domingo, 30 de enero de 2011

Harry Potter, un high concept de lo más aburrido.


Vaya por adelantado que no me he leído ni un solo libro de Harry Potter, y que no pretendo con esta entrada levantar la furia de algún que otro fan que pueda leerla. No cabe duda de que Harry Potter es un high concept. Un concepto super explotado, y que Rowling ha sabido rentabilizar, no sólo a través de sus películas, sino también a través de las diversas plataformas que rodean al producto: videojugos, merchandaising, libros, películas, internet…

Sin embargo, si atendemos tan sólo al medio cinematográfico, Harry Potter es, con toda probabilidad, una de las sagas más aburridas que se puedan recordar. Su séptima película, Harry Potter y las reliquias de la muerte -Parte I- (David Yates, 2010), poco o nada tiene que ver con aquel Harry Potter entrañable y vivaz de la primera parte. Quizá le evolución del niño a adolescente funcione en las secuelas literarias, pero en el cine tan sólo supone una evidente forma de alargar económicamente un producto, gracias a una serie de espectadores que por desidia, por interés, por fanatismo, o simplemente porque ya han visto todas las películas anteriores, siguen asistiendo en rebaño a las salas a ver la última entrega del joven mago. Dos meses después de su estreno, la sala estaba llena, en una sesión en la que normalmente es complicado llenar un cine: 16:30. Con esto ¿qué quiero decir? Tan sólo que si la saga llegar hasta la décima película, probablemente seguiría siendo rentable porque su público seguiría acudiendo al cine. Bien, todos de acuerdo: Harrry Potter es un high concept.

Sin embargo, ¿cómo es posible que cada vez el pequeño Potter sea más soso, más insípido, y más aburrido? Probablemente, por una cuestión con la que suelo insistir a mis alumnos, y que normalmente se pasa por alto cuando se escribe un guión. El personaje no hace nada por conseguir su objetivo, y éste a su vez, no resulta suficientemente claro para que el espectador se involucre en la película. Los problemas de guión son más que evidentes. Realicemos un pequeño análisis narrativo de la última parte de Harry Potter (ojo spoilers).

¿Qué quiere Harry Potter? Conseguir los Horror Cruxies.

¿Por qué los quiere? Porque es la única manera de vencer a Voldemor.

¿Qué hace Harry Potter para conseguirlos? Buscar los Horror Cruxies con la ayuda de Hermione y de Ron.

¿En qué momento corre un grave peligro? En pocos momentos. O al menos, nunca tenemos la sensación de que esté verdaderamente en un peligro que pueda acabar con él.

¿Cuándo se nos revela alguna información que cambie la trama? En prácticamente ningún momento, exceptuando que la señora mayor del Ministerio de la Magia, apoya también a Voldemor. Es decir, hay muy pocas revelaciones para el espectador, en las dos horas y media que dura la película, lo que convierte a la trama en algo muy previsible.

Con este breve esquema, resulta complicado identificarse con Harry Potter. Porque, a la larga, los personajes más interesantes son los que rodean a Potter y no éste. De hecho, Hermione, resulta mucho más interesante (mueve más la acción), en esta última película que el propio Potter. Al menos ella, sí que toma decisiones, y se ve obligada a tomarlas (como cuando tiene que decidir entre quedarse con Ron o con Potter), al igual que Ron, que también motiva y propicia parte de la acción (el momento en el que debe vencer al Horror Cruxie con la espada). Sucedía en la anterior película de Harry Potter, en la que el personaje llegaba al extremo de ser tan pasivo, que en el momento de la muerte de Dumbledore, se escondía debajo de unos tablones (el colmo para un personaje pasivo). Harry Potter, no sólo no acciona la trama, sino que apenas participa de ella, y esto se hace evidente hasta en los diálogos:

Ron: ¿No sabes qué hacer, verdad Harry?
Hermione: Nadie lo sabemos.

Apasionante. Fantástico para ellos, aunque aburrido para el espectador. Los personajes que no saben qué hacer durante toda una trama (no durante alguna secuencia), y sobre todo, los que no hacen mucho por solucionar sus problemas, suelen ser personajes que no le interesan al espectador. Si no nos interesamos por sus conflictos, ¿cómo vamos a hacerlo por sus motivaciones?

Por si fuera poco, el clímax de esta película se diferencia tan poco del resto de la película, que resulta complicado adivinar cuándo llega el final. Quizá por eso a todo el mundo se le queda la cara de “¿y ya está?”. Y no vale la excusa de que es la primera parte de otra que debe cerrar la saga en Junio del 2011. Porque Las dos torres, también era una película de transición entre otras dos partes, y el final de la película estaba más que claro (el ataque de los Rohirrim al abismo de Helm). Al menos ahí el espectador sí podía tener la sensación de asistir a una gran explosión de fuegos artificiales. Lo de Potter, estaría más próximo a un par de petardos de feria en la verbena de un pueblo.

¿Cuál es el conflicto principal de la última película de Harry Potter? Se aceptan propuestas. Quizá Potter se un gran concepto, pero cada vez sus guiones son más previsibles, más aburridos, y están peor escritos. Lo mejor que pueden hacer es terminar la saga y vivir de la rentas que ofrecen las ventas de muñequitos. Porque el resto de lo que hay en las últimas películas de Potter, es más propio de una telenovela venezolana , que de una aventura fantástica. Por debajo de las varitas, los ataques de los mortífagos, y los hechizos mágicos, sólo hay confusión de personajes, tramas de amor repetitivas, y ningún conflicto claro que mueva una película. Vaya sufrimiento, y qué manera de sacar pasta…
Posdata: en cuanto a verosimilitud se refiere, los guionistas no se preguntan ni un momento, qué narices come el trío protagonista durante los meses en los que transcurre la acción (nunca lo vemos), sin embargo, sí se empeñan en justificar varias veces, los cambios de vestuario de los tres magos, a través del bolso de Hermione. ¿Por qué nunca les vemos comer? Quizá no sea interesante, pero sí necesario para añadir un poquito de verosimilitud a lo que se cuenta. Un poco de lembas no hubiera estado nada mal...

viernes, 28 de enero de 2011

Un acto de fe


Bergman decía que la intuición consiste en lanzar un dardo a la oscuridad para después ir a recogerlo sin saber hacia dónde te diriges. Al resto del viaje, al resto del proceso, podríamos, sencillamente, llamarlo “un acto de fe”. Una amiga me comentaba el otro día que realizar cortometrajes no deja de ser un acto de fe para quien pretende hacerlos. Quizá un acto de fe algo caro (si lo comparamos con la pintura o la música, disciplinas artísticas mucho más espontáneas y asequibles), pero igualmente irracional. No creo que exista plena racionalidad en quien decide hacer cine. Sin embargo sí que existe mucha intuición, y en gran medida, enormes dosis de fe.

Para crear hay que creer. Para creer hay que tener fe. Y la fe, como el amor, como el odio, como casi todo lo que cuesta explicar racionalmente, es un acto insensato que pertenece al terreno de lo desconocido. ¿Dónde se genera la fe? ¿De dónde parte ese empuje tan necesario para afrontar un proceso creativo que resulta tan agotador? El cine es algo hermoso cuando está terminado, pero también una disciplina que te consume poco a poco, y que requiere grandes dosis de energía para afrontar el largo camino de su creación. Años para una película. Meses para un cortometraje. A veces me pregunto qué sentirán esas ancianitas mayores, que semana tras semana, acuden a la iglesia, se arrodillan, se levantan, y dejan deslizar entre sus dedos las pequeñas bolitas que marcan el tiempo de sus rosarios. ¿Cómo puede ser que durante tantos años sigan el mismo ritual? ¿Qué les empuja a emocionarse cuando escuchan el Salve María? ¿Por qué se agarran firmemente a la estampita de su santo en los momentos de crisis? ¿Por qué se santiguan cuando de reojo se suben a un autobús? Quizá no encuentre nunca una respuesta acertada o concreta para responder a estas preguntas. Como probablemente no la encuentre para explicar por qué alguien, de repente, decide sacrificar gran parte de lo que tiene, para hacer equilibrios sobre una cuerda de la que es fácil caerse. ¿Realiza uno cortos porque algún día desea hacer largos? Pues sí y no. Aunque casi siempre esa lectura me resulta demasiado horizontal, y algo sesgada. ¿Hace uno cortos porque le entretiene y le divierte hacer cine? Pues sí y no. Creo que existen entretenimientos mucho más asequibles, menos costosos, y quizá hasta más gratificantes. ¿Por el amor al cine, como les sucedía a los franceses de la nouvelle vague? Quizá esté más de acuerdo con ese motivo, aunque no sólo creo que el amor le lleve a uno a embarcarse en el proceso de creación cinematográfica. ¿Por qué entonces uno decide embarcarse en proyectos que ni siquiera sabe si va a poder terminar? ¿Qué impulso irracional motiva y mueve a esas piernas a que caminen sobre espinas, sobre brasas, y sobre un vacío que a veces incluso da miedo? ¿Por qué uno arriesga tanto? ¿Qué hay más allá? ¿Pasión por el cine? ¿Amor a lo que algunos consideran arte? Quizá sólo sea fe. Ni siquiera fe en un mismo, que tan necesaria resulta en este oficio. Fe en la propia creación. Fe en al acto y también en el proceso. Fe en cada uno de los detalles que se intentan cuidar. Fe en cada una de las variables que pueden influir en la búsqueda del dardo.

La fe lo soporta todo. Las inclemencias temporales y emocionales, los problemas y los hallazgos, las horas interminables en un tren soñando con que al final del camino el proyector reproduzca todos los frames que has rodado, los días sin dormir repasando cada una de las letras del guión, los planos que nunca llegaron a rodarse, los amigos que se perdieron por el camino, los que se encontraron, los abrazos al final de un rodaje, los aplausos del montador tras el corte final, la mirada de un actor pidiendo ayuda, las largas horas de los productores pegados al teléfono, el silencio de tu equipo esperando una indicación, el bullicio de un estreno…La fe es la que a muchos nos sigue haciendo creer que hacer cine merece pena, que rodar no sólo es un acto aislado y puntual, sino una manera de entenderse a uno mismo y también de comprender mejor el mundo que nos rodea. La fe acompaña, y a veces también ahoga. La fe le permite a uno hacer cine…siempre y cuando esté dispuesto a sufrir, o a perderse en la oscuridad mientras busca su dardo. La fe lo es todo para hacer cine, y sin ella, resulta casi imposible seguir adelante. Gracias a los que alentasteis la mía durante todos estos meses.

lunes, 24 de enero de 2011

II Jornadas de Ficción en Cine y Televisión de la USJ

Tras la buena acogida que tuvieron el año pasado las I Jornadas de Ficción en Cine y Televisión, de la USJ, hemos decidido continuar con la propuesta de traer profesionales del entorno audiovisual para que les expliquen a los alumnos sus experiencias en torno a la ficción cinematográfica y televisiva. Este año las Jornadas están organizadas entre el Grado de Com. Audiovisual de la Universidad San Jorge y el CPA y son de carácter abierto para todo el que desee asistir. El título bajo el que hemos aglutinado las diferentes ponencias y mesas redondas es "Creatividad en los tiempos de crisis", dadas las circunstancias actuales bajo las que se mueve el audiovisual. Os adjunto el interesante cartel de ponentes que nos acompañarán en esta segunda edición y que a buen seguro, abrirán interesantes líneas de debate durante esta semana. Podéis consultar el programa completo, así como sus horarios aquí.


martes, 18 de enero de 2011

POSTPRODUCCIÓN. LA GRANJA. Mezclas.

Hace unos meses me propuse explicar aquí algunos de los pasos que estamos siguiendo para la creación del cortometraje. No he podido comentar todos los que quisiera, y hay muchos aspectos que no me ha dado tiempo de tratar. Sin embargo, sí le quiero dedicar unas líneas a las mezclas de sonido. No sólo porque el sonido suele ser el gran olvidado en todo este proceso, sino por todo lo que puede contribuir a que el espectador se centre en lo verdaderamente importante: la historia que se cuenta.

Normalmente la mezcla de sonido suele hacerse en un estudio de sonido (no tiene que ser así necesariamente). Pero en condiciones óptimas resulta muy recomendable. Allí, lo que en tu casa suena apelmazado y tosco, se escucha completamente abierto y definido. A eso los sonidistas le llaman “sonidos abiertos”. Y aunque este tema no deba amargarle la existencia a un director, sí que puede hacerlo con la persona que ha trabajado el sonido. Cuando el sonido se abre en la sala de mezclas, uno se da cuenta de que hay que bajar determinados sonidos ambientes para que no predominen sobre diálogos, y de que los niveles de la música se deben regular hasta que todo parezca sonar de forma acorde. La premezcla previa sirve (cuánto más trabajada esté mejor), pero sin embargo es necesario reajustar los niveles sonoros. Eso es lo que se hace, principalmente, en la mezcla de sonido. Ajustar todos los niveles sonoros del cortometraje.

En función del diseño sonoro que se haya trabajado, la mezcla resultará más o menos complicada. En nuestro caso fue medianamente rápida. Unas cuatro horas hasta que sacamos la pista Dolby SR. No porque la sesión fuera sencilla (que no lo era) sino porque todo estaba bastante avanzado, y porque tanto Sergio como yo llevábamos las ideas muy claras a la sala de mezclas. En la sala de maclas, nos acompañó David (el mezclador de sonido). El proceso en sí es bien parecido al que se sigue en la mezcla de música, pero con la diferencia de aquí ya se tienen en cuenta todos los sonidos que se van a escuchar en el corto. Si hay algo que resulta verdaderamente importante es (como siempre) tener las cosas claras. En la sala de mezclas se trabaja rápido, muy rápido, y eso ahorra costes (normalmente los estudios se alquilan por horas, y cuanto menos debate exista en determinados aspectos mejor, porque así se tarda menos en realizar la mezcla).

Realmente, se podría estar retocando el sonido durante muchos más meses. Nunca es suficiente. Siempre hay algo que se podría mejorar. Siempre hay detalles que se podrían trabajar más. Pero cuando uno atraviesa la puerta de la sala de mezclas tiene que ser consciente de tres variables fundamentales para saber el sonido final que va a tener: cuánto tiempo posee para el mismo, qué necesidades básicas hay que trabajar en la historia que se cuenta(y si están cubiertas), y cuánto presupuesto se le puede dedicar a la mezcla. A partir de las combinaciones resultantes entre estas tres variables, y del mayor o menor ingenio del diseñador de sonido, el cortometraje sonará de forma más o menos parecida a cómo uno imaginaba en un principio.

Y digo que nunca es suficiente, porque cuando ya dimos por concluido el sonido, cuando David nos pidió a Sergio a y a mí que nos sentáramos en el sofá e intentáramos por un momento ser meros espectadores (algo que a estas alturas resulta casi imposible), cuando todo parecía concluido, cuando apenas llevábamos dos minutos de visionado…Sergio, libreta en mano (estuvo durante toda la mezcla anotando varias cosas), se levantó, detuvo la sesión de Pro Tools (programa de montaje sonoro) y con la delicadeza de alguien que no quiere interrumpir el sueño de un bebé me dijo: “Nacho, qué te parece si aquí…”. Mi respuesta era más que obvia, sabiendo que si había interrumpido el visionado era porque todavía no estaba conforme con algo. Así que de nuevo, cambiamos algo en lo que los dos estábamos de acuerdo: la radio debía sonar cada vez más bajita (apenas imperceptible pero necesario para la credibilidad del espacio), conforme la cámara se iba alejando de ella. Había que ajustarlo de nuevo con un leve fade de bajada. En este último visionado los “meros espectadores” realizaron tres parones más y Sergio dio tres últimos ajustes a la sesión. Así, que nunca es suficiente.

Podríamos haber estado mucho más tiempo mezclando, mucho más tiempo corrigiendo…pero lo más importante es que ya tenemos el sonido, que hemos cumplido los plazos que nos pusimos, y que el sello Dolby aparecerá al final de los créditos, lo que en cierto modo nos asegura, que se proyecte donde se proyecte (al menos la copia en 35 mm), se escuchará en condiciones. Por encima de todo esto, el sonido nos gusta mucho, y tanto Sergio como yo creemos que es el más apropiado para la historia que se narra.

Queda esperar a que el paso de 25 a 24 fps para la copia de 35 mm (el “pull down” de sonido), respete la afinación musical, y rezar para que no nos juegue ninguna mala pasada. Pero eso ya es harina de otro costal…y esta entrada sólo era para hablar de la mezcla final de sonido.

lunes, 17 de enero de 2011

Ver para creer

Las entradas son tickets, el cine nació con Amenábar, y ahora a las copias les llaman homenajes. Más, en menos espacio, es difícil.

martes, 11 de enero de 2011

Peter Yates (1929-2011)

Además de Juanito Navarro y Juan Piquer Simón (al cual los medios no han dedicado ni la mitad de tiempo), nos deja también Peter Yates. Del cual, con permiso de Death Proof de Tarantino y de French Conection de Friedkin, recordaremos siempre la mejor escena de persecución que se ha rodado con coches.

lunes, 10 de enero de 2011

POSTPRODUCCIÓN II. LA GRANJA. La música.


Estas navidades grabamos la música del cortometraje. Poco o nada tiene que ver grabar la música en un estudio y realizar una premezcla musical, a que la música entre directamente por librería (ordenador). Por supuesto, el esfuerzo (sobre todo de producción, no sólo económico) es mucho mayor, pero la calidad sonora, así como la adecuación de la música a las imágenes también es mucho más certera.

Para los que como yo, nunca han grabado una banda sonora original (no hasta el momento), quizá les resulte interesante conocer cómo es el proceso. Detallo aquí, el que se ha seguido, al menos en nuestro caso. Quizá para alguien que pueda perderse por el blog le sea ilustrativo de cómo se graba la música para un cortometraje.

Paso 1. Búsqueda de un músico. Lo primero es encontrar un compositor que esté dispuesto a crear la música para la banda sonora del corto.

Paso 2. Guión y visionado. Enviarle el guión y la primera versión de montaje de imágenes. Da igual si no es la definitiva. Si el compositor ha realizado otras bandas sonoras, estará más que acostumbrado a ver cortometrajes incompletos. No siempre se encuentra un compositor a la primera, y no todos los compositores encajan con todos los géneros que hay.

Paso 3. Reuniones y conversaciones telefónicas. Hablar del presupuesto con el que se cuenta para la grabación (lo cual determina no sólo el número de instrumentos, sino también la grabación en sí y las posibilidades que tiene uno. No es lo mismo media docena de instrumentos que contratar a la Filarmónica de Viena), resolver cuestiones creativas, respecto a la historia, personajes y ritmo musical, hablar de cómo debe ser la música, de referencias en otras películas, de qué debe transmitir, así como delimitar qué instrumentos deben predominar y cuáles no. También es necesario delimitar el formato de grabación de sonido. En nuestro caso, tal y como explique aquí, el compositor y el diseñador de sonido se reunieron previamente porque música y diseño sonoro (al menos en este cortometraje) han resultado ser una sola unidad. Así que no hay muchas diferencias entre música y diseño sonoro.

Paso 4. Maquetas. Recibir una primera maqueta musical que el compositor realiza a partir de instrumentos de librería. Volver a hablar con el compositor e intentar que la segunda maqueta se adecue a lo que realmente buscas. Aquí es bueno tener tiempo. No ha sido nuestro caso, en el que hemos trabajo bajo presión temporal por la fecha de estreno.

Paso 5. Partitura e instrumentos. Cuando la maqueta está lista buscar instrumentistas. Es decir, encontrar las personas que tocarán la banda sonora. Buscar estudio y técnico de sonido que grabe la banda sonora, así como para la realizar la premezcla musical. Si es necesario, buscar un director para los instrumentistas. En nuestro caso era necesario. Mientras, el compositor escribe la partitura para entregársela a los músicos.

Paso 6. La grabación. Divertida, pero al menos para mí, muy cansada. Un día de grabación de banda sonora equivale en esfuerzo a un día de rodaje. Todo el día escuchando una y otra vez, los mismos acordes, que por sí solos tampoco parecen gran cosa. Se repiten tomas, se grabanvarias veces cada fragmento hasta que el compositor da el visto bueno (normalmente cuando la tonalidad, afinación y ritmo son adecuados). Una vez se graba la música, se realiza la premezcla musical. Se adecuan los niveles de cada instrumento grabado, se mezcla con los instrumentos que se hayan decidido incluir de librería y se crea una sola pista sonora. Todo esto, entre mezclador, compositor y director del cortometraje. En nuestro caso, todo realizado en una jornada (un día).

Paso 7. Esta pista sonora se le da directamente al diseñador de sonido, para que la tenga en cuenta en su diseño sonoro. Posteriormente, con el trabajo del diseño sonoro (diálogos más ambientes y efectos sonoros), se realiza la mezcla final. De momento en algunas partes del cortometraje, Sergio (diseñador sonoro) todavía no sé cómo no se ha vuelto loco porque suenan hasta 25 pistas de sonido a la vez. Para haceros una idea, el sonido de un disparo puede estar formado por hasta 5 o 6 sonidos de disparos diferentes. Pequeños trucos que ayudan a que todo sea más verosími y que ya dependen directamente del ingenio del diseñador de sonido para solucionar los problemas.

Y hasta aquí este breve resumen de la grabación de banda sonora para un cortometraje. De la mezcla final ya hablaré más adelante, porque la realizamos este fin de semana. La verdad que el mundo sonoro es apasionante, y puede determinar en buena medida, el resultado final de un producto. Nosotros sabemos que una buena parte de la verosimilitud final nos la jugamos con el sonido. Es por eso que, a diferencia de otros cortometrajes anteriores, le estamos dedicando tanto tiempo.

Al menos para mí, ya hay un par de secuencias que han ganado mucho después de escuchar la premezcla del diseño sonoro, en la que ya se incluye música, ambientes y diálogos. Ver cómo todo cobra vida poco (imagino que esto le sucederá a todo el mundo) es una de las mejores sensaciones que se pueden tener, y también uno de los últimos pasos creativos en el largo proceso de posproducción. Imagino que todo en todo este proceso en un largometraje, el director no está tan presente. Pero conocerlo, creo que ayuda a entender qué posibilidades ofrece cada secuencia. Tener claro qué se busca sonoramente, creo que es el factor fundamental para que todo avance sin muchas trabas. Paso a paso... seguimos avanzando.

martes, 4 de enero de 2011

Autoblogmbo

Qué agradable saber que hay personas que de vez en cuando se pasan por este blog. Hoy nombran a unmundoimplacable en este artículo del Heraldo de Aragón.


lunes, 3 de enero de 2011

Una mirada al 2011

El 2011 depara numerosos e interesantes estrenos. El que espera nuestro equipo con más ganas es este. Si se cumplen los plazos previstos, el próximo mes de febrero lo estrenaremos en Zaragoza. De momento, en enero, últimas mezclas de audio, etalonaje, titulación y efectos visuales. Adjunto aquí el trailer (sin etalonaje).


TRAILER LA GRANJA from Ignacio Lasierra on Vimeo.