martes, 6 de noviembre de 2007

Cronemberg siempre fue un macarra

No entiendo porque tras ver Promesas del Este me queda la sensación de que Cronemberg se intenta disfrazar de algo que no es. Quiero partir de una breve teoría que me ronda en la cabeza desde hace días, y que por desgracia no encuentra personas que la compartan. La que cuenta que Promesas del Este, es una película que se ha sobrevalorado.

En contra de toda la sinergia de críticas creo que Promesas del Este no pasa de ser un film convencional, con algunos destellos de buena realización, normales por otra parte en un director con la experiencia de Cronemberg pero con algo que a mi gusto hace que la película se desinfle conforme van pasando los minutos: la gran autocensura que parece haber en toda la película y que desemboca en un edulcorado y casi ridículo final que parece más una final made in Walt Disney o Frank Capra, que el de una película de Cronemberg.

La película parte de un planteamiento interesante. (No leer este párrafo si no se vio Promesas del Este) Anna, una comadrona (Naomi Wats) se tiene que hacer cargo de un bebé, porque su madre ha fallecido. A través del diario de la madre la comadrona descubre que el bebé es fruto de una antigua violación de un mafioso ruso afincado en Londres. La comadrona hace todo lo posible para que la mafia no recupere al bebé enfrentándose ella sola a una de las familias de mafiosos rusos más importantes de Londres. El chofer de la familia, Nikolai (Viggo Mortensen), atraído por Anna ayuda a ésta y a su vez intenta escalar puestos dentro de la organización de mafiosos. Personalmente, me ha dado la sensación de dos historias solapadas, que poco o nada tienen que ver la una con la otra. Por un lado, la historia de Anna. Por otro, la personal, en la que Nikolai acaba vendiendo su alma al diablo para formar parte de la familia de mafiosos rusos. Que ambas historias se tengan que cruzar en una forzada historia de amor me parece correcto. Que la historia de amor tenga que acabar bien me parece un gran error. Sobre todo si echamos la vista atrás y pensamos en los trágicos finales de muchas de las películas anteriores de Cronemberg.

Me molesta pues, que Cronemberg, un director macarra en su más pura expresión, capaz de voltear la realidad que nos envuelve y devolvernos a través de su mirada, una realidad deforme, visceral, monstruosa, crítica y desgarradora, nos ofrezca un final tan made in hollywood, tan edulcorado, tan poco Cronemberg. Sigo rumiando que quiere expresar con ese último plano en el que la cámara se acerca a Nikolai mientras escuchamos de nuevo la voz en off del diario de la madre (en una frase, que por cierto ya escuchamos anteriormente).

Y como ya se ha comentado hasta en las revistas especializadas en artes marciales no me alargaré mucho en la que seguramente sea la mejor escena del film y que probablemente quedará para el recuerdo como una de las mejores y más intensas peleas rodadas en mucho tiempo que sobrecoge en su crudeza y levanta de la butaca al espectador más acostumbrado a escenas violentas. Una pelea en estado puro, que simbólicamente Cronemberg parece haber rumiado a conciencia para desnudar a Nikolai, y recordarnos a nosotros espectadores, acostumbrados a ver violencia de manera habitual, que los cuchillos cortan de verdad, los heridas duelen mucho, y la sangre es roja y caliente. Algo que hasta se parece percibir en según que momentos de la pelea. Ese es el Cronemberg de verdad, o al menos el que a mí me gusta. El Cronemberg macarra capaz de hacerme sufrir con imágenes que rozan lo desagradable pero que me mantienen enganchado a la pantalla sin poder apartar la mirada. Para sonreír y que el héroe al final consiga su objetivo, ya hay otros que para mí lo hacen mucho mejor que Cronemberg. Pensar que Promesas del este, según he leído por ahí en alguna parte, es la obra cumbre de este director, me parece desprestigiar films como La mosca, Videodrome, El almuerzo desnudo o Una historia de violencia, su anterior película, en la que al menos, si Cronemberg no era tan descarado como en otras oscasiones, si hablaba sobre la verdadera identidad, uno de los temas que ha sabido tratar como pocos a lo largo de su filmografía, y que por desgracia no aparece en Promesas del Este. A los que no les importe que un director con un sello tan particular como el de Cronemberg intente ser algo que no es, seguramente adoren esta película. Para mí no deja de ser un film convencional impropio del talento de este autor canadiense.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Básicamente estoy de acuerdo con todo lo que dices, si bien creo que verdaderamente lo que convierte a la película en convencional sin dar el salto a interesante es el tercio final. Creo que el problema de esa parte es la mala construcción del guión y de la resolución de la película. Por otro lado, Cronenberg me parece un cineasta interesante casi siempre; al menos no filma bobadas, que ya es bastante.
Espero que la huelga de guionistas de Hollywood dure muchos años (yo pensaba que había empezado en 1980) a ver si podemos ver algo inteligente que venga de allá.
Saludos.