Una de las obsesiones del alumno que estudia Comunicación Audiovisual, que imagino también sucede en escuelas de cine, y por supuesto, que también atraviesa cualquier cinéfilo o amante del séptimo arte, es la de ver un gran número de títulos. Siempre hay títulos pendientes. Películas a las que uno tiene el interés de acercarse y no lo ha hecho. Directores que uno desconoce hasta que no bucea en sus filmografías. Evidentemente hay una parte muy importante en la educación audiovisual de cualquier persona, en la que el visionado constante y continuo de numerosas obras debe convertirse en obligación – nunca en una obsesión-.
Sin embargo, creo que es tan importante ver películas (aplíquese también a series por favor), como comentarlas. Ayer me tocó moderar el cine-forum que se estableció en el Cerbuna, sobre la película El hijo de Rainbow – muy recomendable por cierto-. Tras finalizar el cine-fórum, algunos de los asistentes se acercaron a comentarme que tras hablar de la película con el resto de la sala acabaron apreciando mucho más el film. Todos los que se quedaron al acabar la proyección creo que aprovecharon y disfrutaron mucho más la película que los que salieron disparados antes incluso de que empezara la música de los créditos del final. Además de perderse el gag final que hay al finalizar los créditos de la misma, donde nos explican el motivo del título de la película.
Para entender algunas películas, para sacarles el máximo partido, para comprender de qué habla una película es necesario el diálogo constante. Se está perdiendo la costumbre del cine-fórum. Nos hemos acostumbrado a salir del cine antes incluso que terminen los créditos de la película. Algunos incluso lo hacen antes de que termine el último fundido a negro. ¡Pero qué importante resulta hablar de la película tras haberla visto! ¡Qué sentido tiene ver y ver cine, leer y leer si eso no nos sirve para relacionarnos con las personas que nos rodean, para entender qué inquietudes ha despertado la película en los ojos del espectador que tenemos sentado a nuestro lado!
No olvidemos que los directores franceses de la nouvelle vague estuvieron años hablando, debatiendo y reflexionando a través de sus críticas sobre las películas que veían antes de enfrentarse a sus primeros films. No olvidemos que los directores que cambiaron la industria cinematográfica norteamericana en los años setenta, se reunían en su época universitaria en las casas de sus colegas para largas sesiones de cine, en las que hablaban sobre si tal o cual película de Ford, Hitchcock o Huston era una obra maestra o una ponzoña infumable. No nos olvidemos que algunos de los directores más reputados y encumbrados del nuestro cine actual como Tarantino y Robert Rodríguez, no beben sólo de sus visionados, sino de sus constantes sesiones de cine conjuntas para despotricar sobre los trabajos de sus compañeros – ver extras de cualquier película de Tarantino-. Incluso directores como Erice y Kierostami han dialogado a través de sus obras en las cartas que ambos compartieron de forma audiovisual.
Se está perdiendo la tradición del cine-fórum. Cada vez son menos las proyecciones que luego van acompañadas de cine-forum en el que el espectador pueda expresar y compartir sus opiniones con el resto de la sala. En Zaragoza, algunos grupos como la Tertulia Perdiguer siguen manteniendo esta manera de ver y compartir cine. Se reúnen una vez al mes para hablar sobre las películas que los miembros de la tertulia han visionado. Nosotros en la Facultad de Comunicación lo hacemos desde un humilde cineclub (el cineclub overlook) en el que cada semana proyectamos dos películas con previa presentación y posterior cine-fórum. Esta semana hemos visto dos de Eric Rohmer. “Mi noche con Maud” y “La rodilla de Claire”. Y les aseguro que el visionado, siempre es diferente, cuando luego compartes tus opiniones con los demás. Lo interesante de los cine-forums es ver cómo la misma película puede recibirse en los espectadores de manera muy diferente. Cómo de una película se puede acabar hablando de otras que poco o nada tenían que ver con la proyectada. Cómo, a través del diálogo, uno se fija en aspectos que no había apreciado, en temáticas que le han pasado inadvertidas, en detalles insignificantes, que sin embargo han resultado decisivos para los demás...
Contrastar tus ideas te obliga a pensar sobre lo que has visto. Y pensar sobre lo que uno visiona, es el mejor mecanismo de aprendizaje en una educación audiovisual. De nada sirve ver, si después uno no reflexiona sobre lo que ha visto. Qué pena que se estén perdiendo los cine-forums. Qué pena, que cada vez se hable más sobre el cine que se está haciendo, y menos sobre el contenido de lo que uno ha visto...
Sin embargo, creo que es tan importante ver películas (aplíquese también a series por favor), como comentarlas. Ayer me tocó moderar el cine-forum que se estableció en el Cerbuna, sobre la película El hijo de Rainbow – muy recomendable por cierto-. Tras finalizar el cine-fórum, algunos de los asistentes se acercaron a comentarme que tras hablar de la película con el resto de la sala acabaron apreciando mucho más el film. Todos los que se quedaron al acabar la proyección creo que aprovecharon y disfrutaron mucho más la película que los que salieron disparados antes incluso de que empezara la música de los créditos del final. Además de perderse el gag final que hay al finalizar los créditos de la misma, donde nos explican el motivo del título de la película.
Para entender algunas películas, para sacarles el máximo partido, para comprender de qué habla una película es necesario el diálogo constante. Se está perdiendo la costumbre del cine-fórum. Nos hemos acostumbrado a salir del cine antes incluso que terminen los créditos de la película. Algunos incluso lo hacen antes de que termine el último fundido a negro. ¡Pero qué importante resulta hablar de la película tras haberla visto! ¡Qué sentido tiene ver y ver cine, leer y leer si eso no nos sirve para relacionarnos con las personas que nos rodean, para entender qué inquietudes ha despertado la película en los ojos del espectador que tenemos sentado a nuestro lado!
No olvidemos que los directores franceses de la nouvelle vague estuvieron años hablando, debatiendo y reflexionando a través de sus críticas sobre las películas que veían antes de enfrentarse a sus primeros films. No olvidemos que los directores que cambiaron la industria cinematográfica norteamericana en los años setenta, se reunían en su época universitaria en las casas de sus colegas para largas sesiones de cine, en las que hablaban sobre si tal o cual película de Ford, Hitchcock o Huston era una obra maestra o una ponzoña infumable. No nos olvidemos que algunos de los directores más reputados y encumbrados del nuestro cine actual como Tarantino y Robert Rodríguez, no beben sólo de sus visionados, sino de sus constantes sesiones de cine conjuntas para despotricar sobre los trabajos de sus compañeros – ver extras de cualquier película de Tarantino-. Incluso directores como Erice y Kierostami han dialogado a través de sus obras en las cartas que ambos compartieron de forma audiovisual.
Se está perdiendo la tradición del cine-fórum. Cada vez son menos las proyecciones que luego van acompañadas de cine-forum en el que el espectador pueda expresar y compartir sus opiniones con el resto de la sala. En Zaragoza, algunos grupos como la Tertulia Perdiguer siguen manteniendo esta manera de ver y compartir cine. Se reúnen una vez al mes para hablar sobre las películas que los miembros de la tertulia han visionado. Nosotros en la Facultad de Comunicación lo hacemos desde un humilde cineclub (el cineclub overlook) en el que cada semana proyectamos dos películas con previa presentación y posterior cine-fórum. Esta semana hemos visto dos de Eric Rohmer. “Mi noche con Maud” y “La rodilla de Claire”. Y les aseguro que el visionado, siempre es diferente, cuando luego compartes tus opiniones con los demás. Lo interesante de los cine-forums es ver cómo la misma película puede recibirse en los espectadores de manera muy diferente. Cómo de una película se puede acabar hablando de otras que poco o nada tenían que ver con la proyectada. Cómo, a través del diálogo, uno se fija en aspectos que no había apreciado, en temáticas que le han pasado inadvertidas, en detalles insignificantes, que sin embargo han resultado decisivos para los demás...
Contrastar tus ideas te obliga a pensar sobre lo que has visto. Y pensar sobre lo que uno visiona, es el mejor mecanismo de aprendizaje en una educación audiovisual. De nada sirve ver, si después uno no reflexiona sobre lo que ha visto. Qué pena que se estén perdiendo los cine-forums. Qué pena, que cada vez se hable más sobre el cine que se está haciendo, y menos sobre el contenido de lo que uno ha visto...
5 comentarios:
Pues si. Siempre he disfrutado hablando sobre cine tanto como viéndolo. Aunque mis cineforum han sido siempre en petit comité y nunca inmediatamente después de haber visto una película, al menos necesitas el tiempo que tardas en ver los créditos y bajar las escaleras para reflexionar. Aunque por otro lado, que maravillosos cineforums se establecen en esas escaleras...
Cualquier obra de arte está viva y sigue desarrollándose en la mente del espectador que reflexiona sobre lo que ve, aportando cosas que quizá el creador no sabía que estaban. Eso es lo hermoso.
Evidentemente los tiempos han cambiado. Antes los cine clubs no eran solamente un lugar donde se proyectaban películas que no podían verse en ningun otro sitio, sino un espacio de relación interpersonal en el que se hacían amistades y se ligaba. Ahora eso no se considera necesario. El acceso a títulos imposibles se hace de otra manera y el cine no se ve como un lugar en el que relacionarse y ligar; para eso hay otros sitios.
Los que hablan de cine también se reúnen de otra manera. Antes era un espacio aglutinador y ahora el aficionado se encuentra disperso y no suele acudir a los coloquios, salvo que se cuente con la presencia de alguien del equipo de la película. Charla con los amigos y su entorno pero no es habitual que acuda a los espacios donde haya debate.
Por otra parte, una gran mayoría de los que van al cine lo consumen como quien come una hamburguesa del MacDonald's. Cumple su función y punto. No hay tiempo para la reflexión. Tampoco interesa. "Sólo" es entretenimiento para un par de horas y me olvido. Esto no es malo de vez en cuando pero sí es negativo cuando se convierte en sistemático, en el único camino. Aquí es donde la educación ha de jugar un papel fundamental. Pero no me refiero a la educación ya especializada en la Universidad si no desde la base, la enseñanza primaria. Ahí es donde habría que trabajar pero me temo que las reformas educativas andan preocupadas por otras cosas anyes que por incluir la formación y sensibilidad audiovisual.
Estas son algunas ideas rápidas para el debate sobre un tema largo, complejo y bonito sobre el que se puede hablar largo y tendido.
Un abrazo
Recuerdo las salidas de cada película que veíamos en el Festival de San Sebastián, por ejemplo (un montón de jóvenes reunidos para ver más y más películas). Cuando acaba cada película y salíamos de la sala, nos buscábamos, nos reuníamos y alguien preguntaba: "Y bien, ¿qué os ha parecido?".
Me siento a gusto cuando hablo de películas.
Creo que hay gente que me odia por eso.
Es que toda esa pasión por el cine (como por tantas otras cosas) hay que exteriorizarla. Desde luego al ritmo de ocho pelis a la semana no hay tiempo para comentarlas todas, y con algunas hay que conformarse con filmaffinitis o iemedebés si no tienes a nadie cerca. Anda que no he perseguido a gente para recomendarle una película con la que estaba entusiasmado por el placer de compartir.
Las películas son (en nuestro caso) una parte sustancial de nuestra vida. Si hablamos de la familia, los amigos, las cuestiones más cotidianas... ¿por qué no íbamos a hablar de cine?
Y sí, en San Sebastián era necesario también para decodificar toda esa información, que cuatro pelis por día al final se convierten en un pastiche...
Qué voy a decir yo de la importancia del cine-club, especialmente en las universidades...
Pero bueno, para que no desaparezcan hay que estar siempre ahí, empujando. Cuando desapareces, se acaba el cineclub.
Por cierto, al hilo del tema de devorar películas y el poco tiempo que hay para verlas todas, os dejo una frase de Chaplin que va al pelo:
"Todos somos aficionados. La vida es tan corta que no da para más"
Un abrazo.
Joseba.
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