jueves, 9 de diciembre de 2010

POSTPRODUCCIÓN I. LA GRANJA. Sound desing and music.


Cuando se escribe un guión cinematográfico resulta imprescindible no olvidar que el sonido es un elemento más dentro de cualquier narración. Sobre todo el sonido diegético que procede de la propio relato.

El sonido, y por tanto, la música que ya se tenga clara desde la escritura de guión, determinará en buena medida, no sólo el tono de la historia, sino también el estilo final y buena parte de la puesta en escena.

En este momento nos encontramos en plena post-producción de sonido de La Granja. Por un lado, Sergio López - Eraña, se encarga de realizar el diseño sonoro (también grabó el sonido directo). Por otro, Sergio Lasuén, está componiendo la banda sonora que grabaremos por Navidad en Zaragoza. Ambos trabajan en la misma dirección, y es necesario que ambos sepan del trabajo del otro. Por eso, lo primero que hemos hecho, ha sido reunirnos los tres para tratar el sonido del corto. De esta forma, quizá logremos una unidad sonora, en la que música y diseño sonoro no se entorpezcan mutuamente, sino que más bien se complementen.

Por supuesto el lenguaje en este proceso cambia. Uno deja de lado los frames, el ritmo de montaje, y los movimientos de cámara, para empezar a hablar de arcos sonoros, tonadillas, distorsiones, octavas o fluctuaciones musicales. Resulta interesantísimo escuchar las conversaciones entre diseñador de sonido y músico. Ambos hablan el mismo lenguaje. Y entre medio, servidor, intenta explicar qué se necesita para cada secuencia, cuál es la idea genera que se pretende transmitir, cómo deberían asociarse determinados sonidos a determinados personajes, y en qué momento cobra más vida la música, el diseño sonoro, o incluso la ausencia total de ambos. A pesar de que el objetivo de los tres es el mismo, contar de la mejor manera la historia que hay montada, el lenguaje entre los Sergios no siempre resulta fácil de seguir. A veces es complicado decidir si hace falta una cuerda sostenida, o por el contrario un efecto ambiental, si es necesario un viento de flauta, de fagot, o mejor, un viento natural, si conviene acompañar una secuencia determinada, o por el contrario trabajarla sólo en diseño sonoro, si es mejor que la música entre antes o después de determinada frase, etc. La verdad que los tres nos estamos llevando algunas sorpresas en este proceso. Pese a que se mantienen las ideas originales que ya estaban en el proyecto inicial –antes de rodaje- nos encontramos con determinadas secuencias que funcionan mejor a partir de sonidos tan extraños como inimaginables para el ambiente dónde suceden. Sin embargo, todo pasa desapercibido. Cuesta imaginar qué suena detrás de un ladrido de perro, o a partir de qué sonidos está generado el ambiente de una granja. Ni que hablar de todo aquello que sencillamente no sabemos cómo suena, porque nunca lo hemos escuchado más allá de una película. Esos son, sin lugar a dudas, los grandes retos de este cortometraje.

La capacidad de abstracción es máxima en este proceso, y por supuesto, la capacidad de entendimiento mutuo. Uno tiene que abandonar ideas preconcebidas y abrir bien su mente para lo que pueda surgir en el proceso. Sabemos que en este corto de género, nos jugamos buena parte de su funcionamiento con el sonido del mismo, y por eso lo intentamos mimar, tanto o más que a la imagen. Vamos a ver dónde nos lleva todo esto. De momento, el proceso, es ya todo un aprendizaje.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Revisa las faltas de ortografía.
Espero que alguien te las corrigiera en el guión final.

Nacho dijo...

Estimado anónimo, al cual no puedo llamarle por el nombre...

Ya sean faltas, o erratas (que no son lo mismo), le aseguro que no se tarda lo mismo en escribir una entrada para un blog, que en escribir un guión cinematográfico. Con las correspondientes revisiones que eso conlleva.

Gracias por su "interesante" aportación.

Ignacio Estaregui dijo...

Para los dos, pero sobre todo para el "Anónimo":

Desde hace unos días escribir guion con acento también es una falta de ortografía.

A ver si aprendemos a ponerle etiqueta a la mala leche, que la de marca blanca nunca sabe igual....

Vanessa dijo...

Totalmente de acuerdo con Ignacio. La insólita (y cansina por cierto) devoción por la ortografía de nuestro amigo anónimo lo único que esconde es mucha “mala leche”. Si llevara etiqueta por lo menos no la podríamos tachar también de cobarde. Por otra parte, yo si no os importa voy a cambiar de tema, que si no al final, aparte de dar protagonismo a un elemento que no lo merece, vamos a acabar pareciendo el club de fans de la RAE (^-^:)

Así que ya estáis con el sonido… Pues sí que tiene pinta de ser complicado, ya no sólo por la terminología que hay que manejar, sino por el replanteamiento que supone abordar la narración desde un punto de vista tan distinto. Desde luego tiene mucha importancia, aunque a veces yo como espectadora no encuentro razones (aparte de la verosimilitud) para explicar por qué en una peli algo funciona y en otra no. Supongo que ahí entran en juego muchos otros factores. ¿Y qué pasó al final con la barrera de los 20? ¿Conseguisteis evitarla?

P.D.: Me ha intrigado lo del ladrido del perro… (-_-)

(^o^) ¿Qué es? ¿QUÉ EEEEES?

Hala, ¡danos alguna pista!

Nacho dijo...

Vanessa, al final la barrera de los 20 la superamos pero por bien poquito. El perro ladra como un perro, de momento...pero ¡creo que respirará mucho más fuerte!

Saludos, ¡gracias por vuestros comentarios!