El doblaje en nuestro país, instaurado por el régimen franquista para controlar los mensajes de las películas proyectadas es una de las herencias de este régimen quizá más asentada en nuestra sociedad actual (la mayoría de la población no imagina un cine en V.O), que ha dado momentos tan desternillantes como el adulterio de Mogambo convertido por los dobladores y censores del régimen en incesto más famoso de la historia del cine. Aún así somos uno de los pocos países del mundo donde todavía se siguen proyectando la mayoría de los títulos con doblaje a nuestro idioma. En muchos países vecinos y no tan vecinos tan sólo se doblan las películas de animación infantiles y algunos super - taquillazos. El eterno debate, entre los que defienden la comodidad de no leer subtítulos en favor de una mayor atención a la proyección, frente a los que sin embargo, como José Luis Borges defienden que el arte de combinar puede llegar a ser espantoso.
Os enlazo la entrada que Casciari ha publicado en su blog haciendo referencia a un artículo de José Luis Borges de mitad de siglo en el que ya se planteaban esta cuestión. Sin desperdicio.
Por cierto, para los que prefieren las películas en V.O, todavía pueden disfrutar de Wonderful Town en los cines Renoir de Zaragoza hasta finales de enero.
1 comentario:
Hola, Nacho. Con un poco de retraso (el tiempo no da para más) te dejo este comentario. Efectivamente, la mayoría de la gente está tan (mal)acostumbrada al doblaje que no concibe un cine en vose. El problema, una vez más y entre otros muchos, es que el cine tan sólo se considera un pasatiempo, un rato de ocio, y no se plantean otras cuestiones. Sin embargo, el doblaje es una mutilación de la creación artística. Los matices que otorgó un actor a su personaje se pierden. Yo planteo un ejercicio tan sencillo como es ver una escena doblada y en vo. Por ejemplo, la famosa escena del beso de "Encadenados" o en la que le comunican a James Cagney en "Al rojo vivo" que su madre ha muerto. No hay color. La percepción que se tiene del personaje de Ingrid Bergman en la primera cambia completamente. En cuanto a la segunda, buena parte de la gran interpretación de Cagney desaparece con el doblaje. En fin, que esto se quedará aquí, entre nosotros que no necesitamos convencernos de nada, pero si alguien lee esto y no ha hecho el ejercicio anterior se lo recomiendo vivamente.
He tardado pero ya ves que tocho he metido, jejeje.
Un abrazo
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