Tarantino re-escribe con una mueca, parte de la historia del S.XX, en una película que no alcanza las mejores cotas del director.
Nadie duda ya a estas alturas, del talento que esconde Quentin Tarantino. Una verdadera máquina de reinvención constante, a base de horas y horas de cinefagia, reflexión sobre el propio medio y por supuesto dedicación absoluta al séptimo arte. Normalmente las grandes películas a lo largo de la historia del cine, son las que de algún modo recapacitan, no siempre de manera directa, sobre la importancia del propio medio. Quizá esa sea la mayor virtud que posee Inglorious Bastards, un verdadero puzzle narrativo cuyas piezas encajan a la perfección en un metraje excesivamente largo, y que por desgracia carece de ritmo en algunos momentos a lo largo del film.
La historia de Inglorious Bastards, cuyo título hace referencia a la traducción en inglés del film Quel maledetto treno blindato de Enzo G.Castellari, cuenta la historia de Shossana, que queda huérfana tras el asesinato de su familia a manos de los nazis. Shossana se crea una nueva identidad en París donde se gana la vida como dueña y directora de cine. Un nazi, que se enamora de sus encantos, convence a Goebbles de estrenar allí su última película, momento en el que Shossana prepará concienzudamente su venganza. Por otro lado Aldo Rein (Brad Pitt) comanda a los bastardos, un grupo de judíos que se dedica a matar nazis y cortar sus cabelleras sin ningún tipo de escrúpulos, y que acabarán en una misión secreta en el mismo cine donde Sohossana pretende matar a todos lo nazis. A partir de ese momento, el espectador podrá disfrutar de la magia cinéfila que envuelve a Tarantino, en una última escena de casi treinta minutos que puede tener tantas lecturas como espectadores vean la película.
Tarantino filma con la maestría a la que nos tiene habituados una tragedia post-moderna, en clave de humor, salpicada de infinidad de referencias cinéfilas, y cuyo guión, dividido en cinco capítulos desemboca en una última escena sobre la que se derrocharán litros de tinta. Bebe, como siempre del spaghetti western, la comedia clásica, el comic, la serie B, etc. Si Walt Disney levantara la cabeza…seguramente se horrorizaría al ver a la Cenicienta, que este genio post-moderno ha creado, con escayola y disparo incluido en una de sus piernas.
En esta ocasión el envoltorio elegido es el cine bélico, que enmarca a los bastardos de Tarantino en la Francia de la II Guerra Mundial ocupada por los nazis. Es tal la multitud de referencias, que el propio Tarantino, consciente de su papel como reciclador de géneros, se auto referencia, sabiendo que su influencia cinematográfica, estará presente en futuras generaciones. No es casual pues, que la película comience con todas las tipografías de letra que Tarantino ha utilizado en sus anteriores films, así como que la última frase de la película en boca de Pitt mirando a cámara antes del corte definitivo a negro se la siguiente: “puede que esta sea mi mejor obra”. Tarantino sabe el papel que juega en la cinematografía actual, y no duda en alardear sobre el tema.
Quizá Tarantino tenga razón, y pese a su excesivo metraje, que ralentiza algunas partes del film en sus actos centrales, nos encontremos frente a una de sus obras más concienzudas, y por supuesto más ligadas en fondo y forma al medio en el que Tarantino parece haber nacido. El personaje nazi apodado “Caza-judíos”, (Christoph Waltz) tan enfermizo como gracioso, es el verdadero motor y alma de esta película –más allá del Brad Pitt comercial que abandera el cartel-. Sus intervenciones agilizan las partes muertas del film. El interrogatorio de la primera escena, filmada con la sobriedad del más puro cine clásico, siembra la base perfecta, para comprender cada una de las escenas en las que interviene el personaje, que a la postre son, las escenas más desternillantes de la película. Quizá la mayor decepción del espectador, atraído por el cartel y el jugoso título, sea encontrarse con que los bastardos, no son el motor de este film, cuya estructura narrativa, la cual girá en torno a la venganza, está completamente hermanada con las dos partes de Kill Bill. De hecho, la protagonista del film, recuerda en más de una ocasión a la novia interpretada por Uma Thurman.
Sin embargo, Tarantino maneja como nadie los recursos fílmicos al alcance de cualquier director y sabe entrenener como ninguno. La excelente elección musical, incluida una canción de David Bowie, otorgan ese carácter épico al film alejado de la ironía absurda que contienen algunos de sus diálogos. Las continuas ralentizaciones en los sucesivos duelos a lo largo de la película, así como el sofisticado despliegue, cargado de acompasados movimientos de cámara que utiliza en el último capítulo de la película, otorgan un ritmo más que acompasado en las escenas más importantes de la película.
La historia de Inglorious Bastards, cuyo título hace referencia a la traducción en inglés del film Quel maledetto treno blindato de Enzo G.Castellari, cuenta la historia de Shossana, que queda huérfana tras el asesinato de su familia a manos de los nazis. Shossana se crea una nueva identidad en París donde se gana la vida como dueña y directora de cine. Un nazi, que se enamora de sus encantos, convence a Goebbles de estrenar allí su última película, momento en el que Shossana prepará concienzudamente su venganza. Por otro lado Aldo Rein (Brad Pitt) comanda a los bastardos, un grupo de judíos que se dedica a matar nazis y cortar sus cabelleras sin ningún tipo de escrúpulos, y que acabarán en una misión secreta en el mismo cine donde Sohossana pretende matar a todos lo nazis. A partir de ese momento, el espectador podrá disfrutar de la magia cinéfila que envuelve a Tarantino, en una última escena de casi treinta minutos que puede tener tantas lecturas como espectadores vean la película.
Tarantino filma con la maestría a la que nos tiene habituados una tragedia post-moderna, en clave de humor, salpicada de infinidad de referencias cinéfilas, y cuyo guión, dividido en cinco capítulos desemboca en una última escena sobre la que se derrocharán litros de tinta. Bebe, como siempre del spaghetti western, la comedia clásica, el comic, la serie B, etc. Si Walt Disney levantara la cabeza…seguramente se horrorizaría al ver a la Cenicienta, que este genio post-moderno ha creado, con escayola y disparo incluido en una de sus piernas.
En esta ocasión el envoltorio elegido es el cine bélico, que enmarca a los bastardos de Tarantino en la Francia de la II Guerra Mundial ocupada por los nazis. Es tal la multitud de referencias, que el propio Tarantino, consciente de su papel como reciclador de géneros, se auto referencia, sabiendo que su influencia cinematográfica, estará presente en futuras generaciones. No es casual pues, que la película comience con todas las tipografías de letra que Tarantino ha utilizado en sus anteriores films, así como que la última frase de la película en boca de Pitt mirando a cámara antes del corte definitivo a negro se la siguiente: “puede que esta sea mi mejor obra”. Tarantino sabe el papel que juega en la cinematografía actual, y no duda en alardear sobre el tema.
Quizá Tarantino tenga razón, y pese a su excesivo metraje, que ralentiza algunas partes del film en sus actos centrales, nos encontremos frente a una de sus obras más concienzudas, y por supuesto más ligadas en fondo y forma al medio en el que Tarantino parece haber nacido. El personaje nazi apodado “Caza-judíos”, (Christoph Waltz) tan enfermizo como gracioso, es el verdadero motor y alma de esta película –más allá del Brad Pitt comercial que abandera el cartel-. Sus intervenciones agilizan las partes muertas del film. El interrogatorio de la primera escena, filmada con la sobriedad del más puro cine clásico, siembra la base perfecta, para comprender cada una de las escenas en las que interviene el personaje, que a la postre son, las escenas más desternillantes de la película. Quizá la mayor decepción del espectador, atraído por el cartel y el jugoso título, sea encontrarse con que los bastardos, no son el motor de este film, cuya estructura narrativa, la cual girá en torno a la venganza, está completamente hermanada con las dos partes de Kill Bill. De hecho, la protagonista del film, recuerda en más de una ocasión a la novia interpretada por Uma Thurman.
Sin embargo, Tarantino maneja como nadie los recursos fílmicos al alcance de cualquier director y sabe entrenener como ninguno. La excelente elección musical, incluida una canción de David Bowie, otorgan ese carácter épico al film alejado de la ironía absurda que contienen algunos de sus diálogos. Las continuas ralentizaciones en los sucesivos duelos a lo largo de la película, así como el sofisticado despliegue, cargado de acompasados movimientos de cámara que utiliza en el último capítulo de la película, otorgan un ritmo más que acompasado en las escenas más importantes de la película.
Con esta película, Tarantino no renuncia a la fusión de géneros de la que ya hizo alarde en Kill Bill. Tampoco a la violencia característica en todas sus películas, ni a la ironía predominante en sus diálogos. Pero sin embargo, no alcanza sus cotas más divertidas. Y en según que momentos alarga innecesariamente algunas de las escenas, eternizando algunos momentos, que reviven con la traca final de la película, que tan buen sabor de boca deja al espectador.
Tomarse en serio la película puede ser un error. Pero tomársela en broma también. La confrontación judío-alemana, no sólo presente a lo largo de la historia, sino también en la propia historia del cine, reluce durante todo el film. Lo mejor en cualquier caso al ver una película de Tarantino, es dejarse llevar y sumergirse en los propios recuerdos cinéfilos que cada uno de nosotros guardamos y a los que el director bombardea constantemente. Cada uno recordará una parte diferente de la historia del cine que ha vivido con esta película. Eso, y la profunda reflexión que (en serio o en broma) parece contener, es lo que hacen que esta obra, no sea una simple película entretenida, con momentos de decadencia que incluso pueden llegar a aburrir. Inglorious Bastards, supone en definitiva, una página más, de esa historia del cine, que nace y muere en la cinefilia del propio Tarantino, y que por supuesto su autor, re-escribe y vomita a su gusto y antojo, para el disfrute del resto de los mortales.
9 comentarios:
Tengo bastantes ganas de verla.
He estado mirando trailers y entrevistas a Quentin y algunos de los actores por el You Tube y parece que pinta bien la cosa.
Me lo apunto: no me la tomaré ni en serio ni en broma sino todo lo contrario ;)
Yo también la he visto.
Me quedo con la ultimísima escena; claro homenaje a otra obra maestra llamada "Muerte entre las flores".
Ante todo se lo ha pasado de puta madre haciéndola y yo creo que quizá sea lo mejor de todo. Pero insisto en que no tienes problemas de ritmo, otra cosa es que sea larga...
y que Tarantino se tome demasiado en serio a sí mismo, que anda que menudo pico de oro está hecho...
Creo que para utilizar dos horas y media de metraje, tiene que avanzar mucho la acción dramática de la película.
En este caso, hay muchos momentos en los que no lo hace, y por tanto se ralentiza el film. Es decir, asistimos a escenas medianamente graciosas, que sin embargo podrían acortarse mucho, como por ejemplo la escena de la taberna excesivamente larga, para un desenlace de escena de poco más de un par de minutos.
Pese a todo, esas imperfecciones, son las que hacen tan diferentes las películas de Tarantino. Pero la máquina de reloj tan engranada en Pulp Fiction, Reservoir Dogs o Kill Bill, no está presente en Inloriuous Bastards.
SAludos!
Totalmente de acuerdo, nunca ha superado "Reservoir dogs", pero también hizo esa película en esos años y entonces tenía cierta novedad, que el tiempo y las copias y las modas le han quitado. Él sigue el mismo esquema desarrollándolo y claro, hay veces que no le sale como le gustaría. Sin embargo, en "Malditos bastardos" creo que sí que roza la línea, pero lo consigue. A mi, precisamente, la extensión de la secuencia de la taberna me parece fabulosa. Ya sabes Nacho que nunca nos ponemos de acuerdo! Jajaja. Un abrazo!
¿Pero es que nadie va a hablar del atractivo de Brad Pitt? Es un actor que (como sabes Nacho) me encanta, pero ¿me equivoco al decir que cada vez se repite y se gusta más en el papel, los ticks faciales y las expresiones del gitano de 'Snatch: cerdos y diamantes?'?
No puedo estar más de acuerdo contigo.
Un saludo
Si se me permite añadiré que el gran
descubrimiento es el caza-judios ¡gran papel y mejor actor desconocido al menos para mi !
No puedo estar más de acuerdo con Nacho en lo de las escenas " pelin" relentizadas, como la de la taberna
y como remonta totalmente la acción
con ese estilo suyo, guste o no.
Yo diria que es una pelicula dramaticamente-cómica o superficialmente profunda.
Brad está para " vender" la peli y
darle ese toque de locura.
Saludos y a disfrutarla.
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