote con cara de palo sin saber muy bien qué decir. Lo que a uno le recuerda, que hay un emisor, pero al otro también un receptor.

Desde que instalé el contador de visitas (hará un año), hemos pasado de las 20.000. No sé si son muchas o pocas, pero sé que animan a seguir escribiendo. Principalmente, por una razón: en estos cuatro años, el mundo de ahí afuera, sigue siendo igual, o más implacable que antes. Y eso creo yo, ya es motivo suficiente para seguir escribiendo. Un año más, feliz cumpleaños implacable.

lunes, 12 de septiembre de 2011

La Granja y Laura Contreras

Si para esta tarde no tienen un plan mejor, pueden ir a ver La Granja al Ámbito Cultural de El Corte Inglés en el ciclo "Conoce a...Laura Contreras". A las 19:30. Después de la proyección, Laura y servidor, tendrán una charla - coloquio con el público asistente.

jueves, 8 de septiembre de 2011

Tambor de juguete

Caminaré por la calle hasta perder la cuenta de las baldosas que tiene esta ciudad. No sé si antes, o después de que note el pinchazo en el pecho, me detendré frente al escaparate de viejos juguetes. Me llevaré la mano al corazón. De forma impulsiva, como un acto reflejo, intentaré respirar para mantenerme en pie. No llamaré mucho la atención. Y pensaré en ti. Respiraré con cautela, pues es bien sabido, que llegado el delicado momento, siempre es bueno seguir siendo discreto. Intentaré no asustar al resto de viandantes. Desfiguraré el mundano ruido de los automóviles, me olvidaré de las luces de los semáforos y del calor que desprende el alquitrán. Me centraré en el pequeño tambor de madera pintado de rojo del centro de la vitrina. Y entonces, cuando note los últimos latigazos musculares, recordaré poco a poco el redoble de las baquetas retumbando en mis dedos aquel jueves santo lluvioso. Y pensaré en tus pechos escondidos bajo el camisón de seda la noche que dormimos bajo la encina. Pensaré en las hormigas que resbalando por las grietas del tronco se colaron entre las curvas de tu espalda. Recordaré la carcoma de la vieja hamaca que madre nunca barnizó en el corral. Y la tinaja de vino amargo que el abuelo olvidó en el desván. La baraja desgastada que la abuela manejaba con maestría y las robustas manos de padre siempre cubiertas de tierra. Recordaré el sabor de las almendras recién partidas en primavera y el olor de las brasas con las que asábamos castañas el día de los difuntos. Recordaré las papelinas colgando en el balcón por San Roque y los paseos en bicicleta cuando caía el sol de verano. Recordaré cómo los grillos se abrían paso ante tus tobillos y cómo tu cadera se contorneaba entre los juncos de la balsa. Recordaré el tacto de las sábanas recién lavadas colgadas del viejo olmo y el rumor de los vecinos cuando saliste a la calle con aquel vestido blanco ceñido. Recordaré la última vez que me apretaste la mano con fuerza antes del estertor definitivo, y poco a poco apretaré también con fuerza la mía contra el pecho. Pidiéndole a Dios escuchar por última vez el redoble del tambor, acariciar la mejilla de madre, limpiar la mano de padre…Pidiéndole a Dios, volver una última vez, aunque sólo sea, para descansar cerca de ti.

lunes, 5 de septiembre de 2011

Una película complicada


La piel que habito de Pedro Almodóvar me parece una película compleja. Compleja de ver, compleja de analizar y sobre todo, compleja de escribir y dirigir. El otro día escuché en una entrevista al director manchego, una declaración, que a priori, rezuma pedantería por los cuatro costados. Almodóvar declaraba que no hubiera podido realizar la película si no hubiera dirigido las diecisiete anteriores, y que esta película, sólo la puede dirigir alguien con mucha experiencia en el medio cinematográfico. Más allá de la campaña de marketing (donde Pedro Almodóvar es un experto) que suponga esa declaración, después de ver “La piel que habito”, no podría estar más de acuerdo con su director. Por irritante que suene a priori.

La complejidad de su trama, la profundidad de la banda sonora, el austerismo espacial y conceptual que la película posee, su guión retorcido hasta la saciedad (un guión invendible por otro lado e indefendible para cualquiera que no sea Almodovar) son algunso de los elemenos que me parecen demasiado extravagantes y singulares (tanto en fondo, como en forma) como para pasarlos por alto a la ligera. No sé si únicos, pero sí diferentes a todo lo que podamos ver en una sala de cine. Quiero partir de la hipótesis (quizá errónea) de que Pedro Almodóvar ha debido sufrir mucho para escribir este guión, independientemente de que esté basado en una novela, y de que tenga fuertes influencias de películas anteriores. Y partiendo de esta ridícula hipótesis (en el fondo casi siempre se sufre en mayor o menor medida para escribir), no creo que la película de Almodóvar sea una película fácil. La película -el guión más bien- acumula tanta perversidad, plantea tantas preguntas, y a su vez resulta tan repulsiva, que es difícil no reírse en varios momentos de la misma. Provocadas o no (me interesa poco la opinión de críticos como Boyero), esas risas funcionan en La piel que habito como una necesaria vía de escape para el espectador Aquí no estamos frente a una de esas tragedias nórdicas, o frente a una película a lo Michael Haneke que no suelen dejar ni un minuto de respiro. Tampoco creo que Almodóvar buscara eso. Pero sí que necesitamos reír para interiorizar según qué momentos del relato. Porque, aunque parezca ridículo en su planteamiento, asistimos a toda una aberración sin límites.

Puede que la venganza de la película no sea ecuánime al daño que le han infringido al protagonista (siempre se recomienda que la venganza sea proporcional para que funcione), puede que el giro central no se sostenga con claridad, y puede que esa mezcla melodramática y terrorífica que combina Almodóvar sean motivos para dinamitar la película y criticarla hasta la saciedad. Pero mentiría si no reconozco, que la película deja un poso, y que a diferencia de otras cintas del director manchego, me ha incitado (un poco) a pensar en el tan olvidado sufrimiento del artista. E incluso, como me señalaba una compañera de trabajo, puede que Almodóvar disfrutara escribiendo esta película (cuánta perversión entonces). Pero quiero pensar que no ha debido ser así de fácil para él.. Quiero pensar que algo turbulento, oscuro y maligno ha recorrido la espina dorsal del aclamado director para sacar de sus entrañas una película así. Quiero pensar, que alguien muy acomodado no es capaz de escribir algo así yque una historia así parte de una reflexión como artista a la que uno llega después de mucho tiempo, y de una buena dosis de implicación con la obra. Algo así como el Anticristo, esa obra tan desproporcionada de Lars Von Trier, y a la vez tan maligna y adictiva que el director danés escribió para salir de una gran depresión y que tantos palos le supuso. Porque lo maligno, a pesar de que casi siempre nos atrae, no siempre nos gusta. Y porque lo perverso, casi siempre nos devuelve una imagen de nosotros a la que no siempre queremos mirar, pero que invariablemente deseamos ver. Mucho o poco, Almodóvar ha debido sufrir escribiendo el guión de su película. La piel que habito contiene algo de verdad que se agradece en la sala de cine. Menudo descenso a los infiernos. Estoy de acuerdo, en que no cualqueira podría llevar a cabo un proyecto así. Y eso, a la postre, y por mucha tirria que le tengan algunos, sigue convirtiendo al director manchego, en un director único en el mundo.

-Y todo esto para decir, que la película me parece muy complicada, en todas las acepciones posibles del término-