lunes, 25 de octubre de 2010

Maratón de Halloween en la Facultad


Esta semana hemos organizado la II Maratón de Halloween en el cineclub de la Facultad de Comunicación. Sesión ininterrumpida de películas espeluznantes. Un poco de todo: cine español, cine europeo, gore, ciencia ficción...para todos los gustos. La novedad de este año es que exceptuando algún título, vamos a poder disfrutar de las películas en pantalla grande y en HD.

Terminamos, tal y como hicimos el año pasado con Halloween, con el maestro Carpenter. Estoy deseando revivir La cosa, y hacerlo en una pantalla en condiciones y en HD.

jueves, 21 de octubre de 2010

De diez veces, dos sale algo bueno

¿Y las otras ocho? Ahora entiendo porque sus cortos me parecieron tan insoportables. No he visto las películas, pero después de escuchar esto creo que tampoco lo haré.

Y yo que creía que en el cine de Kubrick, de John Ford, de Alfred Hitchcok y de Haneke había ideas claras sobre las que escribir una película...y resulta que todo depende del azar y de ir descubriéndolo poco a poco. Pues nada, ¡qué viva el azar!

Aristóteles; 8 de cada 10 sale algo bueno. Las otras dos seguramente no sale nada bueno porque no se le hace caso. Parece que de la libertad creativa, al azar más absoluto y absurdo hay tan sólo un paso. Todo es cuestión de proponérselo. Yo prefiero a Aristóteles. Aunque sea por cuestión de probabilidad.


jueves, 14 de octubre de 2010

Magia cinematográfica

Creo que es uno de los mejores comienzos de película que he visto nunca. Cada movimiento de cámara resulta ser una emoción contenida. Cada nuevo encuadre esconde magia cinematográfica. Hay vida. Todo parece respirar por sí solo. Todo fluye. Y todo resulta demasiado hermoso. Mucho cine en un solo plano.

miércoles, 13 de octubre de 2010

lunes, 4 de octubre de 2010

MONTAJE II. LA GRANJA. La barrera de los 20


Tareas que realizamos cuando tenemos veinte minutos:

- Bajar a hacer la compra.
- Tirarnos en el sofá a ver un capítulo de sitcom.
- Dormir la siesta (dicen que es el tiempo adecuado).
- Leer la prensa gratuita (arrugada a última hora de la tarde) indicada para ese tiempo.
- Pensar qué hacer en los siguientes veinte minutos.

Pero nunca, nunca, nunca veremos un cortometraje de veinte minutos.

Un cortometraje de veinte minutos se considera normalmente como algo tedioso, largo, insoportable y pobablemente aburrido. Los veinte minutos en un cortometraje equivalen al Ben-Hur o el Doctor Zhivago dentro del cortometraje. Los treinta ya serían algo así como la Cleopatra del cortometraje ¿Por qué? Porque en muchos festivales de cortometrajes así nos lo han hecho creer, y porque en internet veinte minutos es mucho tiempo. También porque el 90% de los cortometrajes de esa duración son un auténtico sopor.

Hay que rodar cortometrajes de dos, de tres o de cuatro minutos a lo mucho, para que alguien te preste atención. Por lo menos para que lo haga en internet. Si tu cortometraje dura más de diez tiene que ser realmente bueno para no aburrir, y si dura veinte o más de veinte mejor olvídate de que el internauta se detenga a echarle un vistazo. El problema radica cuando tu cortometraje pide más de 20 minutos. Y lo pide porque llevas 17 minutos montados sometidos a continua revisión y todavía te quedan dos secuencias por montar: el clímax y tu desenlace. Es decir, dos secuencias de las que no puedes prescindir. Si el cortometraje sólo estuviera compuesto por planos no habría problema. Probablamente se quedaría en 20 minutos de imágenes. Pero hay que sumarle los títulos de crédito, y los logotipos de las instituciones que te han dejado pasta para poder rodarlo. Y eso te arrastra de forma irremediable a superar la barrera de los 20. La temida y tensa barrera de los 20.

Es entonces cuando empiezas a plantearte esa pausa que colocaste para crear tensión, o aquella mirada que hacía falta para que el personaje principal no estuviera hablando solo. Te planteas si esa persecución dilatada sería mejor contarla en tres planos y si el prólogo en vez de 40 segundos debería durar 10. O lo que es lo mismo, te cuestionas el ritmo de tu historia, que por otro lado sabes que peca de rápido. Y piensas en si a esa "cola" de plano le puedes quitar unos cuantos frames y a aquella otra otros tantos. Aunque en el fondo te engañas porque sabe que limando las "colas" de planos el problema no se soluciona. Sobra material. Y eso significa que algo del guión tiene que desaparecer. O por lo menos que hay que replantearse qué es lo verdaderamente importante en tu historia. Eso, o convertir tu cortometraje en un homenaje a la "nouvelle vague" lleno de saltos temporales desde un mismo eje de cámara.

Al final siempre se termina en ese punto. Uno se pregunta qué resulta fundamental para que la historia sea verosímil e interesante. Y sin embargo, todavía queda la esperanza de creer que las historias duran lo que tienen que durar. ¿Por qué acortar algo que pide más de 20 minutos? Es como querer pasar por debajo del limbó midiendo dos metros. Y encima querer pasarlo con ritmo y soltura. No es imposible, pero lo más probable es que uno acabe haciendo el ridículo.

La barrera de los 20 acecha. Está ahí. Al otro lado. Dispuesta a convertir el montaje de tu corto en un verdadero infierno.