¿Qué es el punto de vista? ¿Cómo se logra mantener la coherencia del mismo a lo largo de una película? ¿Está bien saltarse el punto de vista elegido a lo largo de una película? ¿Por qué un punto de vista y no otro?
Estos son sólo algunos de los interrogantes que cualquier guionista/director se cuestiona cuando escribe/dirige su película Las discusiones sobre el punto de vista suelen ser eternas y en muchas ocasiones acaban por resultar aburridas y tediosas. Sin embargo, nadie niega que el punto de vista y su tratamiento suele ser esencial para cualquier película. El espectador, de forma inconsciente, suele recibir mucho mejor el mensaje cuando el punto de vista elegido por el emisor suele ser claro. Y en esa elección del director, no sólo reside todo el poder que este posee para transmitir un mensaje determinado, sino que también suele determinar cualquier aspecto técnico y estético de la película.
Si hay algo que sobresalga por encima de todo en la última película de Montxo Armendáriz, es la coherencia y solidez que ofrece el punto de vista elegido por su director. No tengas miedo es una excelente lección de cómo mantener el punto de vista desde el inicio hasta el final de la película. Por supuesto, esto no es una novedad ni el paradigma de la originalidad, pero sí que es algo que cuesta mucho mantener, sobre todo porque lo sencillo suele ser saltárselo a la primera de cambio. Hace poco, hubo otro claro ejemplo en cines con el Cisne negro de Arofnosky. Recuerdo que después de verla, intenté explicarle a mis alumnos la dificultad que conlleva sostener una película con el punto de vista que Arofnosky elige para Cisne negro, más allá del tratamiento visual que tiene la película. Sin que tengan nada que ver en su trama, ni tampoco en su fondo, Montxo Armendáriz trabaja su película y su punto de vista de forma muy similar a cómo lo hace Arofnosky en la suya. Sometiéndonos en todo momento a lo que la protagonista de la película vive. Es por eso que la cámara no se aleja ni un solo momento de la altura de los ojos de Silvia (Michelle Jenner). Por eso, encontramos también en multitud de planos ópticas medias, para no posicionarnos ni más cerca, ni más lejos del personaje principal de la película. Y la cámara siempre respira según los nervios de la protagonista. Y casi siempre lo hace en silencio, como la protagonista. De forma invisible. Nada forzada. Y se mueve, según las motivaciones que ella tiene (atención al plano entre la protagonista y la cámara cuando Silvia adulta sigue a su padre por la calle y cómo termina ese plano). La cámara siempre nos revela lo que los ojos de Silvia ven y sienten sin olvidar mostrarnos su rostro. Y de esta forma, obligado a prescindir de muchos momentos en lo que lo fácil sería mostrarnos algo más que el entorno que rodea a Silvia, Montxo Armendáriz construye a través de dos de los recursos más cinematográficos que hay: la elipsis y el fuera de campo. Y se olvida de voces en off, y de recursos estilísticos baratos, para realizar saltos bruscos en el tiempo y para no mostrar partes muy relevantes (como el divorcio de los padres) en sencillas elipsis. Porque un punto de vista tan férreo como el que sostiene Armendáriz, obliga a su director a prescindir de todo aquello que está fuera del alcance de los ojos de su protagonista, de los ojos de una niña (cuando Silvia tiene menos de 10 años), y de todo aquello que está más allá de la depresión y el trauma que Silvia sufre en su adolescencia. Un personaje con la mirada agachada y que da la espalda a la cámara en multitud de ocasiones es un personaje que no puede contemplar mucho de lo que le rodea. Y ahí entran los grandes desenfoques y los planos nocturnos con Silvia aplastada sobre la imagen. De esta forma, el encuadre del primer y el último plano de la película cobran sentido. Con ópticas muy parecidas, y un encuadre similar. Cuando Silvia todavía era una niña inocente, y cuando Silvia logra su objetivo. En ambos, con Silvia andando hacia la cámara, y con esta siguiéndole al hombro en su recorrido. Siempre al hombro, y siempre de frente a ella.
Pero…(ojo spoiler), ¿qué pasa cuando aparecen los testimonios del resto de personajes en los que Silvia no aparece? ¿Significa esto que el punto de vista se ha saltado? Ni mucho menos. Tan sólo que en esas partes, es el director quien decide hacer breves paréntesis en la historia que sufre Silvia. No sé si se habrán fijado, pero en todas las entrevistas los personajes tienen algún elemento desenfocado de por medio que no permite ver la totalidad de su rostro con normalidad. Como si de esa forma, fuera más complicado hablar hacia el psicólogo/espectador.
Puede que el punto de vista no lo sea todo en esta película, pero sin duda ayuda (y mucho), a que la coherencia en la historia, así como la sutilidad con la que está contada sean de una exquisitez máxima. Y si el objetivo del personaje está claro, mejor que mejor, sobre todo, tratándose de una película tan poco canónica. De esta forma, el mensaje llega con claridad al espectador. Y según el punto de vista que Armendáriz imprime a su película, somos nosotros quienes debemos sacar nuestras propias conclusiones respecto a los personajes.
Sobra decir que si a esto le añadimos las excelentes actuaciones de Lluis Homar y Michelle Jenner, la lúcida fotografía de Alex Catalán y una partitura que encaja a la perfección, la película es más que recomendable. Montxo Armendáriz se consolida, una vez más, como uno de los directores más coherentes de nuestra cinematografía. Larga vida a su cine. Ya me contarán su "punto de vista" al respecto.
3 comentarios:
ya hablaremos tu yo, my friend. Me ha gustado tu escrito, por cierto.
Me ha gustado más tu post que la película.
La verdad es que salí del cine muy defraudado. Me pareció que era otra película de denuncia, sin más. Y, ya se sabe, para enviar mensajes mejor el email.
La actuación de Jenner es maravillosa pero es lo único destacable. AL usar sólo el pnto de vista de la chica, el espectador se posiciona de inmediato.
¿Y si hubiera usado el punto de vista del padre? Creo que hubiera ganado en interés.
Guillermo, mejor no hablar del punto de vista, que como digo, es más bien aburrido ;-).
Raúl, no sé si es una película de denuncia más, pero sí una película necesaria. Si el punto de vista hubiera sido el del padre, la película hubiera sido, sencillamente, otra película. A mí me parece interesante usar el punto de vista de la presa y no del cazador.
¡Gracias por vuestros "puntos de vista"!
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