El público. Los espectadores. Los grandes aliados y a la vez el gran temor de los cineastas. El espectador que juzga y valora el trabajo que durante mucho tiempo has realizado en cuestión de minutos, horas en el caso de los largometrajes. Último y verdadero responsable de que exista el cine, puesto que el cine se hace para el público (o al menos así debería ser) y sin él no tendría sentido alguno. Es mejor no perder mucho en imaginar una proyección sin espectadores. Poco sentido tendría.
Ese espectador, en este caso, el público del pueblo de Tarazona, el mismo que vemos en la foto y que ayer sábado abarrotaba en la gala de clausura del Festival de Tarazona el fantástico Teatro que conservan en este pueblo a los pies del Moncayo, es el mismo que nos ha otorgado este tercer premio. Cerramos así el paso por este festival dónde nos han acogido de la mejor manera posible, nos han tratado estupendamente, y dónde nos han concedido finalmente tres premios. Y a mí, que cuando filmo siempre intento pensar en como hacer disfrutar al espectador, reconozco que este tercer premo me ha hecho especial ilusión. Me anima a seguir trabajando, a seguir mejorando, y a seguir esforzándome proyecto a proyecto. Desde aquí, mil gracias a los asistentes a proyección del cortometraje por este premio, en el que además también participaban los cortos finalistas en formato en cine. Así que alegría doble, al ver que el trabajo ha gustado tanto al jurado, como al público asistente.