A propósito de "Un buen momento (para dar el gran salto)", publicado en el catálogo 2008 del 13º Festival de Cine Zaragoza.
- ¿Cómo va la distribución del corto? ¿Lo estáis moviendo mucho?
- Sí, bien bien…de momento lo estamos enviando a varios festivales y por suerte lo van seleccionando por toda España.
- Que bien, de eso se trata, tú sigue mandándolo por ahí, que lo importante es que se vea. ¡Hay que difundir el cine que hacemos en Aragón!
- Claro, claro, es importante que el cine que se realiza en nuestra comunidad traspase las fronteras.
Esta conversación, habitual a la salida de varias proyecciones, esconde peligrosas preguntas trampa, que dejan entrever, que la distribución de un producto audiovisual es quizás la parte más engorrosa, más solitaria, más desconocida y más olvidada en el largo proceso de creación – difusión de un cortometraje. Una parte, poco apoyada institucionalmente, y sobre la que habría que concretar nuevas medidas en Aragón, para mejorar la difusión de nuestro patrimonio cultural.
Esta semana, todos los amantes del cine en Zaragoza, pueden leer en el programa - catálogo del Festival de Cine de Zaragoza (Jóvenes Realizadores), un breve y más que necesario artículo escrito por Luis Antonio Alarcón, sobre el estado actual del cine aragonés que esboza algunas de las claves de cómo “mejorar un panorama que corre el peligro de seguir estancado”. Con esta clara afirmación, compartida por muchos de los que en cierto modo tenemos relación con el audiovisual aragonés, se cierra un artículo, en el cual podemos encontrar sinceras y contundentes líneas sobre las necesidades reales de difusión y educación del audiovisual en Aragón. De todo lo expuesto en el artículo, el cual (ojalá) pudiera y debiera servir para abrir un intenso debate en el que el resto nos hiciéramos eco, hay un punto que nos afecta de lleno a los que en la actualidad deseamos seguir realizando cortometrajes en Aragón: la distribución de nuestros trabajos. En este desamparado proceso, tan necesario como la propia creación, producción, realización y post-producción de un cortometraje, el realizador se encuentra ante un vasto desierto al que enfrentarse, con pocos oasis alrededor para llenar su cantimplora.
En la actualidad existen diversas vías, por las que los realizadores pueden distribuir nacional e internacionalmente sus trabajos. La primera, es quizás, la que como también se apunta en el artículo, se lleva a cabo desde hace varios años: "el cineasta aragonés se vale como puede, en este caso", para mover su proyecto por diversos festivales. Esta primera opción, habitual en las primeras incursiones en el audiovisual, está al alcance de cualquier persona que realice un cortometraje pero económicamente resulta poco rentable. No sólo obliga al realizador a dedicar una ingente cantidad de tiempo en formar una buena base de datos para mandar su cortometraje, sino que requiere de la continua actualización de la misma, que probablemente no abarque ni un 50 o 60% de los más de 300 festivales nacionales que existen en la actualidad en España. Ni que hablar, de lo complicado que resulta, estar al tanto de los festivales que trascienden de nuestras fronteras en Europa, América, Asia o los poquitos que se abren hueco en África. La segunda opción es contactar con una agencia de distribución, que mueva y haga viajar el cortometraje por diferentes festivales, a cambio de una razonable (no siempre) cantidad económica. Esta opción, más profesionalizada, según el prisma en que se mire, es un poco más cara, pero también más segura, con la que el realizador, al menos, se acaba enterando de la actividad audiovisual de los diversos festivales nacionales e internacionales en los que tiene cabida su cortometraje. Es decir, se ahorra elaborar la gran base de datos y gana varias horas de tiempo para invertir en otros menesteres, pero por el contrario se deja unos cuantos eurillos más en la distribución. La tercera opción, quizá la menos recomendable pero más barata, es la de utilizar el DVD del cortometraje para rellenar ese hueco vacío de la estantería de la habitación.
En cualquiera de las dos primeras opciones, el realizador se encuentra con el muro del desembolso económico, que en mayor o menor medida debe afrontar en solitario. Aquí, es precisamente, cuando la distribución del cortometraje, enlaza con otro de los puntos tratados en el artículo: la política por parte de las diferentes instituciones para ayudas y subvenciones a la producción del audiovisual aragonés, que si bien favorece mucho a los cortometrajistas aragoneses, no contempla en ninguno de sus apartados, la distribución del cortometraje. Ayudas, destinadas a la producción y realización de un proyecto, que como la propia palabra indica ayudan (no se imaginan hasta que punto, puesto que sin ellas sería imposible abarcar muchos proyectos cinematográficos) a que las palabras pasen del guión a la pantalla. Pero ¿a qué pantalla? En muchas ocasiones, no a la gran pantalla. Es decir, que poco o nada conseguimos, si fomentamos la amplia producción del audiovisual aragonés, para que luego éste no salga más allá (en la mayoría de los casos) de las fronteras que marcan los necesarios y consolidados festivales que hay en nuestra comunidad. Es quizá el momento, como bien dice Luis Antonio Alarcón, de crear las infraestructuras adecuadas y de difundir en condiciones los trabajos que se producen. Es el momento de mirar a las comunidades vecinas y aprender de ellas, para mejorar la difusión de la nuestra, y también de analizar los modelos desarrollados en Madrid o País Vasco (Kimuak), por citar dos de las comunidades más prolíficas en este sector, que apoyados por sus respectivos gobiernos (y en el caso vasco también por la Filmoteca), se reservan buenas cantidades económicas para la distribución nacional e internacional de sus cortometrajes más notables. Es decir, modelos que no basan sus ayudas en la cantidad, sino en la calidad de los proyectos. Modelos basados en la difusión del patrimonio cultural por encima de la producción de éste. O lo que es lo mismo, modelos que no pierden de vista, que lo más importante no es que los cortometrajes se puedan realizar, sino que se realicen en condiciones y que una vez finalizados sean vistos por todo el país, por cuantos más espectadores mejor.
Pese a todo, todavía conservamos la edición del DVD Los olvidados editado por el Gobierno de Aragón, donde se incluyen anualmente algunos de los cortometrajes realizados en Aragón, para la difusión de los mismos. Pero quizá sea insuficiente, si acudimos de nuevo al título del artículo: un buen momento para dar el gran salto. Un salto, que sirva, para que (entre todos) se construya o mejore el sistema audiovisual aragonés, y se extienda y fomente por tanto, la cultura audiovisual de nuestra comunidad. Un salto, que forme nuevos realizadores y fomente su educación, que consolide y apoye a los que se están formando y que proyecte con decisión a los que ya se han formado en sus largas trayectorias. Un salto, que debe empezar en el debate crítico y productivo, en encuentros, festivales, tertulias, proyecciones, medios de comunicación, instituciones, blogs y demás plataformas por las personas que gestionan y fomentan el audiovisual aragonés y del cual los que realizan, o queremos realizar cine en Aragón, debemos responsabilizarnos para no quedar estancados, en un estado contemplativo, de un audiovisual, que pese a estar madurando a pasos agigantados, todavía tiene un largo camino por delante, para convertirse en un referente cultural cinematográfico del que sentirse orgulloso más allá de nuestras fronteras.
- Al que haya llegado hasta este punto, disculpas por la extensión -