sábado, 29 de septiembre de 2007

Bendita infernalidad

A propósito de un comentario que me ha hecho reflexionar sobre esas decenas de películas de terror que la industria norteamericana produce anualmente, cuando parece ser que corren tiempos en los que los escalofríos han viajado a oriente dejando huérfanos al terror occidental, he querido recuperar este texto que escribí hace algún tiempo sobre una de las películas que adoro en este género y que seguramente más me hayan marcado. Desde que la vi, pocas han sido ya las que han conseguido hacerme temblar. Y es que sin duda, desde mi punto de vista, el terror es a día de hoy, junto al musical, el género más maltratado por la industria americana cinematográfica.

"La diablesca relación entre el cine y las fuerzas infernales del submundo se vienen materializando desde que Meliès, pionero del cine de ciencia ficción y terror, le tributara a Mephisto, Satán, Fausto y su séquito una serie de películas que avanzaban, que la línea separatoria entre lo bendito y lo diabólico, no iba a ser pasto tan sólo de obras pictóricas e inquietantes novelas. Estos primeros films, ya sembraban la incertidumbre, que cien años después todavía está presente en el moderno espectador que ansioso, en su butaca, sigue devorando palomitas, aterrado por la presencia del príncipe de las tinieblas. Lucifer y su parafarnalia satánica, ha interesado a autores, desde el expresionismo alemán de Murnau, ya sea a través del vampirismo en su Nosferatu, o de su adaptación del Fausto de Goethe hasta la apocalíptica El fin de los días de Peter Hyams. Y es que el miedo, evangélico o no, a una fuerza superior capaz de poseer, destruir e incluso arrebatar un hijo, es compartido por una cultura global, que no entiende de religión.
Esta última premisa, el nacimiento del anticristo, es la que a partir de la novela d Ira Levin se desarrolló en el guión de “La semilla del diablo” (Rosemary´s Baby 1968). Una pareja común de Nueva York, acabará engendrando al hijo de Satán, debido a la vanidad del ser humano, capaz de vender su alma, por conseguir lo que desea. La semilla del diablo, se convirtió con este argumento y un acertado reparto en un adalid que cambió el concepto de terror, y sustituyo, los monstruos y las casas encantadas, por películas como El exorcista o la trilogía de Damián iniciada con La profecía. Gran parte de este éxito, se debe a la manera en la que Robert Evans, persuadió a Polanski, para que dirigiera el proyecto, dejándole leer tan sólo unas pocas páginas de la novela original, que comienza como una telenovela y que acaba con una de las secuencias de terror, más recordadas por los amantes del género. Seguramente debido a esa última secuencia Robert Evans afirmó que con “la semilla del diablo produce tanto terror, como el propio infierno, porque no ves nada”.- Y es que Polanski, aplicó debidamente en su film, la mezcla de suspense, y terror, que inciara el maestro Jacques Tourner.


Este agobio psicológico al que Polanski nos somete, se ve complementado, con la infantil y asfixiante interpretación de la hippie Mia Farrow, elegida explícitamente por Evans y con la señorial actuación de Cassavets, que en discusión con Evans, fue elegido finalmente por Polanski, en detrimento de Robert Redford. Posiblemente, que tanto Evans, como Polanski, fueran actores en sus comienzos, influyó de manera decisiva en que la película se sustente mucho más en las expresiones de los actores, acompañadas con casi invisibles movimientos de cámara, que en los propios diálogos del film. Y es que la mezcla de surrealismo y brujería con la que Polanski, plasmó la manera en la que el hijo de Satán es concebido, o la trasposición de imágenes al final del film, que dejan total libertad a la imaginación del espectador, son dignas, de una narrativa visual, casi heredera de las novelas de Lovercraft.

Las posteriores casualidades tras el estreno del film, de la muerte de la madre de Polanski, o la del accidente que le costó la vida al compositor de la banda sonora del film, un año después de su estreno, han servido más para encumbrar a este film, y para especular sobre las posibles acciones de Lucifer, ahora sí, fuera del celuloide. La Paramount resucitó gracias a este film, que encumbro a una desconocida Mia Farrow, puso en boca de todos a un jovencísimo Polanski, y comenzó a consolidar el reinado de Robert Evans en Hollywood. ¿Qué más se le puede pedir a una película de terror? Seguramente lo que todavía hoy muchos de nosotros todavía nos reconcome cuando volvemos a verla. Porque, amado y odiado Polanski, no me enseñaste nunca lo que había en aquel cochecito negro".

viernes, 28 de septiembre de 2007

Más vale tarde que nunca...

El orfanato de Juan Antonio Bayona será al fin la película preseleccionada por la Academia para los oscar, premios de dudosa reputación en cuanto a calidad artística se refiere, pero sin duda llenos de romanticisimo y glamour para los amantes del cine.


De esta preselección por parte de la Academia española me gustaría puntualizar algunos rasgos, y algunas pequeñas conclusiones que pueden extraerse de esta apuesta de nuestro "querido cine español". Quede claro, que siempre desde un punto de vista industrial, y sin entrar a valorar la calidad técnica o artística de las películas.


La primera sentencia que pronto los medios se han apresurado a reflejar en sus titulares es que al parecer la Academia ha decidido arriesgarse al elegir esta película de un director debutante en el cine español. Es decir, al elegir una ópera prima. Esto hasta cierto punto es matizable, puesto que Juan Antono Bayona, viene de la mano de Guillermo del Toro, el mismo director que el año pasado, fue rechazado por la Academia española para representar a nuestro país en los oscar, en detrimento de Volver del manchego Almodovar. No está de más recordar, que España "cedió" a México la oportunidad de acudir a los oscar con El laberinto del fauno, película que contaba con más de un 70 % de producción española, y con la mayoría del equipo técnico y artístico de nuestro país. Es decir, la Academia parece haber aprendido la lección y esta vez sí ha confiado en Guillermo del Toro, el cual avala a este joven director de 32 años, tras el éxito rotundo en la pasada entrega de los Oscars de El laberinto del fauno (los más detallistas fijénse en que la letras del cartel son las mismas que las del año anterior en la película de Guillermo del Toro)


Que la apuesta sea arriesgada, la verdad, con el aval de Guillermo del Toro detrás, no es muy arriesgada, sabiendo que en este momento es uno de los directores ajenos a Hollywood más queridos allí. Por si fuera poco, a la película se la están rifando los distribuidores, para su promoción por EEUU en estos meses previos a los oscars, tras su buena acogida en el festival de Cannes. Al parecer, va a poder exhibirse con el doble de copias que lo hiciera Volver el año pasado, algo a tener muy en cuenta, cuando tanto la selección de las películas nominadas al oscar, como en su gran mayoría de ocasiones, el premio, depende directamente de la distribución del film en la meca del cine. Si consigue superar cierta cifra de copias, además podrá competir en cualquier categoría, más allá de mejor película de habla no inglesia. Por tanto, no es tan arriesgado elegir este film, como lo hubiera sido lanzarse a la piscina por parte de la Academia, eligiendo films como Bajo las estrellas de Felix Viscarret o Concursante de Rodrigo Cortés (esta última por cierto, casi convencido que gustaría a los estadounidenseses, no sólo por su ritmo, sino por el tema tratado, y el monqtaje utilizado, que en nada se parece a cualquier pelícuala española al uso). Algo que es sin duda una quimera desde el punto de vista de su distribución.


La otra conclusión, de letra más gorda quizá, es que Belén Rueda está atravesando un gran momento como actriz, y que tiene buen ojo para los papeles que elige. Recordemos que abandonó Los Serrano, por el rodaje de esta película, y para lanzar su carrera como actriz, que hasta al momento no está disgustando.


Pero seguir leyendo en los periódicos, que la apuesta de la Academia es arriesgada, no puede sino hacerme reir, al pensar que seguramente (y valga la paradoja) hubiera sido mucho más arriesgado elegir cualquiera de las otras dos películas, firmadas por nuestros veteranos. Y quede claro también, que yo soy de los que se alegran cuando se apoya a debutantes que ofrecen productos distintos, pero de ahí a arriesgarse hay un mundo.


Ahora a esperar unos días para ver si realmente la película merece la pena.

martes, 18 de septiembre de 2007

Resúmamelo en una sola frase.

En varias ocasiones, en alguna presentación o estreno de película / cortometraje he escuchado como algún intrepido periodista / espectador se ha aventurado a preguntarle al director, que quería contar en su película / cortometraje. Muchas veces la respuesta del director se alarga a contar de nuevo practicamente lo que cuenta su película, o a comentar que "es una historia de amor...", "es una historia de terror...", "es una comedia...", seguido de "...que se basa en como X (el nombre del protagonista) conoce a X (el nombre de la protagonista) y bla bla bla" o "...que parte de la idea de como X (el nombre del monstruo) mata a cien personas y bla bla bla" o "...pues es una película de histórica, que narra la biografía de tal personaje, y que se basa en la época tal" o "...quería situaciones de enredos para contar como fulanita y menganita acaban detenidas por la policía" y varias respuestas por el estilo.


Bien, recuerde ustéd la pregunta: que quiere contar. Hoy, mientras comía con el director de fotografía de Salomón (el último cortometraje que he realizado y el cual estoy montando en estos momentos) hablábamos sobre la importancia de tener claro que se quiere contar. ¿Cómo se va a tener claro que se quiere contar en un cortometraje, cuando hoy en día algunos de los directores de largometrajes de nuestro país todavía no saben responder, o se ven en un apuro, cuando les preguntan eso en una rueda de prensa? Creeran que soy exagerado. Les puedo asegurar que tras oir y en una ocasión preguntar lo mismo a lo largo de este último año en una presentación, y ver como el guionista (ya no hablaré de director pese a que casi siempre se aglutine a modo de autor en una misma persona,) supuesto conocedor de sus personajes, de su historia, supuesto creador del mundo que hemos visto en pantalla, ¡no puede contestar en una frase, dos a lo mucho, sobre lo que quiere contar en su película / cortometraje!.

Evidentemente, desde mi humilde punto de vista, difícilmente llegará esa historia al espectador cuando no se tiene claro de qué se está hablando, o lo que es lo mismo no se tiene claro que es lo que se quiere contar. A priori parece algo muy obvio. Al parecer no todo el mundo lo tiene tan claro a la hora de explicarlo.



Para los curiosos salomoneros, les diré que el montaje de Salomón, va viento en popa a toda vela, y que con suerte para el domingo que viene estarán las imagenes montadas. Nosotros no sé si habremos logrado rodar un cortomtraje digno, pero al menos puedo asegurar que durante este año ha estado siempre claro de qué se quería hablar: sobre la adaptación hacia una persona de cultura diferente y lo complicado que resulta asentarse en un lugar desconocido cuando eres nuevo. Así de sencillo y de complicado a la vez. Que importante resulta tener claro que es lo que se quiere contar, y que fácil parece que es olvidarse del propósito principal de tu película /cortometraje. A nosotros, en varias ocasiones, puedo asegurar que tener claro el propósito del cortometraje, nos está ayudando mucho en montaje, para saber dónde va tal plano, y dónde se quita tal otro.

Resúmamelo entonces en una sola frase...

domingo, 16 de septiembre de 2007

Cuando no se cumplen las expectativas.


Un sábado por la noche en Madrid te ofrece múltiples y suculentos planes. Uno es salir por alguna de las múltiples zonas de marcha: Malasaña, Tribunal, La Latina y sucedáneas. Otro es quedarse en casa a disfrutar del partido de liga (en este caso también del Eurobasket). Una última posibilidad es ver una película con un amigo. Una al azar de las casi 1000 películas que este amigo conserva en varios estuches debidamente clasificados. Bien: cualquiera de ellas, supone crear expectativas en torno a un momento de ocio. Si las expectativas se cumplen a uno le embarga una extraña sensación que asociamos a felicidad. Si no...uno no sabe muy bien como sentirse. ¿Decepcionado? ¿A medias? Simplemente ¿engañado? Sigamos entonces, en esta pequeña reflexión que huye de ser una crítica cinematográfica y que no debería interpretarse como tal.


Continuamente en el ámbito académico se insiste en lo de "crear espectativas que luego puedan ser resueltas". Es algo que en narrativa audiovisual te repiten hasta la saciedad. Hay que conseguir involucrar al espectador en tu historia. Crearle una expectativa, para más adelante resolverla (para bien o para mal) en un clímax, que normalmente suele caer al final del tercer acto, también llamado desenlace. Otra de las cosas que no dejan de repetirte, es que hay que "crearle trabas al protagonista". Hay que obstaculizarlo, tirarle piedras, atropellarle, lanzarle por un precipio, enfrentarlo a sus fobias, quitarle a la chica de la que se ha enamorado, matar alguno de su familiares, o simplemente pegarle una brutal paliza, para dejarlo sangrando, casi medio muerto en su propia comisaría a los pies de su bella mujer desconsolada, mientras el resto de un pueblo no hace absolutamente nada para evistarlo. Precisamente esto último es lo que sucede, en La jauría humana de Arthur Penn, la película que estra noche decidimos ver entre las 1000 que nos esperaban en los estuches.


¿Pero que tiene que ver esto con el tema de las expectativas? Pues que precisamente, La jauría humana no cumple ninguna de las expectativas que como espectadores estamos deseando. Al menos, ninguna que durante su visionado a mí se me habían creado. En primer lugar, nuestro anti-héroe, Buuber Reeves (Robert Redford) -recomiendo no seguir leyendo si no se ha visto la película - acaba, como previsiblemente se presupone que va a acabar. Muerto a tiros a mano de la gente que tanto le odia, que tanto le teme. Su historia de amor con su mujer Ana (Jane Fonda), la cual está liada con el hijo del mayor terrateniente del pueblo, se ve imposibilitada completamente. Por otra parte, nuestro héroe, Marlon Brando, un policía que intenta aplicar la ley en un lugar lleno de desorden que mucho recuerda al lejano western de John Ford, acaba brutalmente apalizado, en la que para mí es la secuencia más desgarradora del film. Tras esa paliza, yo como espectador, me implico emocionalmente con este personaje. Vamos, creo que apalear a un tipo que lucha por mantener el orden en un lugar que es practicamente imposible es un seguro de vida para implicar a un espectador con el héroe. Y yo como espectador, espero algo durante la media hora que resta antes de que acabe la película. No espero la venganza de la novia de Kill Bill, o que encierre durante 7 años en un zulo a los tres patanes que le han propinado la paliza, tal como hacen con Oda e Su en Old Boy, pero sí espero cierto venganza. Porque se ha creado una expectativa en mí que deseo sea resuelta.


Por si fuera poco a Robert Redford, ante la jauría humana que se le viene encima le veo totalmente desvalido, por lo que también me implico con este personaje. Y al fin Arthur Penn, decide colocar en el agua, con llamas de fondo, el uno protegiendo con la pistola al otro, lo que para mi, a esas alturas de film, ya son dos héroes que luchan juntos por una causa: intentar sobrevivir.


Pues bien, en apenas cuatro minutos, en un totalmente anticlimático final, Bubber Reeves muere tiroteado en la puerta de la comisaría (por si alguien quiere buscar simbología) y nuestro héroe Marlon Brando, apaleado, desfigurado, cansado y ensangrentado, tan sólo le da un par de golpes al tipo que se ha cargado a Bubber. Funde a negro, vuelve a abrir, Marlon Brando se va en coche con su mujer y finalmente aparece el terrateniente diciendo que su hijo a muerto (el que estaba liado con Jane Fonda, la mujer de Bubber, que previamente había sufrido un accidente). Aparecen los créditos y yo me digo...¿eso es todo? O incluso ¿eso es todo amigos? Porque a esas alturas, considero ya a Marlon Brando mi amigo después detodo lo que ha sufrido el pobre.


Pues sí, eso es todo. Y sucede que yo no veo resueltas mis expectativas. No sólo las que me había podido crear antes de ver la película, sino las que me había creado mientras veía la película, porque veo que nuestro héroe, es un calzonazos, que acaba derrotado, en un final melodramático, y que huye con el rabito entre las piernas (todo un Marlon Brando señores). Quizá sea por eso, que adoro una película como Perros de Paja, no muy lejana en su planteamiento a ésta, en la que Peckimpack me da más dosis de la que necesito de venganza y acaba por saciar mis espectativas tras identificarme debidamente con Dustin Hoffman. Y por la que no creo que recuerde durante mucho tiempo La jauría humana, que por otra parte me parece que aplica y saca partido al lenguaje audiovisual modernista heredado de la nouvelle vague de la mejor manera posible.


Será que los profesores de narrativa tenían parte de razón y que cumplir las expectativas no lo supone todo en una película pero ayuda a que tras el final uno no se sienta engañado o traicionado como espectador. Algo que con el tiempo me voy dando cuenta, puede suceder hasta en las mejores películas como es el caso.

martes, 11 de septiembre de 2007

Bienvenido al mundo implacable


No hace mucho tiempo me decía un buen amigo que cada vez se habla menos de cine. Probablemente sea cierto. El concepto de cine que tenemos está cambiando. O al menos el que todavía conservamos algunas personas que hemos visto el cine en las salas desde pequeños. Está cambiando tan rápido que lo que antes podía ser una tertulia a la salida de una sala ahora se convierte en leve interpretación de "sí, está bien" o "no, no me ha gustado", tras haber visto una película en dvx, avi, mpeg, o cualquier formato parecido en el ordeandor, que día tras día no deja de bajar películas constantemente ampliando la filmoteca que muchos ya poseen en su sala de estar.


Es cierto que cambia el concepto del séptimo arte, adaptado a los cambios tecnológicos que sufrimos. Y por eso, también es cierto que cada vez son más las personas que a través de internet comentan sus inquietudes cinematográficas, recomiendan películas, artículos, videos o simplemente cuentan sus experiencias en torno al séptimo en numerosas web.


Este blog nace con esa intención (no sé si se conservará, eso el tiempo lo dirá). Con la intención de matar el gusanillo que revolotea por el estómago tras ver una buena o mala película, con la intención de hablar sobre los cortometrajes que intento seguir realizando, de compartir experiencias con otros guionistas y realizadores y recibir opiniones sobre ello, con la intención de comentar "frikadas" varias vistas en youtube o páginas similares, con la intención de informar de acontencimientos relevantes o interesantes que puedan darse, o de compartir eventos a los que vaya asistiendo, con la intención de...en fin, con dejémoslo para empezar que nace "con intención".


En definitiva, con la intención de seguir disfrutando de todo lo que envuelve al séptimo arte y sucedáneos (tv mayoritariamente) en estos tiempos de cambio.