martes, 18 de enero de 2011

POSTPRODUCCIÓN. LA GRANJA. Mezclas.

Hace unos meses me propuse explicar aquí algunos de los pasos que estamos siguiendo para la creación del cortometraje. No he podido comentar todos los que quisiera, y hay muchos aspectos que no me ha dado tiempo de tratar. Sin embargo, sí le quiero dedicar unas líneas a las mezclas de sonido. No sólo porque el sonido suele ser el gran olvidado en todo este proceso, sino por todo lo que puede contribuir a que el espectador se centre en lo verdaderamente importante: la historia que se cuenta.

Normalmente la mezcla de sonido suele hacerse en un estudio de sonido (no tiene que ser así necesariamente). Pero en condiciones óptimas resulta muy recomendable. Allí, lo que en tu casa suena apelmazado y tosco, se escucha completamente abierto y definido. A eso los sonidistas le llaman “sonidos abiertos”. Y aunque este tema no deba amargarle la existencia a un director, sí que puede hacerlo con la persona que ha trabajado el sonido. Cuando el sonido se abre en la sala de mezclas, uno se da cuenta de que hay que bajar determinados sonidos ambientes para que no predominen sobre diálogos, y de que los niveles de la música se deben regular hasta que todo parezca sonar de forma acorde. La premezcla previa sirve (cuánto más trabajada esté mejor), pero sin embargo es necesario reajustar los niveles sonoros. Eso es lo que se hace, principalmente, en la mezcla de sonido. Ajustar todos los niveles sonoros del cortometraje.

En función del diseño sonoro que se haya trabajado, la mezcla resultará más o menos complicada. En nuestro caso fue medianamente rápida. Unas cuatro horas hasta que sacamos la pista Dolby SR. No porque la sesión fuera sencilla (que no lo era) sino porque todo estaba bastante avanzado, y porque tanto Sergio como yo llevábamos las ideas muy claras a la sala de mezclas. En la sala de maclas, nos acompañó David (el mezclador de sonido). El proceso en sí es bien parecido al que se sigue en la mezcla de música, pero con la diferencia de aquí ya se tienen en cuenta todos los sonidos que se van a escuchar en el corto. Si hay algo que resulta verdaderamente importante es (como siempre) tener las cosas claras. En la sala de mezclas se trabaja rápido, muy rápido, y eso ahorra costes (normalmente los estudios se alquilan por horas, y cuanto menos debate exista en determinados aspectos mejor, porque así se tarda menos en realizar la mezcla).

Realmente, se podría estar retocando el sonido durante muchos más meses. Nunca es suficiente. Siempre hay algo que se podría mejorar. Siempre hay detalles que se podrían trabajar más. Pero cuando uno atraviesa la puerta de la sala de mezclas tiene que ser consciente de tres variables fundamentales para saber el sonido final que va a tener: cuánto tiempo posee para el mismo, qué necesidades básicas hay que trabajar en la historia que se cuenta(y si están cubiertas), y cuánto presupuesto se le puede dedicar a la mezcla. A partir de las combinaciones resultantes entre estas tres variables, y del mayor o menor ingenio del diseñador de sonido, el cortometraje sonará de forma más o menos parecida a cómo uno imaginaba en un principio.

Y digo que nunca es suficiente, porque cuando ya dimos por concluido el sonido, cuando David nos pidió a Sergio a y a mí que nos sentáramos en el sofá e intentáramos por un momento ser meros espectadores (algo que a estas alturas resulta casi imposible), cuando todo parecía concluido, cuando apenas llevábamos dos minutos de visionado…Sergio, libreta en mano (estuvo durante toda la mezcla anotando varias cosas), se levantó, detuvo la sesión de Pro Tools (programa de montaje sonoro) y con la delicadeza de alguien que no quiere interrumpir el sueño de un bebé me dijo: “Nacho, qué te parece si aquí…”. Mi respuesta era más que obvia, sabiendo que si había interrumpido el visionado era porque todavía no estaba conforme con algo. Así que de nuevo, cambiamos algo en lo que los dos estábamos de acuerdo: la radio debía sonar cada vez más bajita (apenas imperceptible pero necesario para la credibilidad del espacio), conforme la cámara se iba alejando de ella. Había que ajustarlo de nuevo con un leve fade de bajada. En este último visionado los “meros espectadores” realizaron tres parones más y Sergio dio tres últimos ajustes a la sesión. Así, que nunca es suficiente.

Podríamos haber estado mucho más tiempo mezclando, mucho más tiempo corrigiendo…pero lo más importante es que ya tenemos el sonido, que hemos cumplido los plazos que nos pusimos, y que el sello Dolby aparecerá al final de los créditos, lo que en cierto modo nos asegura, que se proyecte donde se proyecte (al menos la copia en 35 mm), se escuchará en condiciones. Por encima de todo esto, el sonido nos gusta mucho, y tanto Sergio como yo creemos que es el más apropiado para la historia que se narra.

Queda esperar a que el paso de 25 a 24 fps para la copia de 35 mm (el “pull down” de sonido), respete la afinación musical, y rezar para que no nos juegue ninguna mala pasada. Pero eso ya es harina de otro costal…y esta entrada sólo era para hablar de la mezcla final de sonido.

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