lunes, 4 de febrero de 2008

XXII GALA DE LOS GOYA: Los premios que no interesan.


No es de extrañar que la Gala de los Goya de ayer fuera la menos vista de los últimos cuatro años con tan sólo un 18,1% de share (2.700.000). Hasta un 6 % menos que hace cuatro años. Reflejo pues del mal año que ha sufrido el cine español en la taquilla, del poco interés (cada vez menos) que despierta entre los espectadores, de la falta de credibilidad, seriedad y glamour que estos premios proyectan en los espectadores. Curiosamente ayer a la misma hora, casi 5 millones y medio de espectadores, un 30 % de share, estaban siguiendo la nueva entrega de la serie de ficción Aída. Lo cual demuestra una vez más, que la Gala de los Goya, como bien dijo el propio Corbacho, por mucho que se intente, jamás será un espectáculo televisivo.

Desprovista pues de la compañía de los que realmente tendrían que interesarse por los premios de su cinematografía, los propios espectadores, la gala se convierte en un auto – homenaje, tan típicamente manido, como aburrido en su concepción y previsible en su guión. Corbacho ya no sorprende. Si bien es cierto que algunos chistes tuvieron su gracia, el que parecía ser el nuevo capitán de un barco a la deriva, se queda en simple timonel, al no saber conducir una Gala que pide a gritos una renovación de sus guionistas. Es por eso que cuesta entender que una Gala que se otorgan premios que se supone que son de la Academia del cine, apenas haya videos, montajes, pequeños clips de cine. Tan sólo el habitual post – memorian, en el que se rindió una merecida vez más homenaje a Fernando Fernán Gómez. Homenaje que también se quiso rendir en insípido, frío, correcto y diplomáticamente desprovisto de cualquier interés discurso de la presidenta de la Academia, Ángeles González Sinde. Un discurso aletargado y lejano incluso para los que nos interesa el cine de nuestro país. Un discurso que apenas hizo incisión en la falta de espectadores en las salas, en los problemas que ocasiona la piratería, en la caída en picado de nuestro cine español, o incluso sin ser petulante, en la Nueva Ley del Cine, tema de actualidad para los que se ganan las lentejas en este sector.

Los premios repartidos, para que nadie se enfade, con una clara mayoría en los apartados técnicos, para El Orfanato. Bayona levantó como era de prever al cabezón, así como su guionista, Sergio G. Sánchez. Tendríamos que esperar hasta altas horas de la madrugada, debido a la maldita manía de emitir la Gala en diferido con más de media hora de retraso, para que no nos olvidemos de que la publicidad es la que domina este tipo de eventos, para que absolutamente todos nos quedaramos con un pasmo de narices al ver que la cinta ganadora de este año no era ni Las 13 rosas, ni El Orfanato. La soledad de Jaime Rosales hizo pleno y se alzó con las tres estatuillas a las que optaba. Una película que apenas han visto 40.000 espectadores frente a los más de 3.000.0000 millones que lo han hecho con el orfanato. Desconocida para la mayoría, la soledad es la segunda película tras Las horas del día, de un director de esos que no tienen tanto “glamour” como los más reconocidos. De esos que aparecen en las páginas centrales de la Cahiers du Cinema, junto a Portabella o Marc Recha y que sin duda jamás ocuparían las páginas centrales de la Fotogramas o la Cinemanía. Lo cual indica una clara apuesta por parte de la Academia. Un giro de 360º que indica que el buen cine, pese a estar reñido con el espectador, también puede ser premiado. Sin duda alguna no son tiempos para el cine de autor, para las historias intimistas, para los silencios que sustituyen a los diálogos, cuando parece que el cine en general y el español en particular, están pegando un fuerte giro hacia el género. Tan sólo hay que fijarse en el volumen de premios obtenidos por El Orfanato y [REC], nueve en total, que son casi los mismos que los cosechados por el resto de películas. Además a ambas películas el público les ha acompañado en su paso por las salas, lo cual no deja lugar a dudas, que la edad de los espectadores que acuden a las salas sigue disminuyendo y que hay que adaptarse a esta nueva oleada que parece llegar de un cine que durante mucho tiempo (exceptuando los caso de Amenabar y Alex de la Iglesia) ha sido prácticamente vilipendiado en nuestro país.

Del resto de la gala cabe mencionar que al fin a Maribel Verdú le han dado un premio por su papel en Siete Mesas de Billar Francés, en lo que sin duda fue el momento emotivo de la noche. Ya era hora de que se reconociera el talento de esta espléndida actriz. También es buena noticia que se haya reconocido en parte el talento que parece poseer Felix Viscarret, un director que destila humildad en cada una de sus palabras y buen cine en cada uno de sus planos. Premio a mejor guión adaptado, por su adaptación de Bajo las estrellas de la novela El trompetista del Utopía de Fernando Aramburu, y también reconocimiento a Alberto San Juan por su magnífico papel protagonista en la película. Premio este, que le quito el posible doblete a Alfredo Landa, que como bien dijo Corbacho en la gala, es uno de los pocos que con su apellido ha acuñado a toda una época del cine español: el landismo. Reconocimiento y ovación merecida a un gran actor que finaliza su carrera, y que por desgracia no le supo poner el broche perfecto, con un discurso, lleno de balbuceo y falta de coherencia impropio de la talla de semejante actor.

Del resto poco que decir o criticar, porque realmente ha sido bastante desprovista de cualquier interés. Los cortometrajistas, están (estamos) contentos con que al final hayan tenido sus minutitos de reconocimiento en la Gala. Y yo siempre me quedaré con la agridulce sensación de pensar que el mejor montaje y la mejor dirección novel eran bien merecidas para Concursante de Rodrigo Cortés, gran ausente para mí de esta gala. Pero eso es otro tema que nos llevaría a una larga discusión. Lo mejor de este año es que difícilmente el año que viene tendrá tan poca repercusión como este. Un año de cine español para olvidar, una gala reflejo del pobre año que ha sufrido nuestro cine.

Lo mejor de los Goya:

- El emocionante discurso de Maribel Verdú
- El merecido premio a Manuela Velasco por su interpretación en [REC]
- La presencia de Amenabar para entregar el premio a mejor película, un ápice de glamour donde no lo había.
- El traje con la Nueva Ley del Cine que vistió Corbacho.
- El pelotazo de La soledad, y la cara de sorpresa de sus productores, reconocido premio a un cine cada vez más falto de amigos.
- Los pequeños doblajes de Corbacho con las películas nominadas.

Lo peor de los Goya:

- La falta de seriedad de TVE emitiendo la gala en diferido.
- El insípido discurso de Ángeles González Sinde, la cual demuestra que escribe mucho mejor de lo que habla.
- La falta de rigor, seriedad y presencia de Isabel Coixet delante de un micrófono. Está claro que ella ha nacido para hacer películas, no para hablar en público.
- El horrible chiste final de Corbacho parodiando a Bardem en su papel en No es país para viejos, que tan sólo sirvió para recordar que lo mejorcito de nuestro cine no estaba presente en la gala.
- Que Belen Rueda no pudiera alzar la estatuilla por su increíble papel en El Orfanato, verdadero alma de esta película y sin duda la actuación más recordada de este 2007.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Leo con atención el esperado comentario sobre los Goyas. Jugoso, riguroso y sincero.
De acuerdo contigo en casi todo (incluido lo de Isabel Coixet, pues pensé lo mismo, je,je, pero el día de antes la vi en una entrevista en la 2 y en privado habla mejor).