James Wan, guionista y director de Saw, y productor de sus tres secuelas (Saw II, Saw III y Saw IV), es el artificioso director que firma esta película, más cercana al despropósito argumental y visual, que a lo que propiamente se puede considerar un producto entretenido y emocionante en el que devorar una buena dosis de palomitas. Sentencia de muerte, no es, aunque pretenda serlo, un drama familiar. Tampoco es una película de acción al uso, pese a que está salpimentada con varias escenas que parecen calcomanías de conocidos videojuegos de arma – asalto. Sencillamente podemos definir esta película como un producto totalmente prescindible, aburrido, vacío de cualquier contenido, previsible e inconsistente, que insulta gravemente a la inteligencia del espectador y que sin embargo se atreve con varias secuencias sentimentales que lo único que logran es emborronar, más si cabe, lo que debiera ser un mero producto de entretenimiento.
El argumento de Sentencia de muerte (si es que lo hay) se sustenta en un padre coraje, al que una banda le arrebata la vida de su hijo. Éste intentará vengar su muerte por cuenta propia, pero acabará involucrando su propia seguridad y la de su familia, hasta convertirse (en un tercer acto para el olvido) en un justiciero que sabe manejar (sin ninguna enseñanza previa) todo tipo de armas, y que dispara mejor que cualquier policía experimentado. Dicho así, podría parecer que la película narra una historia de venganza, pero sin embargo, la trama argumental apenas parece una pantomima de las magistrales Old Boy y Kill Bill, por nombrar dos de las películas que mejor han tratado la venganza en los últimos años. ¿Qué nos queda entonces para poder disfrutar de esta película, rodada a camino entre la cuarta y la quinta parte pendiente de estreno de la saga Saw? Pues apenas nada, de no ser que alguien le profese especial cariño a un Kevin Bacon, que tampoco luce más allá de un registro que ya ha mostrado en sus anteriores películas.
El resto apenas se puede traducir como puro fuego de artificio, un par de persecuciones que abusa notablemente del sonido atronador de la sala, varias escenas dramáticas a cámara lenta, que sobran por completo, y unos personajes que danzan como títeres, desprovistos de una tercera dimensión que les haga humanos y que no logran traspasar la pantalla en ningún momento de la película para desgracia de un espectador, que deberá armarse de paciencia hasta que llegue el manido y previsible final del film. Sentencia de muerte es en definitiva, un simple manual de todo lo que no debe hacerse en una película (¿de acción?) para que el espectador acabe durmiendo.
1 comentario:
Totalmente de acuerdo. Truño como pocos.
Saludos
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